Gran parte del buen arranque del Elche en este poco más de primer tercio de competición se debe al gran rendimiento defensivo. Como por todos es bien sabido, las permanencias y casi cualquier objetivo se cimenta en una buena defensa que encaje poco. Eso se logra con un portero excepcional o con un sistema defensivo férreo. El cuadro ilicitano eso lo tiene, con sus altos y bajos como todo equipo, y lo está aprovechando. Ahí es donde radica la importancia de Edgar Badía y Gonzalo Verdú.
Ambos, portero de 28 años y central de 32 años, son debutantes en la máxima categoría. Aunque sean debuts tardíos, atesoran una gran experiencia y se está notando en la confianza de su entrenador. No en vano Jorge Almirón los ha alineado en todos los partidos como titulares y han jugado todos los minutos, un total 1.170 para cada uno de ellos.
Solo otros ocho porteros (Oblak, Courtois, Remiro, Sergio Asenjo, Unai Simón, Pacheco, Jaume y Dmitrovic) y solo otros tres jugadores de campo (Trippier, Pau Torres, Cucurella) pueden presumir de ello. Un grupo en el que, salvo sorpresa mayúscula en las próximas horas, dejará de estar Trippier por su sanción. Ambos conforman parte de esa muralla franjiverde que se antoja clave para que el equipo del Martínez Valero no vea en su retorno a LaLiga Santander un paso realmente efímero.