Las noches no tan calientes del verano mallorquín cogen temperatura con el fútbol veraniego. Nueve partidos a la vez que calentaban el futuro del Mallorca y Granada en busca de objetivos totalmente dispares.
La jornada empezaba bien para los baleares. El Celta perdía en casa y los bermellones se ponían por delante con una obra de arte de su colombiano. Cucho, sacó su pincel y dibujó una prábola al palo largo. Imposible para Rui Silva y ilusión en Mallorca. La felicidad duró lo que el Granada quiso. Víctor Díaz tras un mal rechace de Lumor aprovechaba el balón y puso el empate par desilusión bermellona.
Con los 15 minutos de descanso, la cosa empeoró. Al Mallorca le costó reaccionar al mazazo y solo Salva Sevilla de falta se acercó a la gesta. El almeriense vistió su bota, colocó la pelota con mimo y la lanzó al larguero el balón que tanto quiere. También quiso el gol Budimir, pero su disparo a bocajarro se topó con Rui Silva. El portugués quiere a los suyos en Europa y Carlos Fernández lo acercó a los puestos europeos. El canterano sevillista puso su cabeza par los nazaríes y adelantó a los suyos.
Con el 1-2 el Mallorca lo intentó con corazón, el que impulsó a Sedlar a recibir la roja que quiso mostrar Estrada, que fue protagonista una vez más. Con uno menos, los bermellones entraron en un ida y vuelta que le perjudicó porque se perdió en el transcurso de los últimos minutos. Así, encajó el tercero, tras una contra granadina, donde Puertas resolvía para lo que debió ser el 1-3, pero el tanto se anulaba. Los barralets volvieron a recibir otra roja que demostraba la impotencia que sentían al volver a 2ª tras un año en la élite.
El Mallorca se marcha, otra vez, pero volverá como los grandes, resurgiendo de sus cenizas. Por su parte, los de Diego Martínez vuelven a sacar su 110% y se pone a un punto de Europa.