El Rangers vive un cuento de hadas impensado en la UEFA Europa League 21-22. Pasando desapercibido entre tanto favoritismo que otros equipos se iban repartiendo, el campeón escocés aguardó su momento para emerger con todo y tumbar (3-1) al Leipzig. Fue incapaz del subcampeón alemán de competir contra el coraje y fútbol de una escuadra con corazón. Sevilla espera por ellos con los brazos abiertos.
Van Bronckhorst marca el guion
Lo que ocurrió al inicio del partido en Glasgow era lo esperado. En un Ibrox luciferino, el Rangers se sacó de la cabeza cualquier duda y se lanzó a por el Leipzig. Los alemanes tuvieron el contexto perfecto para lucirse: espacios por donde transitar, huecos que explotar y disponibilidad para lastimar. No obstante, no supieron aprovecharlo. A la par, los ‘protestantes’ no les dejaron. Bien podría decirse que fue un poco de ambos. Y es que en el toma y daca con el que se desarrollaba el encuentro, cada vez los locales dejaban claro quién era mejor. No importó que su rival tuviera un doble chance con Nkunku y Orbán. En un balón largo que Kamara dejó servido para Kent, el inglés rompió hacia el área y, viendo la incorporación de Tavernier, asistió al capitán para que el escenario estalle (18′).
La furia con la que rugió su gente se equiparaba con el esfuerzo con el que se movían, robaban y acosaban el área. De ese plan, tan sencillo y directo como difícil de explotar, el equipo de Van Bronckhorst avasallaba al desorientado Leipzig. Era un pecado desaprovechar lo grogui que se encontraba la visita. En un balón que quedó suelto en la media luna, Kamara soltó un latigazo inatajable para Gulácsi (24′). La sangría no frenó por parte de los ‘light blues’, que de la mano de Kent siguió creando chances de gol. Las mismas que un trabajador Aribo no aprovechó. Atolondrado y desahuciado, los del este de Alemania tampoco podían entrar en el ritmo intenso que se marcaba. Apenas otro cabezazo de Orbán fue su mejor intento para complicar a un Rangers que lo desactivó de pies a cabeza.
Corazón ‘puritano’
La baja del mencionado Aribo no cambió la postura del campeón escocés de vuelta al campo. Es más, el recién ingresado Sakala casi logra anotar. Tedesco no movió ficha alguna en su escuadrón, confiado quizás por que estos reaccionen, pero lo cierto es que seguía sin encontrar respuestas. Y es que la superioridad táctica a la que el Rangers lo sometía era digna de admirar. No obstante, poco a poco el Leipzig empezó a volver a fluir hasta encontrarse a sí mismo. Sacando ventaja de la toma de aire de su contrincante, los del este de Alemania encontraron en el arrastre (que no el desmarque) la mejor manera de abrir el muro azul. McGregor realizó un paradón para evitar que Laimer deje en evidencia los huecos, pero nada pudo hacer ante el desvió a bocajarro de Nkunku (70′)
El talento diferencial del equipo de la Red Bull hizo acto de presencia en el momento justo. Con la eliminatoria igualada, le tocaba imprimir su cuota de dominio para desgastar a unos británicos sin aire. Desafortunadamente para sus intereses, cuando el choque se inclinaba a su favor, ocurrió lo insólito. Gulácsi y Gvardiol erraron en un despeje, dejándole la pelota servida a Lundstram, que había defendido con pundonor, para que este se lleve los focos (80′). Éxtasis puritano en todo Escocia. Por más que intentó encimar, el Leipzig se volvía a topar con una pared por delante una y otra vez. El oficio justo que le tocaba al Rangers para defender con mucho espíritu su boleto a la gran final. Su inquebrantable fe le ha permitido regalarse este premio.
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