El Bayern Múnich puede darse por satisfecho en la ida de los octavos de final de la UEFA Champions League. Pudo acabar peor el encuentro para el conjunto teutón, visto como lo torturó en el inicio el Salzburgo. No obstante, el campeón austriaco se quedó sin energías, permitiendo a los bávaros lograr un dramático empate (1-1). Un resultado obtenido con arduo trabajo que ojalá permita que se repita el mismo espectáculo en Münich.
Maquinaria arrollada
Nada ni nadie podía arruinarle al Salzburgo su debut en las rondas eliminatorias de la Copa de Europa. Conocía el Bayern de primera mano el peligro de su rival, pero nunca intuyó que sería superado. Apenas se acomodaba en el campo y ya Adeyemi había realizado una carrera que sacó a Süle del área y por poco acaba en gol de Aaronson. Ambos llevaron el caos hasta que las fuerzas les dieron. En cinco minutos, el monarca alemán se veía inmerso en un ‘toma y daca’ apasionante. A las iniciativas de uno le seguían las respuestas de otro. Sin pausa. Jugando el todo por el todo. En esas, el equipo de Nagelsmann parecían tomar la delantera después de de que Köhn realizara un paradón a Gnabry. Müller, en dos ocasiones, avisó y su equipo encimaba, mas eso era lo que buscaba el local.
Apenas el Bayern dio el paso adelante, los de Jaissle subieron el ritmo para avasallarlos. Ni la lesión de Okafor los frenó, ya que Adamu lo reemplazo con creces. Presionando y recuperando alto, obstaculizando a Kimmich, eje del juego germano, y simplificando con pelotas al espacio a Adeyemi, el Salzburgo asfixiaba. En un balón largo al justamente ex canterano bávaro, este se sacó Hernández para regalarle el tanto a Adamu (21′). Lejos de apaciguar, los ‘toros’ siguieron lanzados en tromba. Aaronson, un incordio entre líneas, casi amplía la ventaja de su escuadra antes de que decidirían ‘guardar reposo’. Lastima que ni en los minutos de pausa los visitante se sentían tranquilos. Para su suerte, el juez envió a todos a las duchas cuando otra transición local comenzaba.
Coman al rescate
Abrumados y apenas llevando peligro arriba, el Bayern se preparó para seguir sufriendo en el complemento. Placida debió ser su sorpresa cuando vio la postura replegada del Salzburgo. Apenas un remate desde la frontal de Seiwald fue su único aviso en largo rato. Sea porque buscaban guardar energías o gastaron todo su combustible en el primer acto, lo cierto es que era el turno de su homónimo bávaro de asediar. Pero el equipo de la Red Bull no lo iba a hacer tan sencillo. Solet y Wöber cercaban su área; mientras, como última instancia, Köhn se hacía figura. Sané -tras dos disparos- y Coman exigieron sendos paradones de un portero suizo que realizó más paradas (7) que en toda la fase de grupos (6). Con el tiempo corriendo, a los muniqueses no les quedaba más que arriesgar.
Al mismo tiempo, Camara daba un recital de despliegue, robos y distribución para tratar de parar al enemigo. Omnipresente el maliense, que animaba a sus pares a seguir tirando para adelante. Así pudo llegar la sentencia en una perdida alemana, pero entre Ulreich, que frustró a Adeyemi, y Adamu, fallón a puerta vacía, lo evitaron. Tras ello, el Salzburgo se resignó a defender a capa y espada el arrebato final de su apurado rival. En esas, cuando todo pintaba a campanada, un balón colgado por Pavard al área, peinado por Müller lo justo y con Lewandowski fijando a Kristensen, permitió a Coman firmar las tablas en el epílogo (90′). Mística pura de la Liga de Campeones. Pero también premio a los esfuerzos de un Bayern que deja a los ‘toros’ con la miel en los labios. Llave más que abierta.
Síganme en @APalomino16, y sigan toda la información y actualidad deportiva en @Grada3.com.