Nadie duda de la profesionalidad de Salva Sevilla (Berja, Almería, 18 de marzo de 1984) en el Mallorca. Pero nadie niega, porque es una realidad, que para Salva Sevilla el Betis no es un equipo más en su carrera profesional. Tras dos años sin enfrentarse a él y cinco años después de abandonar el club verdiblanco, el almeriense volverá a cruzarse con uno de esos equipos que marcan la carrera de un futbolista.
En el caso de Salva Sevilla ese fue el Betis sin ninguna duda. Él llegó en julio de 2010 al cuadro verdiblanco. Un verano difícil, pues tras el descenso de 2009, en la campaña 2009/2010 el equipo fracasó en su intento de volver. Se quedó a las puertas tras un año convulso en el que Antonio Tapia y Víctor Fernández pasaron por el banquillo verdiblanco.
Pero con la llegada del almeriense llegaron varios futbolistas más y sobre todo la figura de Pepe Mel. El entrenador madrileño dirigió ese año de forma brillante al Betis rumbo a Primera División. A sus 27 años, Salva Sevilla debutaría en Primera División tras ser un futbolista importante jugando más de 30 partidos en ese Betis que volvía a la máxima categoría. Permanecería tres años más, en los que disputaría un total 118 encuentros, logrando 12 goles y dando 10 asistencias. Tras su paso por Sevilla se fue al Espanyol y cuando su carrera parecía apagada, apareció el Mallorca y dos ascensos consecutivos.
Preguntado sobre de qué ascenso guarda un mejor recuerdo, Salva Sevilla no tiene dudas: «No tienen nada que ver. El ascenso del Betis era otro contexto, era una plantilla diseñada para subir, un presupuesto muy alto, éramos los máximos favoritos, subimos con tres o cuatro jornadas de antelación, estuvimos primeros todo el año, éramos primeros con mucha diferencia. Se le quitó emoción. Era un ascenso obligado. Eramos el mejor equipo, conseguíamos muchos goles. Hicimos el récord de puntos. El año pasado éramos un equipo súper humilde, recién ascendido, nadie apostaba por nosotros, veníamos de un marcador adverso, ante un recién descendido. Fue todo más emocionante e increíble«.
El sábado no habrá amigos que valgan
Pero la profesionalidad y su deber al Mallorca está muy por delante de cualquier otro sentimiento: «Va a ser un partido especial, un partido bonito. Tengo muchos amigos allí, la gente me trató muy bien, la gente me quiere mucho allí. Es un partido bonito de jugar, que siempre será especial, pero cuando empiece el partido me tendré que olvidar de todas estas cosas. Estamos en una situación que no podemos regalar nada y eso vamos a hacer, tenemos que conseguir los tres puntos y hacernos fuertes en casa».