El año 2019 del Sporting: Parte 4 – La irregularidad devuelve las voces críticas

Cuando todo apuntaba a un proyecto ilusionante que enganchase a la afición, el equipo ha hecho aguas desde el principio. El comandante no ha sido capaz de imponer el rumbo y ha dejado un equipo a la deriva que Djukic intentará enchufar

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Anuario 2019 del Real Sporting de Gijón

La irregularidad devuelve las voces críticas

Y cuando todo apuntaba a un comienzo de curso plácido, una primera vuelta tranquila y un equipo en formación… llegó la debacle rojiblanca. Bien es cierto que el comienzo de calendario no ayudó en exceso a una plantilla que necesitaba tiempo de adaptación y recuperación tras el final de la temporada pasada. Las expectativas eran muy altas tras una confección minuciosa, y los primeros envites fueron ante rivales llamados a estar arriba.

Si bien el equipo comenzó dando una imagen sólida atrás, y de saber buscar su momento y leer el partido, nunca dejó un buen sabor de boca. Se llegó algo justo físicamente a las primeras jornadas, y como siempre, el peso de la pretemporada fue la excusa perfecta para maquillar el nulo juego. Pero las jornadas pasaban y el equipo no conseguía cambiar la cara.

Sporting celebra gol
Los asturianos celebran un tanto en un partido en El Molinón

El conjunto rojiblanco comenzó utilizando un 4-2-3-1 jugando siempre Javi Fuego o Cris Salvador como pivote, con Manu García en la media punta y Djuka como referencia. Un esquema que, variando la posición del ovetense, se ha repetido como espina dorsal del conjunto gijonés. Manu ha llegado a jugar de mediapunta, interior izquierdo y como segundo delantero, dotado de total libertad para crear. La idea de juego pasaba porque el joven asturiano sacase su varita para cerrar los partidos, y eso en segunda división es algo muy difícil.

El equipo carecía de dominio del centro del campo y la salida de balón era casi nula. Javi Fuego no dió la talla en los primeros 18 partidos, siendo un mero frontón que devolvía la pelota sin ser capaz a girarse. Y sus compañeros en la medular estaban solos para aportar algo de criterio. Se intentó un doble pivote de corte defensivo con Cris y Javi, lo cual dotó de músculo y presencia al equipo, pero entonces las ocasiones no llegaban. A esta apatía por el balón se unió la falta de cohesión de un equipo roto desde el inicio de los 90 minutos. Con una isla como Uros Djurdjevic que bregaba con todos los centrales sin sacar ningún provecho. La sequía goleadora del 23 hacía la crisis aún más latente.

Y a perro flaco, todo son pulgas. Pese a que las lesiones han respetado al equipo, la defensa comenzó de nuevo a fallar. Fallos en la marca en jugadas a balón parado, penaltis tontos en los últimos minutos, fallos de concentración, colocación y anticipación… Todo lo que podía salir mal, Murphy se encargó de que así fuese.

Y en esos casos, alguien desde el banquillo debe de aportar una solución. Pero, para desgracia de afición y directivos, no fue así. Lo que surgió como uno de los proyectos más ilusionantes de la era Fernández, con gente de la casa, inversiones y un entrenador de la casa, hizo aguas a la primera de cambio. José Alberto López no supo dar con la tecla y transmitir su pasión y sus ganas a un equipo desalmado. Algo totalmente opuesto a lo que caracterizaba a su filial. Y las ideas para darle la vuelta a un inicio malo, no llegaron. Un equipo plano bien jugando con el 4-2-3-1 como con defensa de tres, sin alma y que sacó los partidos por suerte o superioridad. Pero al final, como el día de la copa o el Extremadura, el equipo naufraga porque no hay un rumbo claro.

Miroslav Djukic en su presentación
Miroslav Djukic en su presentación

Y tristemente, lo que podía ser el comienzo de un equipo nuevo y con identidad, ha sido la debacle de un entrenador de la casa. Ahora queda encomendarse a la suerte de Djukic, su trabajo y su intensidad será lo que pueda hacer que este 2019 sea sólo un triste paréntesis y de paso a una nueva y próspera temporada. Porque es eso, una temporada de 21 partidos donde el único objetivo es el Playoff. Y para ello, se debe enchufar a los jugadores y a la afición, porque o remamos juntos, o no somos capaces de salir de esta marejada.

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