No venció el Sevilla en Zagreb. Tampoco convenció. Pero acudía con el objetivo de hacer valer el 3-1 logrado en el Sánchez Pizjuán para pasar de ronda y ese mínimo exigible lo cumplió en territorio balcánico. Un solitario gol de penalti que, digamos como poco es muy dudoso, de Orsic mediada la segunda parte complicó la vida a los sevillistas, pero el gran campeón de la Europa League en los últimos lustros demostró que para apearlo de ésta, su competición fetiche, hace falta matarlo y rematarlo aunque no juegue bien.
Con el 3-1 de la ida acudía este jueves tenía lugar la vuelta de los dieciseisavos de final de la Europa League, donde Dinamo de Zagreb y Sevilla FC volvían a reencontrarse para disputar el partido que decidirá quien sucumbe y quien avanza hacía la siguiente ronda de la competición continental. La primera posesión para el cuadro hispalense, que tocaba con paciencia desde atrás. La primera llegada del partido fue para los locales. De carrilero a carrilero y Koundé sacó el balón cuando se paseaba por el área pequeña. Susto al que replicó el Sevilla con un disparo de Papu Gómez sin mucha potencia. El conjunto hispalense tocaba sin mucha presión en campo propio, pero le costaba conectar con los centrocampistas.
Minutos de tanteo de un Sevilla concentrado, mientras el Dinamo aún no ha pulsado el botón de jugar revolucionado. Se atrincheraba el conjunto español. Muy atrás las líneas andaluzas, que estaban sufriendo el empuje croata con ahínco. Lopetegui, incómodo. El Sevilla salía por momento de la cueva y poco a poco daba un pequeño pasito adelante jugando en campo rival. Sin embargo, nada en ataque de los sevillanos.
No se movió el marcador en Maksimir en la primera parte, pero sí lo haría en la segunda. Lo pudo hacer el Sevilla en sus mejores minutos. Delaney, Koundé y Rafa Mir no encontraron portería en sus remates en los primeros diez minutos. Esto hizo que el Dinamo quemase todas sus naves y se fuese con todo en busca de los dos goles que necesitaba. Justo lo que el Sevilla necesitaba para que se abriese el partido, pero entonces apareció François Letexier.
En el minuto 63 señala penalti por mano de Acuña, en un balón que viene de rebote y ante el que el argentino nada puede hacer para evitar que le golpee el cuero. Orsic transformó un penalti que provocó un enfado tremebundo en el Sevilla que estuvo por minutos más fuera que dentro del partido. Algo que se hizo más ostensible cuando Orsic cometió una durísima falta poco después y el colegiado no enseñó cartulina alguna.
A falta de un cuarto de hora apareció Bono para salvar al Sevilla en dos ocasiones. Primero a despejar a córner el remate de Bockaj y en el saque de esquina, volviendo a evitar el 2-0. El partido estaba muy abierto. Los espacios para que el Sevilla corriese y transitase estaban ahí, pero no era el día de los nervionenses. Aun así Rafa Mir primero y después su sustituto, En-Nesyri, tuvieron el gol que hubiese dado la tranquilidad. Pero ese no llegó y les tocó sufrir porque el Dinamo la tendría. Sería ya al filo del 90′ cuando Orsic buscó la escuadra tras una acción individual de mucha calidad, sin encontrarla.
Supo sufrir el Sevilla contra un Dinamo que lo puso todo para remontar y también frente a un arbitraje del galo Letexier que mostró un tufo casero apreciable desde tierras andaluzas. Ni unos, ni otros, impedirán al Sevilla estar mañana en el sorteo de los octavos de final de la Europa League. El gran campeón, avanza.