El 2018 del Reus, ¿el último de su historia?

El Reus despide el 2018, un año que prometía ilusiones, pero que puede ser el último de su historia

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En tan solo 365 días, el panorama deportivo del CF Reus ha sufrido un viraje que ha afectado, incluso, su futuro más próximo. En líneas generales, el balance del club en 2018 ha sido irregular. Sin embargo, una recta final dantesca ha convertido un resultado aceptable en uno demoledor. En total se sumaron 44 puntos (11 victorias y 11 empates) en 41 partidos oficiales en La Liga 1|2|3.

 La primera mitad del año tuvo un papel clave, aportando más de un 60% de los puntos computables. Los problemas de juego siguieron vigentes con el paso de las semanas y, además, empeoraron en los últimos meses. Las líneas ofensiva y defensiva se han encontrado en dificultades para cumplir con éxito sus respectivas misiones. 30 goles anotados, por 46 encajados.

A pesar de que ambos registros (puntos por partido jugado y goles marcados/recibidos) terminaron con una ratio desfavorable, no se puede calificar el año deportivo como una decepción. La segunda campaña del Reus en Segunda División se saldó con una variación de -3 en posición y en puntos respecto a su debut en la categoría de plata (14º posición y 52 puntos en 2018; 11º y 55 puntos en 2017), lo que representa unos resultados prácticamente idénticos. El objetivo prioritario, la permanencia, se consiguió. 2019, sin embargo, se augura como uno de los años más complicados de la historia del equipo.

La regular irregularidad

El año 2018 empezó con un sufrido empate a uno contra el Alcorcón. Jesús Olmo logró firmar las tablas en el último segundo del partido. En ese momento, los roig-i-negres se encontraban en una plácida decimocuarta posición, de donde ya no se moverían. Este resultado podría resumir a la perfección qué ha sido 2018 para el Reus: sufrimiento. Los ganxets obtendrían el primer triunfo ante su eterno rival, el Nàstic, a finales de enero. Desde entonces, los registros se caracterizaron por su irregularidad. O, mejor dicho, por su regular irregularidad. Victorias, empates y derrotas se alternaban hasta llegar a junio con 7 victorias, 6 empates y 9 derrotas.

Aun así, el mes de mayo se convirtió en un período negro. El 5 de mayo, el equipo del Baix Camp se impuso al Barça a domicilio. Y, de regalo, la salvación matemática. Este certificaría el último triunfo en lo que restaba de temporada, pero el principal objetivo ya se había conseguido. Finalmente, la temporada acabó con 52 puntos en el casillero (27 en la segunda vuelta) y en el puesto 14 de la clasificación.

Un mercado de verano de ilusiones desvanecidas

No tardaron los cambios en afectar la ciudad de Reus que vivió, una vez más, una remodelación profunda. La defensa quedaba desintegrada. Jorge Miramón, elegido MVP de la campaña por los aficionados, se despidió del Baix Camp. Su destino llegó en forma de regalo: el debut en Primera División de la mano del Huesca. Pichu Atienza, uno de los principales baluartes de la defensa junto a Jesús Olmo, cogió las maletas rumbo a Soria. Migue García se fue a Murcia, Álex Menéndez quiso probar fortuna en Grecia y Joan Campins quedó libre. Pablo Íñiguez, por su parte, marchó cedido. El portero suplente, Sillero, tampoco siguió en la capital del Baix Camp.

En el centro del campo, las bajas no fueron tan contundentes. Borja Fernández regresó al Celta y Juan Cámara, al Barça. Ninguno de los conjuntos de Primera contaba con sus servicios, así que les garantizaron, respectivamente, la rescisión de contrato. Finalmente, ambos jugadores siguieron vinculados y se unieron al Miedz Legnica de Polonia. Raphael Guzzo fue la tercera y última víctima y marchó en calidad de cedido al Famalicão de su natal Portugal.

La línea ofensiva tampoco resultó indemne. Dos de los destinados a ser hombres-gol del equipo, Máyor Édgar Hernández, se despidieron después de una campaña decepcionante (2 goles de Máyor, por 0 del delantero catalán). David Haro marchó rumbo a Suecia.

La dirección de la plantilla parecía una posición inamovible, pero todo se truncó sin previo aviso. Aritz López Garai abandonó el proyecto catalán para unirse a Atienza en el Numancia. Su hombre de confianza, Xavi Bartolo, asumió las riendas del barco y se convirtió en el flamante entrenador del CF Reus.

La directiva trabajó incansablemente para confeccionar una plantilla digna para no tener que sufrir. Y el resultado fue ilusionante. Dejan Lekic, el pichichi del equipo, Tito Ortiz, Vítor Silva, Karim Yoda y Jesús Olmo firmaron su renovación. Poco después empezó el carrusel de fichajes para reforzar todas las posiciones: Pol Freixanet en la portería; Ángel Bastos, Shaq Moore, Alejandro Catena, Mikel Villanueva, Borja Herrera y el canterano Adrián Guerrero para la defensa; Mario Ortiz para el centro del campo y el histórico Miguel Linares en la línea de ataque. Con Linares y Lekic, se esperaba una temporada donde, de una vez por todas, se pondría punto y final a la sequía de goles. A ellos se unió en la pretemporada la gran estrella del proyecto, Isaac Cuenca. El CF Reus 2018-19 parecía destinado a dar un salto de calidad, pero no tardaron en surgir los primeros problemas.

Una Liga más estricta que nunca informó al club que había superado el límite salarial impuesto, más bajo en consecuencia de los pocos ingresos. Jesús Olmo, Shaq Moore, Miguel Linares, Dejan Lekic, Isaac Cuenca, Karim Yoda, Tito Ortiz y Vítor Silva no pudieron ser inscritos en la competición para la primera jornada. Los tres primeros conseguirían resolver su situación, pero Tito, Yoda y Vítor vieron como se tendrían que quedar sin jugar hasta, como mínimo, el mercado invernal de 2019. El delantero serbio, ante esta situación, decidió aceptar la oferta del Cádiz. Para más inri, la Liga dudaba de la veracidad del acuerdo a que habían llegado el club e Isaac Cuenca, considerado “inferior para un jugador de su calibre”. La plantilla había quedado dañada y el futuro, en el aire.

Llega la crisis y el futuro, en el aire

A pesar de los contratiempos, la competición tenía que empezar. El tropiezo contra Las Palmas, donde se jugó sin un delantero centro puro, parecía un mal menor. En casa, se sumó el primer punto de la temporada contra el Zaragoza, aún con un equipo lastrado. Linares, Olmo y Moore, finalmente, lograron ser inscritos a partir de la tercera jornada, pero aquí terminarían las buenas noticias. El Reus se veía obligado a disputar la primera vuelta de la temporada 2018-19 con tan solo 17 jugadores del primer equipo.

En Elche se sumó el primer triunfo con un sufrido 0 a 2. Dos semanas más tarde, el joven del filial Alfred Planas, protagonista absoluto de los primeros días de competición, repetía la gesta y le daba la victoria, por la mínima, al Reus en Santa Cruz de Tenerife. El cansancio y la escasez de efectivos empezaron a hacer mella. Cinco partidos tuvieron que pasaran hasta superar al Rayo Majadahonda por 2 a 1 (la primera victoria en casa). Tras este triunfo, se encadenaron seis encuentros consecutivos donde tan solo se añadió un punto al casillero. Derrotas abultadas, como un 1 a 4 contra el Extremadura o un 3 a 0 contra el Oviedo, hacían daño. El equipo no dejaba de pelear, pero estaba falto de ideas y, lo peor de todo, desanimado.

Ante la AD Alcorcón se vivió un milagro. Un gol de penalti de Gus Ledes fue suficiente para tumbar al líder de la división, invicto en el Santo Domingo. Tras la recuperación de David Querol y Ricardo Vaz, el equipo parecía rejuvenecido. Más velocidad en ataque para descargar de presión al veterano Miguel Linares. El juego empezaba a convencer, pero el panorama extradeportivo seguía siendo un infierno.

Un total de 12 jugadores decidieron denunciar al club. El motivo: los impagos. Ningún deportista, ni ningún trabajador de la entidad, había cobrado las nóminas pertenecientes a la campaña 2018-19. Tres meses seguidos sin ingresar dinero. La situación era crítica y el futuro del CF Reus estaba en el aire. A última hora, 11 de los denunciantes recibieron los cobros pertinentes. Una supuesta venta del club había sido la solución para la llegada de capital, pero “una cláusula de confidencialidad” impedía publicar el nombre del comprador. Tito Ortiz era el principal damnificado y, después de quedar apartado durante la primera mitad de la temporada, quedaba libre.

Los jugadores no querían una solución parcial, sino total. El presidente Xavier Llastarri, mientras, anunciaba su dimisión, cansado de aguantar insultos y amenazas. Los siete restantes se sumaron a la denuncia colectiva. La medianoche del día 27 al 28 era la fecha límite para conocer el veredicto. En este momento, aún reina el silencio en la capital del Baix Camp. Se teme lo peor. 109 años de historia están en peligro.

Los protagonistas del año

Edgar Badia: Edgar se ha ganado a pulso convertirse en un ídolo para la afición ganxet. Sus paradas y su tranquilidad en el uno contra uno lo han catapultado hasta ser considerado uno de los mejores porteros de la división de plata del fútbol español. Gracias a sus destacadas actuaciones, la defensa del Reus se caracterizó por ser una de las más inexpugnables cuando contaba con todas sus piezas.

Jorge Miramón: dos temporadas en Reus fueron suficientes para convertirlo en una estrella. Actuando de inicio en posiciones más ofensivas, desarrolló unas facultades extraordinarias como lateral. Su alto nivel lo llevó a debutar, en la temporada 2018-19, en Primera División de la mano del SD Huesca, convirtiéndose en titular indiscutible en el club aragonés.

Gus Ledes: un mago. En solo dos años, el portugués se ha convertido en una pieza inamovible de los esquemas titulares del Reus. Sus seis goles en la temporada 2017-18 lo avalaron como una referencia en ataque, siempre llegando desde la mediapunta. Esta campaña ha perdido protagonismo al retrasar su posición natural, ayudando a sacar el balón desde el centro de la defensa.

Dejan Lekic: el Reus siempre ha tenido dificultades para ver portería. El delantero serbio, llegado en verano de 2017, se convirtió en el hombre-gol del club. Ocho tantos (en 30 partidos) fueron su carta de presentación para la ilusión. Firmó la renovación, pero el problema de las fichas hizo que, a última hora, fichara por el Cádiz. Su repentina marcha en el mercado veraniego de 2018 dejó al club, de nuevo, huérfano de poder ofensivo.

Alejandro Catena: un desconocido central proveniente del Marbella fue una de las apuestas de la directiva para la defensa. El experimento no pudo salir mejor y Catena, a un nivel imperial, se convirtió en el principal baluarte del muro catalán junto a Mikel Villanueva. Tras la reincorporación de Jesús Olmo, Catena siguió liderando la defensa al lado del capitán. Actualmente, es una pieza inamovible del eje.

Miguel Linares: un veterano curtido en mil batallas. Miguel Linares decidió, en verano de 2018, dejar atrás una etapa en Oviedo, donde se convirtió en leyenda, para ayudar a un ambicioso Reus. Los problemas económicos lo dejaron como única referencia en ataque y, a sus 36 años, el maño ha destacado por pelear por cada balón que le llegaba. Pichichi actual del equipo, con cuatro goles, su futuro es incierto.

Alfred Planas: el joven de 22 años se ha convertido en un protagonista involuntario de la primera mitad de la temporada 2018-19 del Reus. Sus buenas presentaciones en pretemporada y las carentes fichas disponibles para el primer equipo lo llevaron a debutar, como titular, en el inaugural partido oficial, a pesar de formar parte del filial. Junto a Rubén Enri, Planas ha significado un soplo de aire fresco para una plantilla limitada, mostrando un tremendo descaro y atrevimiento en ataque. En la recta final de 2018 ha perdido protagonismo en favor de Ricardo Vaz y David Querol.

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