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Afició, deixeu-me parlar. Jaume Ortí dixit

Con estas palabras iniciaba uno de los discursos más recordados el añorado y siempre recordado Jaume Ortí. Era el día de la presentación del Valencia CF tras haber ganado la liga 31 años después del precedente anterior. Hoy, 17 años después de aquello, la idea que desprende el club de Artes Gráficas tras el cierre del mercado de fichajes es algo parecido. Tras esta petición a su afición, el entonces presidente valencianista vino a decir algo así como: somos los campeones, que se refuercen los demás. 

Tras un convulso verano a orillas del Turia, con amago de salidas importantes, injerencias jerárquicas y vendas paliativas colocadas con demasiada premura, las 18h primero y las 0.00 después significaron una mezcla de alivio y desencanto entre los parroquianos blanquinegros.

Sensaciones encontradas

Alivio por la permanencia del bloque que ganó la Copa del Rey el pasado mayo y desencanto por las escasas mejoras introducidas en el mismo para luchar por algo más allá del 4º puesto y un título cada 11 años. Si la idea que se vende desde la máxima jerarquía del club es la de acercarse, sin prisa pero sin pausa, al modelo que representa el Atlético de Madrid, no parece ser el camino más recto. La falta de inversión en la presente temporada, más allá de la incorporación de valores de futuro y de oportunidades de mercado, representa, a ojos de la afición, una falta de ambición deportiva.

Las presentaciones de hoy en día son mucho más descafeinadas que aquellas. La luz del día ha sustituido a la la de la luna de Valencia y ni los jugadores se presentan de 1 en 1. Todo por obra y gracia de los horarios televisivos y del dinero que ello genera. Pero si las redes sociales sirvieran como el termómetro que pareció aquella pitada, Anil Murthy no hubiera podido articular palabra seguramente.

Meriton o el silencio permanente

La distancia, el silencio y la poca proximidad de la propiedad con el aficionado de a pie han provocado un mayor desafecto hacia el club por parte de su afición, siempre fiel pero cada vez más indiferente con el día a día. Lo políticamente correcto ha dado paso a la indiferencia, al uso de las redes sociales como una mera pataleta ignorada por la mayoría accionarial. Las pañoladas, pitadas, broncas y demás señales de protesta han perdido su valor y todo su poder social. Mestalla ha dejado de poder instaurar y derrocar directivas. Si eso es positivo o negativo solo el tiempo lo dirá, pero la tristeza y pesadumbre que todo ello provoca y genera es indiscutible. La realidad societaria se impone a la realidad social.

Jaume Ortí, “bonico” como se le conocía popularmente, nunca fue un gran gestor, ni un accionista muy poderoso, pero su valencianismo, su humildad y su don de gentes le dieron el cariño de una afición que un día le hizo callar y que hoy querría oírle hablar. Habla Jaume, desde donde quiera que estés, habla “bonico”. Que hable tu peluca, tu “palmito” o tu inmenso corazón blanquinegro.

 

@VicentSarrion

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