Un homenaje a la altura de la entidad

El Sporting perpetra un partido digno de sus ultimos 25 años para conmemorar el fallecimiento de Quini. Fútbol horrible, errores grotescos, entrenador perdido, una afición que está pero ni siente ni padece y una gerencia mediocre que ni está, ni se le espera

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Todo mal. Con esa simple frase se puede resumir el bochorno sufrido el domingo ante el Rayo Majadahonda. Tanto dentro, como fuera del campo.

Ciertamente la mañana no pintaba negra. La alineación, aún siendo un nuevo volantazo del entrenador ,no parecía mala. Los primeros minutos fueron hasta cierto punto prometedores. El Rayo Majadahonda estaba bastante anulado y el Sporting consiguió crear cierto peligro. Dominaba de hecho el encuentro. Sin embargo a los nueve minutos llegó el primer lunar de la mañana, solo que fuera del césped.

De nuevo y como lleva ocurriendo toda la temporada aparecía en los marcadores el infame recuerdo del “Ahora Quini ahora”. Un vídeo que es una vergüenza para la afición rojiblanca. No es admisible que para recordar un misero cántico en honor a la persona, que para muchos, es la más importante de la historia de la entidad se necesite un aviso. No es aceptable que en este partido sí se escuchara de manera nítida y clara porque esta cerca el aniversario de su fallecimiento, mientras que en otros no lo siguiera casi nadie.

Los siguientes borrones, ya sí futbolísticos, provienen de manera inicial de una acción fortuita como es la lesión de Babin. El martiniqueño puede cometer errores, pero es un pilar básico del equipo, ya que no defiende solo su parte si no también la de los demás. Las actuaciones de Cordero dejan mucho que desear. Muestra que no esta aún para este nivel, aunque por sus actuaciones en el filial lo pareciera.

El primer gol es culpa suya. Lo es por salir a destiempo y dejar vendido a Geraldes contra toda la ofensiva madrileña. En el tercer gol falla de forma clamorosa en la marca. Por otro lado el paúperrimo nivel de Alex Pérez es terrible, infame y todos los calificativos de ese calibre que se me ocurran. Pero lo peor es que el central madrileño se encuentra a solo cuatro partidos de renovar su contrato. Y con la lesión de Babin todo apunta a que los alcanzará.

En muchas ocasiones disimula sus fallos gracias a correcciones de otros. Pero sin Babin a su lado y con el pobre Cristian Salvador haciendo funciones que no son las suyas se vieron todas las costuras del central madrileño. Es incapaz de ayudar a su compañero, que aún jugando fuera de su sitio hizo mejor partido que el de su pareja.

Para finalizar el desastre José Alberto se equivocó de nuevo en sus decisiones. Movió a jugadores de posición sin aparente criterio e hizo cambios que dejaban al equipo partido y sin posibilidad de generar fútbol, siendo la única vía para crear peligro los balones largos buscando la altura de Alegría o Pablo Pérez.

El entrenador esta mostrando todas las carencias que no había enseñado en su larga trayectoria en el club y quizá este pasando por el peor trago desde que es entrenador. Por desgracia para él, en el fútbol profesional hay poca paciencia y aunque con él se esté teniendo más que la que se tendría con un foráneo, cualquier día se puede terminar.

En definitiva, todo mal. El domingo en el Molinón se vio un homenaje a Quini adecuado y a la altura de los últimos 25 años. Un cuarto de siglo bajo el yugo de la familia Fernández… Y para seguir.

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