Por fin, tras una larga y extenuante espera, la UEFA Champions League está de regreso. Dignificando su condición del mejor torneo del planeta, el gran plato de la carta, protagonizado por PSG y Bayern Münich, es el elegido para dar rienda suelta a los octavos de final. Un partido titánico en el que abunda la expectativa por saber cómo ambos apartarán las dudas que vienen lastrando. No hay mejor escenario para reponerse.
En horas bajas
Desde Qatar no ocultaron su júbilo al instante en que Messi levantó la Copa del Mundo. Entonces no vieron venir el enésimo bajón de su renovado proyecto en París. Bastante sorpresiva, a decir verdad, puesto que el PSG no solo ganaba, sino que jugaba bien, contaba encuentros por goleada y transmitía fiabilidad. Precisamente, a horas de haber arrancado el nuevo año, todo se vino abajó: adiós invicto (caída 3-1 contra el Lens), eliminados de la Copa de Francia (2-1 ante el Olympique Marsella) y viendo su ventaja en la Ligue 1 reducida a cinco puntos tras la derrota (3-1) frente al Monaco. Mucho infortunio para el campeón francés luego del insólito desempate técnico que selló el pase del Benfica como primero de grupo. Ni modo, es la Liga de Campeones y toca aceptarlo. «No hay excusas. Casi todos mis chicos están acostumbrados a esta exigencia. El Bayern también pasó un periodo difícil», dijo Galtier.
Sin filtros el entrenador galo, pero igual certero. Y es que el conjunto bávaro tampoco empezó bien el 2023. Tres empates al hilo (Leipzig, Colonia y Eintracht Frankfurt) dejaban al descubierto de que algo no iba bien. Por más letalidad, contundencia y calidad que el Bayern atesore, mostrarse vulnerable ante cualquier rival es algo impropio de sí. La facilidad con la que cada oponente les sumerge, les lleva a cometer errores y, encima, marcan la pauta del juego lo resume todo. Esto justo cuando el monarca teutón debe hacer frente a la Bundesliga más discutida en buen tiempo (tiene al Unión Berlín y al Borussia Dortmund a uno y tres unidades, respectivamente). Una realidad que trastoca con su gran andar en Europa: completaron una liguilla perfecta por segundo año seguido (la tercera en cuatro cursos). «Espero que el atractivo de la competición nos otorgue frescura», señaló Nagelsmann.
Oda a la estrellas
Preocupado e inquieto el joven preparador alemán. Que a sus pupilos les cueste imprimir como antes ese electrizante fútbol que le caracteriza es un cosa. Tener que hacerlo con menos efectivos, es otra muy complicada. Además de la polémica lesión de Neuer, Lucas Hernández, Mazraoui, Wanner y Mané serán grandes presencias a extrañar en el Bayern. Para fortuna de todos e inri del ex entrenador del Hoffenheim, los astros se han alineado. Quitando las igual importantes ausencias de Mukiele y Renato Sanches, las plegarias han sido escuchadas: Mbappé y Messi estarán disponibles con el PSG. No se puede llamar el torneo de las estrellas sin las mismas. Sobre todo si se espera que este nuevo enfrentamiento franco-germano, el tercero en cuatro campañas, nos depare un nuevo recital al balompié.
Ha llovido mucho desde que los soberanos de Francia y Alemania engancharon a fieles y extraños en los cuartos de final de la 20-21: 2-3 en Münich y 0-1 en París. Una batalla en la que los germanos conquistaron por primera vez la ‘Ciudad del amor’, pero que cobró más relevancia como la revancha de los capitalinos a la final de Lisboa en la 19-20. No obstante, se abre ahora un nuevo capítulo. Ninguno atravesará un estado de forma óptimo ni contarán con sus planteles al máximo, mas es la Copa de Europa. Solo eso basta para iluminar a cualquiera. Sin más que decir, decoren el escenario, enciendan las luces, preparen el himno, estilicen a los cracks y tengan listo el traje de gala. Es la hora de los colosos.
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