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Toda final tiene su historia. Historias de la Copa del Rey

Tras la épica y emocionante final de 1952, ambos equipos, FC Barcelona y Valencia CF se encontrarían de nuevo en 1954 para dirimir el ganador del trofeo del Copa. Los valencianistas querían resarcirse de la dolorosa derrota dos años antes y los barcelonistas pretendían establecer su hegemonía en este torneo del KO.

Una Copa perfecta

Los hombres de Quincoces llegaban pletóricos al partido tras un gran torneo de Copa en el que no perdieron ningún partido, arrasando en sendas eliminatorias a equipos de la talla de Sevilla y Real Sociedad. Mientras que en la Liga el conjunto de la capital del Turia se había mostrado más irregular, en las eliminatorias cortas fue una apisonadora con victorias amplias y contundentes, tanto en partidos disputados como local, como en contiendas en que rendía visita a los demás equipos.

Ánimo de revancha

El conjunto azulgrana, por su parte, venía de proclamarse campeón de Liga la temporada anterior, precisamente ante los valencianistas y en la última jornada del campeonato doméstico. Escocía igualmente la derrota en la Copa de 1952 y los 11 comandados por Laszi Kubala , ausente en esta final, no querían dejar la oportunidad de mostrar su dominio en la competición. Sus anteriores enfrentamientos habían estado marcados por una gran igualdad y ninguno de los dos quería otorgarse la condición de favorito.

Un partido trepidante

Pese al dominio inicial blaugrana, los “xe” fueron haciéndose con el control del juego y del partido. Pasado ese inicial agobio catalán, Fuertes aprovechó la primera oportunidad de la que dispuso el Valencia para batir a Velasco y adelantarse en el marcador. La historia del 52 se repetía, pero esta vez los valencianos venían con la lección aprendida. Lejos de echarse atrás a defender su renta, siguieron su ataque y su presión sobre la portería barcelonista.

Conscientes del peligro de los barcelonistas, los visitantes redoblaron sus esfuerzos y aumentaron su nivel de juego en los segundos 45 min con la clara intención de aumentar la distancia y sentenciar el partido a su favor. Y así fue. Badenes, el goleador del 52, recibió una magnífica asistencia de Fuertes y anotó el segundo. Los valencianistas, presentes en gran número en las gradas del vetusto Chamartín, se sentían ganadores y sus cánticos y su aliento lo sintieron los jugadores para no bajar la guardia. Fruto de esa insistencia y del buen juego de los blancos, comandados por un imperial Puchades y un fínisimo Pasieguito, llegó el tercer gol, la sentencia de la final.

El recibimiento y los festejos en el Cap i Casal fueron dignos de las mejores fallas y el público se echó a la calle a celebrar el tercer título de Copa. Valencia se inundó de aficionados que ralentizaron el corto paseo de la celebración entre la Catedral y el Ayuntamiento. Los campeones apenas si podían atravesar el largo y denso cordón humano que les acompañó en dicho trayecto.

@VicentSarrion

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