Osasuna y Athletic. Los derbis entre estos dos equipos no suelen quedar en meras anécdotas, en partidos considerados como “trámites” o “uno más». Esté en juego el más importante de los títulos, o esté ya todo decidido antes del comienzo del partido, todos saben que la intensidad va a alcanzar magnitudes que rompen cualquier medidor, que las aficiones ofrecerán todo su empuje para apoyar a su equipo y que el entretenimiento está asegurado. Así son los derbis entre rojillos y leones. Y así se ha visto en este partido liguero celebrado en El Sadar.
Pamplonicas recibían a bilbaínos en un partido en la que destacaban tónicas diferentes. La fortaleza de los primeros ejerciendo como local por un lado, con un impresionante bagaje de 31 partidos seguidos sin perder en casa; y por otro la inefectividad de los segundos en sus desplazamientos, no habiendo logrado la victoria en ninguno de ellos.
El partido comenzó con lo previsto, intensidad por ambos equipos (prueba de ello es la amarilla que se ganó Chimy Ávila al minuto de comenzar) y con un público entregado. Tan solo habían pasado siete minutos desde el pitido inicial cuando un ex-rojillo como Raúl García batió a Herrera. No lo celebró el navarro, pero tampoco sirvió de nada después de que el VAR detectará un ajustado fuera de juego.
Sin embargo no hubo que esperar mucho hasta que se abriera el marcador. Iñaki Williams recibió un pase en profundidad por parte del joven Oihan Sancet y, esta vez sí, logró adelantar al Athletic.
El Osasuna no se amilanó, trató de empatar el partido y dispuso de múltiples oportunidades, como otro gol anulado por fuera de juego y dos ocasiones clarísimas al filo del descanso que obligaron a Unai Simón a lucirse. Pero con todo esto, fueron incapaces de lograr el empate en la primera parte.
La segunda parte comenzaba con un Osasuna volcado, tratando de evitar la derrota, y un Athletic aturdido, que tras ver como el partido se le ponía difícil, temblaron las piernas. Hubo un posible penalti a Rubén García que el árbitro no aprecio, además de más paradones de Simón, que una vez más demostró que merece ser titular para el conjunto de Garitano.
Fruto de tanto esfuerzo, llego la recompensa. Alrededor del minuto 75, Ávila, que había sido el que más lo había intentado, recibió un balón con el que superó al portero rival y llevó al éxtasis a la afición local, que veía como su equipo estaba en una dinámica de ganar el partido. Solo hacía falta llevar en volandas a los suyos.
Sin embargo, cuando más se lo prometían, llego el jarro de agua fría. Otro ex-Osasuna, en este caso Kenan Kodro (que había ingresado al campo en sustitución de un Raúl García lesionado), acudió con la caña al área para establecer el que sería definitivo 1-2. Osasuna intentó reponerse, pero ni su afición ni sus jugadores fueron capaces de hacerlo en los 10 minutos que restaban.
No hubo tiempo para más, el partido terminaba con victoria rojiblanca. Tal vez en otras salidas los leones dominaron más y se les escapó la victoria, pero en este caso, en el partido más igualado, es cuando se hicieron con ella. Los navarros, por su parte, sufren su primera derrota en casa tras más de tres decenas de encuentros disputados, algo con lo que deberían sentirse muy orgullosos, pese al sabor amargo de la derrota.