Duelo en el Cerro del Espino entre dos filiales que llegaban situaciones totalmente opuestas. Mientras que el Atlético “B” saldría a por los 3 puntos para volver a empatar al Atlético Baleares en la primera posición, el Celta “B” necesitaba empezar a puntuar para dejar atrás el descenso.
El partido tendría un inicio bastante similar en lo que al dominio del juego se refiere, pero no en cuanto a efectividad, pues en la primera ocasión que tuvieron los rojiblancos, cayó el primero de la mañana.
El gol sería obra de Valera, que pese a su juventud y a entrar tarde en la dinámica del conjunto de Nacho Fernández se había abierto hueco a pasos de gigante.
A priori podía parecer un partido igualado, pues el filial celeste no estaba jugando nada mal, pero en su flaqueza defensiva los locales estaban encontrando oro.
Volvió a ser así cuando en el minuto 16 Camello transformó un balón llovido del cielo en una gran volea que se convirtió en el segundo dejando la sensación de que el portero pudo haber hecho más.
No había terminado de cantar el speaker el segundo cuando volvió a abrir el micrófono, para gritar el tercero, logrado desde el punto de penalti por Sanabria tras una mano de un defensor del Celta que fue muy criticada por todos los jugadores.
Cabe resaltar la actitud de los jugadores del Celta en estos momentos, quienes pese a ir perdiendo por un abultado 3-0 no bajaron los brazos y siguieron tratando de proponer en ataque.
La velocidad y los constantes desmarques de los atacantes estaba siendo un quebradero de cabeza para la defensa rojiblanca que veía como su rival no dejaba de luchar por volver a meterse en el partido.
Su perseverancia obtuvo recompensa cuando en el 40 el atacante nigeriano Manu Apeh convirtió un centro lateral en el primero para su equipo gracias a un gran testarazo.
El inicio de la segunda parte se pareció más al final de la primera que al principio de esta, con el Celta volcado y dispuesto a sacar algo de provecho del partido.
Casi consiguió recortar distancias Jacobo con un gran latigazo desde media distancia q se estrelló en el larguero.
Pronto se convertiría el partido en un ida y vuelta constante, con dos equipos buscando un gol que podría o bien sentenciar el choque o bien hacer que se metiera de lleno en el partido el conjunto gallego.
Este nuevo panorama favorecía especialmente a Riquelme y a Camello, dos de los atacantes del Atlético que no estaban teniendo apenas contacto con el balón.
Los que más cerca estuvieron de anotar fueron los locales, por mediación de un Camello que pese a no estar muy conectado con el partido siempre te genera peligro gracias a su enorme calidad.
Tampoco estaban teniendo su día los porteros. Más allá de los goles encajados, apenas habían tenido la oportunidad de realizar paradas que les llenaran de confianza.
El marcador pudo haberse movido mil veces en lo que era ya un partido loco, con cabezazos que se marchaban rozando el palo, remates desviados in extremis por un defensa, etc.
Finalmente el marcador se quedaría en 3 a 1, habiendo habido 4 goles en los primeros 40 minutos y ni uno solo en los siguientes 50 siguientes.