La Copa es el principio, no el fin (II)

Un título puede significar muchas veces el fin de un trabajo bien hecho. Otras significa el comienzo de un tiempo de triunfos, espíritu colectivo y trabajo en equipo.

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Cuando un título se consigue, puede verse el final de un trabajo. Cuando ese título lleva aparejados muchos otros factores, puede esperarse que sea el principio de algo mucho mejor. Al Valencia CF le pasó en 1979 y en 2009. Ahora, con la victoria en la Copa del Rey de 2019, la afición espera que no sea un oasis en el desierto.

La Liga, 31 años después

Pasado el mal trago de las dos finales, el Valencia siguió creciendo. Se armó un bloque granítico, impenetrable. Su primer aviso fue la victoria ante el Madrid de los galácticos en el debut de Zidane. En aquel partido, Albelda ensombreció al francés y Vicente volvió loca a la defensa visitante desde la izquierda. El conjunto estaba en formación pero ya dejaba señales de su identidad. No sería hasta Navidad cuando el equipo se asentó y empezó a creer que cotas más altas eran alcanzables. De ahí hasta el final de liga, se pulió el estilo, se afilaron las garras y se afinó la puntería para levantar una Liga 31 años después. Los goles de Ayala, imponente su vuelo sin motor, y Fabio Aurelio, todavía está el árbitro dilucidando, fueron el culmen a una temporada de menos a más.

El año siguiente sería de transición. El equipo no fue capaz de mantener ese espíritu competitivo y se bajó el nivel. La pronta eliminación  en Copa del Rey ante el Alicante de 2b, la eliminación de Champions ante el Inter de Cúper y Farinós, y la irregular trayectoria liguera acabaron con las ilusiones de reeditar títulos. El ambiente se enrarece en grado extremo y Benítez arremete contra los jugadores en varias ocasiones pero sus palabras no hacen sino agravar la división interna de la plantilla. Con la derrota en la penúltima jornada ante el Barça, el club pierde sus opciones de disputar la máxima competición europea la siguiente temporada y la desazón se apodera de la parroquia valencianista.

Un doblete histórico desata la euforia entre los valencianistas

Año nuevo, vida nueva. El Valencia aprende de sus errores y vuelve a unirse en torno a Benítez. Técnico y afición se vuelven contra la directiva por su escasa aportación de fichajes. El equipo, con menos presión que la temporada anterior, empieza bien y llega campeón de invierno. Curada de espanto por el curso precendente, la afición se une al equipo pero no se desborda la euforia. Tanto en Europa como en Liga, el equipo avanza con regularidad. En el torneo doméstico alterna rachas imposibles con fiascos incomprensibles pero suma puntos para mantenerse arriba. En el torneo europeo, donde Rafa Benítez puso a pruebas sus famosas rotaciones, el conjunto blanquinegro fue superando rondas una tras otra hasta llegar a la final en Gotebörg.

El final de año es increíble. Cuando la Liga parecía imposible, un tramo final histórico, unido  al derrumbamiento madridista, dispara al Valencia hacia el liderato. La unión afición-equipo es total y cada partido en Mestalla es una fiesta. Lo que parecía imposible se convierte en factible y lo que es factible se convierte en real un 9 de mayo en Sevilla. La noche anterior habían perdido tanto madridistas como barcelonistas y una victoria en el Sánchez Pizjuán traía el título a la capital del Turia. En la UEFA, tras dos complicadas eliminatorias contra equipos turcos que el Valencia supero con sangre, sudor y lágrimas, el camino fue suavizándose. Solo la durísima y polémica semifinal ante el vecino Villarreal fue un serio obstáculo para los de Mestalla. Superados todos los escollos, la final se venció con autoridad ante el Olimpic de Marsella.

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Supercopa de Europa y mejor club del mundo en 2004

No contento con estas gestas, ya sin Benítez en el banquillo, el Valencia se proclamaría campeón de la Supercopa de Europa al vencer al Oporto de Mourinho por 2-1 en Mónaco. Todo ello le valió al Valencia el título de mejor club del mundo en 2004. Desde el 1999 no había hecho sino crecer exponencialmente y encadenar títulos casi año tras año.

Pese al buen principio de temporada, la segunda época de Ranieri no fue todo lo fructífera que se esperaba y pronto empezó a torcerse el rumbo. El técnico italiano sería destituido en febrero tras una calamitosa eliminación en la UEFA ante el Steaua de Bucarest 

@VicentSarrion

 

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