Ya ha arrancado la semana del derbi asturiano. En concreto, lo hizo en la tarde-noche de ayer. A eso de las ocho para ser más precisos. Siete días en los que Asturias respirará fútbol y vivirá de nuevo una de las mayores rivalidades históricas del fútbol en España. El Oviedo-Sporting volverá a ser el centro de atención en una jornada en la que, recordemos, no habrá partidos en Primera. Pese a todo, pese a lo que significa, el derbi viene marcado por las urgencias de ambos equipos. Tras dos nuevas derrotas, el Oviedo en Huesca y el Sporting en casa ante el Numancia, el enfrentamiento entre ambos tendrá en juego mucho más que tres puntos. Y no solo por el significado del choque. También por la necesidad de salir de la zona baja.
Sin competir es imposible
- Sin intensidad ni carácter: La Segunda División es una categoría en la que conviven muchos opuestos. Es bonita por su igualdad, porque cualquier gana a cualquiera. Pero también es fea porque la calidad deja paso la mayoría de las veces a la brega y la disputa. Los equipos que triunfan en esta categoría son los que combinan ambas. Sin hacer un fútbol efectivo o práctico no logras nada, pero tampoco si no ‘metes la pierna’ como se dice en las tertulias futbolísticas. El Sporting el sábado de lo primero dejó pinceladas, muy pocas, pero alguna. Pero de lo segundo nada de nada. Se vio completamente superado por un Numancia que ejecutó su plan de partido a la perfección y peleó cada balón como si fuese el último.
- Por segunda semana consecutiva, el balón parado: El partido fue muy malo y era de 0-0. El temporal, con una intensa lluvia y un viento muy racheado afectó a su disputa. Es algo que aunque nadie se excusará en ello porque afecta a ambos equipos, es así. Y como suele pasar en partidos reñidos el balón parado decide. Así se llevó el partido el Numancia, en una acción de estrategia mal defendida que vuelve a condenar al Sporting como ocurrió en Cádiz. Quizá tenga mucho que ver la ausencia de Babin en estos dos partidos para que una faceta que estaba bajo control en los dos últimos partidos haya sido su perdición.
- El tiempo se agota: Y, tras 15 jornadas, este equipo llamado a pelear por el ascenso sigue muy lejos. El sábado era una oportunidad de enderezar el rumbo, pero quemó otra traca. El tiempo se le agota. Tanto al equipo como José Alberto López, que con la plantilla de más talento en varios años no encuentra soluciones para que el equipo funcione. Podemos hablar de falta de gol, pero el equipo tiene mucho antes un problema de juego que el entrenador no soluciona. Por muchas arengas que suelte hacia el vestuario de que hay que apretar como hizo en rueda de prensa.
- Al derbi como la temporada pasada: Total, que ahora llega el derbi en el Carlos Tartiere. El Sporting acude como el año pasado con Rubén Baraja. En una crisis enorme de juego y resultados y apenas un puñado de puntos sobre el descenso. Es difícil saber que pasará con José Alberto López en caso de derrota, pero la sombra de un posible cese estará muy presente. Además sin tu mejor jugador, porque el diseño del calendario asimétrico hacen que LaLiga ponga los derbis en las fechas que coinciden con selecciones. Por si no es suficiente castigo la penitencia de temporada, castigamos más a un equipo que tiene un jugador muy por encima de la categoría que está concentrado con la selección sub-21.
La debilidad atrás pesa mucho
- Un problema conjunto. El Real Oviedo sigue encajando muchos goles. Los problemas a la hora de defender continúan condenando a un equipo que da demasiadas muestras de debilidad cuando no tiene el balón. Algo que, por otra parte, no solo es un problema de los defensas. Los azules sufren en exceso en las transiciones defensa-ataque del rival, y el primer tanto del Huesca en el encuentro del sábado es el mejor ejemplo. Un balón largo que supera todas las líneas y coge a Carlos fuera de sitio. Demasiadas facilidades ante un equipo que no perdona. Muchas comodidades ante un conjunto que, sin hacer grandes méritos, cerró el partido en cinco minutos.
- Inferiores al Huesca. Los dos primeros goles, que llegan tras dos fallos incomprensibles, marcaron el partido. No hay ninguna duda de ello. El gol de Bolaño pareció dar esperanzas al equipo, que tras el descanso cuajó sus mejores minutos sobre el verde. Pese a ello, la sensación era que el tercer tanto oscense estaba más cerca que el empate de los carbayones. El Oviedo salió del descanso con la idea de apretar al Huesca muy arriba, y lo consiguió. También logró tener el balón, pero sin peligro, sin llegar a concretar la posesión con ocasiones. Oportunidades que sí puso el Huesca, logrando hacer el tercero para cerrar el partido.
- Rozada, preocupado. Sobre todo, con los tantos encajados. El ovetense reconoció ante los medios tras el encuentro que deben mejorar mucho en este aspecto porque, dice, “nos meten goles con mucha facilidad”. El técnico azul busca ahora una buena semana de trabajo para llegar en las mejores condiciones a un derbi del que afirmó que “son tres puntos, pero lo afrontamos con ilusión y queremos ganar”. Un encuentro para el que Rozada aseguró la presencia del capitán Saúl Berjón.
- Borja fue el punto positivo. En medio del caos, Borja Sánchez volvió a ser la nota positiva. El canterano llevó una vez más todo el peso de su equipo en ataque. El futbolistas ovetense ya es uno de los fijos dentro de los onces de Rozada. En la primera mitad fue el único que lo intentó. La pidió, nunca se escondió, lo intentó, desequilibró cada vez que pudo y tomó las mejores decisiones siempre que el balón estaba en sus botas. Borja brilla con luz propia, y es uno de los mejores motivos para creer en el equipo.