Siempre se acostumbra a decir, cuando un presidente, mandatorio, director general o incluso entrenador, accede a un nuevo puesto que los primeros 100 días marcan su camino. Un periodo de algo más de tres meses que se considera algo así como un periodo de gracia. Un tiempo en el que moldear lo que esperas sean líneas maestras en los siguientes meses a tu cargo. Esos 100 días son los que hoy ha cumplido Vicente Moreno al frente del Espanyol.
El entrenador de Massanassa ha convertido al cuadro blanquiazul a un colista deprimido de Primera División en un líder autoritario en Segunda. Cierto es que solo aventaja en dos y cuatro puntos a sus dos inmediatos perseguidores tras doce jornadas, pero ha mostrado argumentos para que toda la categoría tenga pavor a su equipo. Tras ese liderato en estos 100 días se esconde un trabajo racional de un entrenador que conoce como es Segunda División.
Con prudencia y teniendo las cosas muy claras, Vicente Moreno ha trasladado en estos 100 días las líneas maestras de lo que quiere a su plantilla. La solidaridad, el trabajo y el esfuerzo para lograr un entramado defensivo fiable es innegociable. El valenciano sabe que los ascensos se construyen encajando poco y no en festines goleadores, aunque tenga argumentos sobrados para buscar esa vía. Ha logrado implicar a jugadores más perezosos en esas lides y no le importa, a pesar de ser superior a rivales, defender un resultado ajustado aunque a veces se falle, como ocurrió frente al Fuenlabrada.
En definitiva; si hubiese que vaticinar como va a acabar la ‘administración Vicente Moreno’ en el Espanyol tomando los 100 primeros días, todo apunta en dirección al éxito.