Es algo indiscutible que el coronavirus SARS-CoV2 ha cambiado la vida de muchos. Casi todos, para mal. Pero mirando al fútbol español, si hay un equipo al que la pandemia le ha cambiado la vida para muy mal es el Real Zaragoza. Habrá muchos otros, sí, pero pocos equipos podrán decir que de los últimos veinticuatro partidos solo ha logrado vencer cuatro.
Una racha que llevó al Real Zaragoza de acariciar un ascenso a Primera División ocho años después de abandonarla a estar al filo de los puestos de descenso a Segunda ‘B’. Una pandemia que no para de acabar con una parte de la humanidad con escalofriantes cifras de muertos diarias y que en el club maño se ha llevado por delante a dos de sus entrenadores por los malos resultados.
Primero fue Víctor Fernández, por decisión propia, eso sí, el que decidió no seguir. Llegó Rubén Baraja y el vallisoletano apenas duró una decena de partidos antes de ser cesado. 24 encuentros en los ha sumado 20 puntos (dos no conviene olvidar por alineación indebida de un rival), anotado 25 goles y encajado 39. Unas cifras espeluznantes en cinco meses que han llevado al equipo de la zona noble a la zona roja.
Es bastante probable que el hecho de jugar sin público le ha sido un auténtico lastre. Pero con aún muchos partidos sin esa condición, el Zaragoza tendrá que seguir lidiando con ello y buscar soluciones a su sangría.