Que siga la fiesta

El Sporting encara el tramo decisivo de la temporada en su mejor estado de forma. ¿Será capaz de aguantar el ritmo?

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Pocos equipos pueden presumir de hacer 19 puntos de 21 posibles en los últimos siete partidos. El Sporting es uno de ellos. Ahora mismo, el conjunto asturiano ha adquirido un grado de solidez contra el que difícilmente se puede combatir. José Alberto ha contribuido a ello: el Sporting sabe a lo que juega y tiene un estilo definido que le ha permitido luchar por cotas más altas de las que se esperaba a mitad de temporada.

Los asturianos funcionan como un acordeón. Cada engranaje de la máquina cumple su función a la perfección y el todo es mayor que la suma de las partes. En ataque, una dentellada es casi definitiva y, atrás, ha pasado de ser un conjunto dubitativo a, probablemente, el más fiable de la categoría.

Sin embargo, en cada uno de esos siete encuentros el Sporting ha sumado unos registros pobres en cuanto a posesión. Tener menos tiempo la pelota que el rival no se convierte en preocupante dados los resultados y la imagen competitiva ofrecida por los rojiblancos. No obstante, son demasiadas las fases de los partidos en que el Sporting se dedica, casi exclusivamente, a defender. Lo hace de manera sobresaliente y supone que el rival se desgaste, tanto física como mentalmente. El equipo de José Alberto se encuentra cómodo bailando en el alambre, y al oponente termina por poderle el nerviosismo y la ansiedad.

A estas alturas de la película, nadie duda del gran trabajo del preparador asturiano. Actualmente, el Sporting es el conjunto más en forma de toda la Segunda División, y tiene serias posibilidades de alcanzar el playoff cuando, mes y medio atrás, parecía imposible. Pero todo lo que sube, baja, y habrá momentos en los que se deban descubrir soluciones. La segunda categoría de nuestro fútbol es larguísima, y los clubes atraviesan por infinidad de dinámicas de todo tipo. Para entonces, solo espero que al equipo no le cueste ir hacia arriba y llevar la iniciativa del juego cuando sea necesario.

El curso pasado, el Sporting de Baraja sumó ocho victorias consecutivas (desde la jornada 28 hasta la 35) que lo catapultaron a pelear, incluso, por el ascenso directo. No obstante, el final de esa magnífica racha ya se barruntaba tiempo antes de que se terminara, pues el cansancio hacía mella y el equipo había bajado un peldaño en cuanto a juego e intensidad. Después de ganar en Valladolid, el Sporting empató en Cádiz, ganó con sufrimiento al Albacete y perdió tres encuentros seguidos frente a Zaragoza, Barcelona y Tenerife. El derrumbe ya había sido predicho por muchos y Baraja fue incapaz de hallar arreglo alguno para un equipo que acabó por estrellarse en la promoción de ascenso.

Cualquier equipo de Segunda desearía atravesar por el momento que el Sporting está viviendo. Las inercias positivas y el estado de ánimo jugarán un papel fundamental de aquí al término de la competición, pero me atrevería a anticipar que, más, la labor del entrenador. Mientras tanto… Que siga la fiesta.

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