El primer derbi vasco de este año venía cargado de emociones. No solo por lo que este encuentro significa para ambas hinchadas, sino por un nombre propio: Iñigo Martínez. El central vizcaíno volvió a la que fue su casa durante más de una década, pero no tuvo el mejor recibimiento. Si ya la mofa de los billetes con su cara expuesta era dolorosa también lo fue el partido, en el que recibió sonoras pitadas y que perdió.
Ni la Real Sociedad ni el Athletic Club podían definir la temporada como buena, pese que la victoria realista le permite soñar con Europa. Ambos equipos estaban de capa caída y el derbi vasco era una buena oportunidad para desquitarse. Esta vez, fueron los locales los que lo hicieron.
El partido comenzó con la Real ejerciendo su papel de local y tratar de presionar al Athletic. Tras una pequeña ocasión del inconmensurable Januzaj, llegó un córner provocado por Elustondo a partir del cual se marcaría la tendencia del partido. El saque cerrado se dirigió a punto de penalti en donde San José, con un gesto más de killer que de despeje, mandaba el balón para adentro.
El Athletic trató de reponerse del golpe y fue precisamente Iñigo Martínez el que contó con dos oportunidades para empatar. Sin embargo, el ímpetu fue evaporándose poco a poco, volviéndose a equilibrar el juego. Dos ocasiones, una de Zurutuza y sobre todo una de Oyarzabal que Kepa mandó in extremis al larguero, precedieron a lo que se veía venir. El propio Oyarzabal recibió un balón al hueco den Januzaj y al primer toque estableció el 2-0 en el marcador.
La Real se acomodó definitivamente en el partido, estableciendo la dinámica en la que se mantendría el resto del partido. De todos modos, el descanso podía servir para que los de Ziganda se reorganizaran. Nada más lejos de la realidad.
La segunda parte empezó al igual que acabó la primera: dominio irrefutable de los de Imanol y ausencia absoluta de Iñaki Williams y Raúl García, nuevamente las referencias ofensivas en ausencia de Aritz Aduriz. La pronta entrada de Susaeta no ayudó, y los defensas Navas y Llorente no sufrieron en absoluto. De esta situación ocurrió algo que no todos los días se ve. Un balón colgado al área volvió a encontrarse con San José, que lo desvío a gol. No era el día del navarro, convertido en el máximo goleador en propia puerta de la historia del Athletic, pero sería injusto decir que él fue el único culpable del resultado.
Todo ya estaba perdido, pero algo de esperanza surgió cuando un chut en el área txuriurdin dio en la mano del anteriormente mencionado Llorente, permitiendo a Raúl García lanzar un penalti que no erraría. El recortar distancias permitía al Athletic meterse en el partido, y así hubiera sido definitivamente de marcar Williams un cabezazo que se fue al palo, o de haberlo hecho nuevamente Raúl con otro testarazo que obligó a Moyá a realizar una soberbia parada. Fallar dos ocasiones tan claras dejó aún más tocado a los leones, que ya no se pudieron sobreponer.
Todavía quedaban veinte minutos, pero no hubo más que jugadas aisladas sin casi peligro, cambios inefectivos y tarjetas. Cabe destacar que en los últimos 5 minutos se montó una buena tangana. Una durísima entrada del recién salido Rubén Pardo se tradujo en una roja directa y en un barullo entre jugadores de la Real y del Athletic que acabó con Willian José, Williams y Muniain con amarilla.
Una vez que el colegiado pitó el final, los jugadores y aficionados rojiblancos se retiraban cabizbajos, mientras que sus anfitriones celebraban su particular vendetta. Iñigo Martínez no tendrá un grato recuerdo de su primera visita a Anoeta, pero tampoco lo tendrán San José, Ziganda, etc. Por su parte, la Real Sociedad sale adelante, alejada de cualquier descenso y con la mirada puesta en unos difíciles pero no imposibles puestos europeos.
Por @fido_95