En el mundo del fútbol a los entrenadores les sostienen los resultados. Da igual cómo se bueno o malo sea su trabajo. Lo que da la estabilidad son los goles y por ende las victorias. Ellos, como tales actores principales de ello, son los primeros que lo saben y por tanto lo asumen. Y José Alberto López en el Sporting no es menos.
La derrota, dolorosa y sonrojante, del pasado domingo en Fuenlabrada ha caído como una pesadísima losa sobre todo el sportinguismo. La afición parece cada vez con la paciencia agotada y las peticiones de un relevo en el banquillo aumentan. Pero dentro del club nadie se lo plantea, sino todo lo contrario.
Este miércoles el Sporting regresa al trabajo tras el día de descanso para preparar el encuentro del sábado frente al Alcorcón. Y lo hace dirigido por un José Alberto López que entre el lunes y el martes ha tenido referendos de todos los estamentos del club. El primero de ellos llegó del vestuario. Ya lo hicieron en días y semanas anteriores, pero el lunes Diego Mariño, uno de los pesos pesados y capitanes del vestuario, habló claramente: «un relevo en el banquillo sería un error».
Pero desde la dirección deportiva y el consejo de administración el mensaje es el mismo. Tanto Miguel Torrecilla como Javier Fernández han expresado su apoyo sin fisuras en el entrenador. Paciencia y confianza han sido sus palabras, incluso las del director deportivo han sido de forma pública en las páginas de El Comercio: «No podemos dudar de técnico de la casa a las primeras de cambio. Todo lo contrario, tenemos que ayudarle y apoyarle a todos los niveles».
En definitiva, por ahora la confianza es plena y sin fisuras. Pero como se decía al principio, esa la marcarán los resultados. Y José Alberto López sabe que o estos mejoran o esa confianza se quebrará.