Las grandes potencias en ocasiones se anulan. Cornellà y Lleida jugaron un partido muy físico en el que las fuerzas defensivas dejaron muy poco lugar a la inspiración atacante. “Intensidad” es la palabra que destacaron los dos técnicos. Y es que fue el concepto que mejor definió el encuentro. La consecuencia fue un partido de pocas ocasiones y sin dominios claros. Poco vistoso, quizás. Pero que desprendía energía por cada una de las esquinas del terreno de juego.
El temor a conceder una ventaja que pudiera llegar a ser decisiva demasiado pronto, privó de inicio un planteamiento ambicioso por parte de los dos equipos. El Lleida desde la seguridad defensiva fue capaz de encontrar la vía para generar peligro. En las bandas, buscando el dos para uno a los carrileros del Cornellà, localizaron un resquicio por el que entrar.
Toda posibilidad de poner un centro medido teniendo a Pedro como rematador es buena. En la primera parte el conjunto visitante lo potenció y tuvo el gol en varias ocasiones. No concretó. El conjunto local no fue capaz de encontrar la vía antes del descanso. En el segundo consiguió minimizar más al Lleida; en ataque las ideas siguieron costando que fluyeran. El equipo de Xavi Calm no fue capaz de dar con la tecla en ataque. Pese a ello, en la segunda mitad acabó llegando, por voluntad, pero sin concretar en modo de peligro en la portería de Óscar.
“Estuvimos frente a un partido en un campo muy reducido entre dos equipos muy intensos que están en zona de playoff de ascenso a Segunda División”, razonó Joan Carles Oliva, el técnico del Lleida, para justificar la dificultad en el juego tras el partido. Lo cierto es que no dio la sensación de ver a dos equipos poco inspirados en el balón. Simplemente era difícil de concebir un resquicio por el que superar sendos muros defensivos.
En el Cornellà Agus Medina no tuvo la clarividencia que suele tener. Eso lo pagó el conjunto del Baix Llobregat, que tiene en Medina el eje sobre el que gira el juego del equipo. Los visitantes, simplemente no pudieron. Ni Marc Fernández ni Xemi tuvieron capacidad de influir en el juego. Ante eso, el equipo ilerdense se adaptó y optó por un juego desde banda que tuvo sus frutos por momentos. En la segunda mitad, al equipo de Oliva le fue mucho más difícil.
Dos cientos minutos podría haber durado el encuentro y (sin tener en cuenta el más que notorio cansancio de los futbolistas), el marcador hubiera restado inmóvil. Cornellà y Lleida se retaron mutuamente a conseguir un gol sabiendo de sus habilidades defensivas. En el Nou Municipal, entre dos equipos de la zona noble, no hubo lugar para el talento, pues reinó el sacrificio.