La Roma cuenta con su ‘joya’ empezando a relucir su talento en la Serie A. En clara ascendencia, los ‘giallorossi’ se exhibieron esta vez en pelotón gracias a la influencia del gran Dybala. Su figura allanó un triunfo importante y determinante (3-0) sobre el endeble Monza. Las sirenas suenan para el recién ascendido, que apenas inquieto al, por ahora, nuevo líder del ‘Calcio’.
Comienza el show
Solidez y contundencia. Estos quizás sean los máximos atributos de una Roma que ha comenzado como un tiro la temporada. Si ante la Salernitana (0-1) y la Cremonese (1-0) llegó a demostrar credenciales, y ante la Juventus (1-1) plasmó su instinto de supervivencia, ya le tocaba brillar a lo grande. Saliendo con fuerza ante un Monza en claro declive, los capitalinos fueron listos a la hora de arremeter. Conscientes de que su rival iba a apaciguar y resistir al extremo, optaron por animarlos a tratar de hacerles daño. Con dudas, el equipo de Stroppa no rechazó la invitación y fue a por todas. No obstante, los malos presagios se hicieron realidad. En un contraataque, Abraham peinó el balón en mediocampo e impulsó a un Dybala que metió una zancada poderosa para abrir el marcador (18′).
El primer golpe selló el destino del Monza. Declinándose definitivamente por dar la sorpresa antes de encontrar un rumbo claro, los visitantes dieron a entender su situación actual. Sensi y Pessina daban tenencia, movilidad y gestación a su equipo, pero escaseaba la profundidad y peligro ante una Roma que plantó frustraba todo intento. Con Smalling en el campo, el muro romano tan solo terminó por reforzarse. Clásica acción del campeón de la Conference League, que administrando resultados es un experto. Y es que en cuanto más asomaban los ‘biancorossis’, otro despeje en largo acabó con Abraham forzando el gol, ahora dentro del área, y Dybala atento para cazar el rebote de Di Gregorio (32′). De ahí en adelante, tocó aguantar la reacción enemiga hasta el descanso.
El sello de Mou
El encuentro ya estaba sentenciado para cuando la segunda parte comenzó. Sin embargo, el Monza prefirió seguir intentándolo hasta que no hubiera mañana. Claramente, la Roma no estaba como para tampoco descuidarse. Así las cosas, entre que el elenco de mayor jerarquía sobrelleva la situación y el recién ascendido tenía nobles pretensiones, el duelo resultaba atractivo. Parecían los de Lombardía tenerlo cerca, mas los de Mourinho volvían a repercutir en transición. En esas, Dybala continuaba amenazando y maravillando en cada intervención. Mucho peligro para unos ‘Bagaj’ que de tanto jugar con fuego acabaron quemándose. Luciendo juego aéreo, Ibáñez fulminó el envite de una vez por todas (61′)
Lo que siguió en adelante fue lo de toda la noche: un querer y no poder del Monza. Todo resultaba predecible a más de media hora para acabar el choque. Cuanto menos, el Olímpico gozaba en demasía. Ordenados, firmes y compactos, los locales no apuraron para nada endosar una goleada histórica -que bien pudieron de no bajar revoluciones-. Pellegrini y Celik conjugaban las mejores acciones de peligro ya en el final. Sin embargo, todo estaba decidido y ni el último dominio de los ‘brianzoli’ inquietó. Ganó, goleó y, más importante, gestó la Roma otra victoria más para ser líder. Entre muchas cosas positivas, el show’ de Dybala acaparó reflectores. El astro ya encandila la capital italiana.
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