Monza (Italia).- En la Fórmula 1 casi todo tiene explicación. No todo. Al deporte más medido, controlado y milimetrado del mundo, en alguna ocasión, hay situaciones que se le escapan. El ritmo de Max Verstappen en el Gran Premio de Italia es una incógnita que no tiene mucha explicación. El neerlandés se fue y se fue hasta dejar lejos a los dos McLaren, monoplazas mucho más veloces. Apretó y tiró como un animal para abrir un hueco que nunca pudieron cerrar.
El neerlandés brilló en Monza con una gestión impecable y ganó con un hueco amplio de 19 segundos. Inverosímil en su tercer triunfo del año mientras Fernando Alonso volvió a atraer a la mala suerte y tuvo que retirar el coche. Lewis Hamilton salvó los muebles en su estreno de rojo en Monza, sexto, mientras Gabriel Bortoleto volvió a brillar en la octava.
Mientras, los coches papaya, a merced del campeón, intercambiaron posiciones a falta de tres vueltas tras la parada lenta de 5,9 segundos a Lando Norris. Oscar Piastri le dejó pasar pero batalló con su compañero por el segundo lugar del podio en los últimos dos giros. Al final, el británico cruzó la meta segundo y el australiano, tercero. A Verstappen, hasta le dio tiempo a vacilar al equipo papaya por la radio. Concretamente, se rió de la parada lenta a Norris.
Las primeras vueltas fueron un regalo para los espectadores. De lo mejor de la temporada. Fue esa locura en pista que a veces se echa de menos en Fórmula 1. Hubo duelos de todos los colores pero destacó el de cabeza de carrera. Norris sobrerreacionó y se fue a la hierba antes de llegar a la curva uno cuando le achuchó Verstappen, que cortó la curva uno y tuvo que devolver posición un par de vueltas más tarde.
Nadie sabe de dónde sacó el ritmo para volver a sobrepasar al británico y recuperar el liderato que había tenido que ceder. Su ritmo en la primera mitad de carrera fue infernal y nadie sabe de dónde se lo sacó, tal vez dañando sus gomas de más. Abrió un hueco de más de seis segundos con Norris, perseguido por Piastri y Leclerc, en la vuelta 23. El australiano y el monegasco también sacaron los codos y se repasaron varias veces dejando batallas espectaculares. Al final, Piastri impuso su ritmo y dejó atrás a Leclerc, abriendo un hueco de más de tres segundos y dejándolo a merced de George Russell.
Mientras, Alonso empezaba su carrera a la defensiva porque su Aston Martin nunca estuvo para más en Monza. Se quejó de problemas de reparto de energía, se le pidió hacer lift and coast y tuvo que ceder ante Hamilton. Le dio oxígeno agarrarse al DRS de Gabriel Bortoleto mientras se sujetaba de la octava posición. Hasta confirmó por radio lo mucho que le ayudó ese tren de DRS, una jugada que el español sabe hacer a la perfección. Detrás del asturiano, le amenazaban de cerca Tsunoda y Antonelli.
Otro finde de vacío para Sainz
Alonso paró en boxes en la vuelta 22 y salió delante de Bortoleto, al que pasó en el pit lane. Su estrategia de pegarse al brasileño amenazaba con desvanecerse porque lo tenía detrás y no delante, como antes de la parada. Su ritmo estaba siendo notable y su gestión de carrera muy inteligente, hasta la vuelta 32, cuando se terminó su día. El ovetense rompió la suspensión de su Aston Martin cuando atacó un piano y tuvo que detener su monoplaza cuando ocupaba la séptima plaza virtual. Logró llegar a boxes, muy despacio, y se desesperó por radio: «Fallo de suspensión, esto es increíble».
La carrera de Carlos Sainz fue monótona y se fue sin premio. A solo unas décimas de los puntos, en undécima posición, detrás de Isack Hadjar, no disfrutó demasiado. Williams fue de más a menos durante el fin de semana y solo Alex Albon sumó puntos desde la séptima plaza. Sainz cometió un error en el ecuador de la carrera y se saltó la escapatoria de la segunda variante mientras rodaba undécimo. Albon estaba detrás pero acabó delante, como casi siempre este año. El madrileño tuvo un incidente con Oliver Bearman en la segunda chicane que fue sancionado con diez segundos para el británico. Al español siempre le pasa algo para quedarse a medias en Williams.