Real Sociedad-Athletic: La monotonía de un derbi

En este sábado lluvioso, como suele acostumbrar en la zona, la Real Sociedad se ha hecho con la victoria en el derbi vasco. El público de Anoeta vio a su equipo confirmar su buen momento en un partido en el que, si bien no hizo mucho, hizo lo necesario para llevarse los tres puntos y derrotar a un Athletic irreconocible, al menos el que corresponde a Garitano, ofreciendo una de sus peores versiones de la temporada pese a la estrecha diferencia en el marcador.

Aunque el día de un derbi vasco siempre es especial para los guipuzcoanos y los vizcaínos, en esta ocasión el mal tiempo hizo que no hubiera tanto espectador en el estadio de la Real. Eso sí, ambiente no faltó, con la típica convivencia y rivalidad sana que demuestran ambas aficiones, lejos de las versiones de otros clubes en sus respectivos derbis.

Desde el comienzo se vio el ritmo de ambos equipos, con una Real que trataba de aprovechar su condición de local para llevar la iniciativa y con un Athletic que sabía que debía contemporizar y contrarrestar cualquier opción txuriurdin. La vuelta al banquillo de Raúl García, a la postre goleador, garantizaba (a priori) intensidad y lucha tanto en el mediocampo como en el área rival. Sin embargo, todo eso saltó por los aires con el primer gol. Un grave error en defensa permitió a Mikel Oyarzabal encarar a Herrerín, superarle en el regate y marcar ya sin ninguna oposición.

Era el minuto 15 y a partir de ahí el Athletic desapareció del mapa. Ni Ibai, ni el mencionado Raúl García tras salir del banquillo y ni siquiera los enrachados Muniain y Williams fueron capaces de ofrecer nada más que ocasiones esporádicas en todo lo que quedaba de primera parte. La Real tuvo el 2-0 tan solo 10 minutos después en botas de Willian José, pero el hoy también pitado Íñigo Martínez evitó el tanto del brasileño. Pudo además empatar el partido Córdoba con un remate de cabeza que Rulli se encargó de sacar cuando ya se colaba.

Más allá de las ocasiones mencionadas, el camino al descanso fue un monólogo realista que, con un juego pausado era capaz de anular a su rival y buscar aprovechar sus fallos para aumentar su ventaja marcando un gol. Paradójicamente, ese gol no llegó de ningún fallo visitante ya que, poco antes del final de la primera parte, Willian José se sacó un zambombazo para batir a un Herrerín que poco pudo hacer.

Se llegaba así al descanso. 2-0. Una Real absolutamente cómoda frente a un Athletic incapaz de generar peligro. Pintaba todo muy feo para los bilbaínos, que necesitarían de casi un milagro para sacar algo positivo, pese a que todavía quedase la segunda parte.

Garitano, notablemente decepcionado con el juego de los suyos, introdujo a Beñat y a Raúl García al campo. Pensaba el de Derio que eso funcionaría, pero tampoco fue así. El juego fue aún más monótono que en la primera parte, no llegando la primera ocasión rojiblanca hasta el minuto 75, con casi 30 minutos transcurridos.

Por su parte, los de Alguacil se mantuvieron en sus trece. En ningún momento perdieron el control del partido, basados en su renta de dos goles y en el pobre desempeño rival. No contó con apenas una ocasión en toda la segunda parte. Tampoco la necesitó. De todos modos, en la recta final del partido sí que tuvieron ciertos apuros, al señalar Mateu Lahoz un penalti a favor del Athletic, marcando el rechace del mismo Raúl García, y que posibilitaba la opción de un empate que al final no se produjo.

Con el 2-1 en el marcador, los donostiarras ganaban por segunda vez a sus rivales esta temporada y avanzan a la zona noble de la tabla, despegándose ya casi definitivamente de la zona peligrosa de la tabla. En lo que a los bilbaínos se refiere, su buena racha se ve cortada de la forma más amarga posible: contra su máximo rival y (sobre todo) con un juego muy mediocre que a muchos les habrá traído a la cabeza a Eduardo Berizzo. La semana que viene se enfrentan al Barcelona, así que teniendo en cuenta lo apretada de la lucha del descenso, pintan bastos en la capital vizcaína.