Partidazo el que hemos disfrutado en esta noche de martes entre el Villarreal y la Atalanta. Ambos conjuntos han tenido ocasiones de sobra para haberse llevado los tres puntos, pero el reparto de tablas es más que justo.
Comenzó el partido con una Atalanta muy intensa que encajonó en su propio campo durante los primeros minutos al submarino amarillo. Y el gol no tardó nada en llegar, pues en el 5′ de partido Freuler ponía patas arriba el Madrigal con un duro disparo que fusiló la portería de Gerónimo Rulli. No menos buena fue la descarga de cara de Zapata, que dejó en bandeja un balón franco para que su compañero pusiera el primero en el marcador.
Con el 0-1 en el marcador, el conjunto italiano siguió a lo suyo y bien pudo marcar el segundo a los dos minutos, sino fuese por la parada salvadora del meta argentino del Villarreal. Los locales estaban muy nerviosos y no paraban de cometer errores atrás frente a uno de los conjuntos más ofensivos y goleadores del continente.
Pasaban los minutos y el Villarreal seguía cometiendo los mismos errores, especialmente un Pau Torres que cometió excesivos errores en la salida de balón durante el primer tiempo. Llegados al ecuador de la primera parte, el submarino había conseguido estirarse más y acercarse a las inmediaciones de Musso, pero sin concretar ninguna acción.
En el 34′ llegó la primera ocasión clara del Villarreal y salió de las botas de Gerard Moreno, que se encontró con el pie del portero rival. Esta jugada fue un aviso de lo que ocurriría cuatro minutos más tarde, pues en el 38′ Trigueros ponía el empate para el delirio de la afición que había acudido al templo groguet. Recuperó Capoue y conectó con Gerard; éste a su vez se la puso a pedraza para que conectara con Trigueros, que definía con la tranquilidad de un delantero centro.
Con la moral por las nubes, el Villarreal se lanzó al ataque y ahora eran ellos los que golpeaban fuerte. Gerard Moreno pudo marcar el 2-1 tras un gran centro de Parejo, pero se topó otra vez con Musso. Se llegaba así al final de la primera parte con empate en el marcador tras unos primeros cuarenta y cinco minutos frenéticos.
El segundo tiempo empezó como el primero, es decir, con la Atalanta atacando sin cesar. No saben jugar a otra cosa, lo llevan en su ADN y eso lo agradecen los aficionados neutrales. En el 50′ llegó la primera clara de la segunda parte y la tuvo Gosens, que falló un gol cantado. Le había ganado la espalda a Foyth, pero no pudo rematar un gran pase de Toloi.
Ya consumida la hora de partido, Emery realizó un triple cambio introduciendo en el campo a Moi Gómez, Coquelin y Danjuma. Gasperini respondió diez minutos más tarde con otro triple cambio metiendo en el terreno de juego a Ilicic, Pasalic y Koopmeiners. Minutos antes había tenido otra clara ocasión un Gerard Moreno que no estaba fino de cara a portería y que fallaba en su intento de vaselina.
Y así, a los quince minutos de haber entrado al campo, Danjuma daba la razón a Emery marcando el segundo gol de los groguets. Parejo presionó y robó el balón, envión un pase marca de la casa y el delantero holandés no perdonó con un latigazo a la red. A los pocos minutos, Gerard tuvo otra ocasión a centro de Danjuma que no pudo materializar.
Este gol tardío parecía que podía ser definitivo, pero nada más alejado de la realidad. El Villarreal volvió a tirarse un tiro en el pie como está acostumbrándonos en este inicio de temporada. Falló Albiol en la salida de balón, Ilicic metió un gran balón para Gosens y éste no perdonó y puso otra vez la igualdad en el marcador. Y si no bastaba con esto, Coquelin se encargó de echarle más leña al fuego viendo dos amarillas en siete minutos y dejando a su equipo durante el tramo final con un jugador menos.
Sin embargo, el que tuvo la ocasión para llevarse el partido fue el submarino amarillo en el último suspiro con un remate de Pau que sacó milagrosamente Musso. Así finalizaba un partido muy divertido para el espectador, pero que deja un sabor de boca agridulce al Villarreal, ya que pudo llevarse los tres puntos, pero que vio como se le escaparon dos en un final de partido loco.