La Navidad. Esa época de regalos, de estar con los tuyos y, sobre todo, de ser felices. Y aunque no quede en la intimidad de la familia, la comunión entre el Real Oviedo y sus seguidores es tan estrecha que podríamos decir lo mismo. Porque si de felicidad van estas fiestas, el conjunto azul está inmerso en la más absoluta. Como un cuento de Navidad que arrancó hace ahora ocho semanas. Con cinco triunfos de manera consecutiva que le dejan a un punto del ascenso directo. Y, sobre todo, con una plantilla entregada a la causa que se lo deja todo sobre el césped. El Oviedo de Juan Antonio Anquela ya está de vacaciones, aunque muchos ya piensan en primer compromiso del año frente al Huesca.
- Los tres centrales. Volvieron a tener buena parte de la culpa en el triunfo. Sólidos, eficaces, sin errores y contundentes. Como le gusta a Anquela. El sistema ha llegado para quedarse. Y lo hace con Forlín como auténtico líder; con un Christian duro, que llega a todas las coberturas y es un auténtico cerrojo atrás; y con Carlos Hernández, que suma a todas sus cualidades defensivas una facilidad increíble para sumarse al ataque y ser un peligro en las acciones a balón parado. Ayer sumó otro tanto.
- Quinta victoria seguida. Cuando un equipo está en racha es muy fácil que todo le venga de cara. Así se siente el Real Oviedo en las últimas semanas. Son siete victorias en los últimos ocho partidos, las cinco últimas de forma consecutiva. Pero, además de los resultados, el equipo también convence. Aprieta y asfixia la salida de balón de sus rivales, y con el esférico en los pies sabe qué hacer. Siempre con criterio y orden. Como un equipo de los que aspira a estar arriba.
- Otra portería a cero. Si la memoria no nos falla, es la sexta vez que el conjunto asturiano deja a cero a su rival, la cuarta de forma consecutiva desde que Alfonso Herrero defiende la meta carbayona. Un aspecto muy importante en esta categoría, ya que, en el caso del Oviedo, estas seis puertas a cero han dado 18 puntos. Es decir, pleno de victorias. Porque otra de las virtudes del equipo es que casi siempre hace gol. Hasta el momento, tan solo en dos partidos no logró perforar la meta rival (Granada y Alcorcón).
- El juego por fuera. Si en el primer punto hablábamos de los tres centrales, también hay que hacer mención a parte a las balas que tiene el Oviedo en el juego por banda. Diegui y Mossa se han hecho fijos para Juan Antonio Anquela. Los dos aportan mucha seguridad atrás y son una variante sobresaliente arriba. Ayer, sin ir más lejos, es Diegui quien inicia la jugada del segundo gol. En los otros dos, el juego por fuera también es clave. El segundo llegó tras una falta lateral y el tercero después de un buen centro de Linares por banda izquierda.
- Saúl Berjón. Está claro que en este Oviedo lo que importa es el colectivo. Ser un equipo es la primera piedra que se pone para que lleguen los éxitos. Pero dentro de ese grupo, hay un hombre que sobresale por encima del resto. Saúl Berjón volvió a ser el líder del Oviedo ante la Cultural. Es el mejor futbolista del equipo, por el que pasa todo el juego ofensivo. Individualmente, para las estadísticas, tan solo sumó una asistencia, pero fue clave para sumar tres puntos más. Desequilibró por banda izquierda, apareció para asociarse con Aarón por la derecha y fue un auténtico quebradero de cabeza para su rival cada vez que aparecía por dentro. Saúl vive un momento muy dulce, y el Oviedo lo está aprovechando.
Fiesta final en el Tartiere
- Regalo de Navidad anticipado. La comunión entre público y equipo es total. Ayer, más de 18.600 personas fueron al Carlos Tartiere a por su regalo navideño. Un envoltorio bajo el que se escondían tres puntos y la posibilidad de pasar estas fechas en playoff. El equipo no defraudó y brindó a los suyos uno de los mejores partidos de la temporada. Al final del encuentro, como viene siendo habitual, las famosas palmas islandesas volvieron a retumbar en el feudo azul, comandadas, como siempre, por Diegui.
Imagen destacada: laliga.es
Por @javimorcin