A finales del 2005, Fernando Alonso hizo algo poco habitual. Había escrito con sus propias palabras un relato sobre su trayectoria, una mirada íntima a una de las temporadas más memorables de su carrera. Bajo el título “200 días asombrosos”, repasó el año 2005, la campaña en la que se proclamó campeón del mundo por primera vez con Renault.
Fernando Alonso recuerda 2005 como el año en el que todo cambió
Fue un ejercicio de memoria y de pasión, un testimonio que resumió los nueve meses transcurridos desde que probó por primera vez el Renault R25 en Cheste, el 25 de enero, hasta su victoria definitiva en Brasil, el 25 de septiembre, un triunfo que selló su nombre en la historia de la Fórmula 1.
«Tan pronto como di las primeras vueltas supe que el R25 era un buen coche», empezó su resumen para la sección ‘Zona Alonso’ del diario MARCA. «Me bajé tras los primeros giros, en Valencia en enero, y no podía parar de sonreír», confesó el piloto. Esa sensación inicial fue el primer indicio de un año que cambiaría su carrera. El R25 se convirtió en un monoplaza decisivo, diseñado para adaptarse a un reglamento completamente nuevo y exigente. Alonso destacó que el coche “era fácil de pilotar y de poner a punto”, con “un buen nivel de eficiencia aerodinámica” y una capacidad destacada para “desgastar bien los neumáticos”.
La importancia técnica no se limitó al chasis. El motor RS25 V10 también jugó un papel esencial. El piloto español lo definió como “un motor como para estar orgulloso”. Su fiabilidad fue excepcional, un factor clave en una temporada donde cada punto importaba. “Nuestros dos títulos mundiales han sido una gran recompensa para todos los que han trabajado tan duro en Viry”, escribió. Y añadió: “Lo importante son las prestaciones totales del coche, no sólo de algunas de sus partes. Este año hemos fabricado un conjunto muy equilibrado y sacado lo máximo de él en pista».
Para Alonso, el equilibrio entre velocidad y fiabilidad fue la clave. “Velocidad y fiabilidad fueron nuestras principales armas”. Recordó que “para pelear por el título mundial primero, y sobre todo, necesitas poder terminar en el podio en cada carrera”. Esa filosofía de constancia marcó toda la temporada, un factor decisivo frente a rivales como McLaren, que contaban con coches más rápidos pero bastante más frágiles.
Fernando Alonso rompe el mito: no fue solo por los problemas de McLaren
De hecho, el astur dejó un inciso sobre aquellos que consideran que si el coche de Raikkonen no hubiese tenido problemas de fiabilidad Fernando no habría podido ganar el campeonato.

«La gente habló mucho sobre la velocidad de los McLaren este año, y decían que si no hubieran tenido esos problemas de fiabilidad, habría sido mucho más duro para mí conquistar el título. No estoy de acuerdo con esa idea. Las prestaciones de un monoplaza surgen de la combinación de dos cosas: velocidad y fiabilidad. En Enstone y Viry nuestros ingenieros arrancaron bajo el principio de que para pelear por el título mundial primero, y sobre todo, necesitas poder terminar en el podio en cada carrera. Por supuesto queríamos un coche rápido, pero también sabíamos que teníamos que acabar carreras. Pasando por la bandera a cuadros es como sumas puntos y sumando puntos es como ganas el campeonato», se ensanchó Fernando Alonso.
«Atacar fue mi mejor defensa»
La estrategia y la mentalidad de ataque fueron otro elemento decisivo, donde Fernando Alonso siempre apostó por la agresividad calculada. «Atacar fue mi mejor defensa», afirmó. Explicó que no se trataba solo de sumar puntos, sino de generar presión sobre sus rivales: «Desde la primera carrera sabíamos que McLaren sería un rival fuerte, pero nuestra estrategia era clara: competir cada fin de semana para conseguir el mejor resultado posible”. Ese arrojo quedó reflejado en una temporada marcada por decisiones inteligentes y una adaptación constante a los cambios del reglamento.
La relación con su compañero de equipo, Giancarlo Fisichella, fue otra pieza clave de aquel éxito. “’Fisico’ y yo somos amigos y el equipo es la prioridad”, señalaba. Fernando reconocía la competencia sana entre ambos, pero destacó que la cooperación fue total: «Lo que era mejor para el equipo era lo primero. Compartimos telemetría y trabajamos juntos para encontrar soluciones. Dimos lo mejor para ganar el título de constructores”. Esa colaboración fue un factor diferencial para Renault, construyendo no solo un coche competitivo, sino también un equipo unido.
«Me dijeron que 50.000 personas celebraron mi título, con gente bailando en la fuente de la plaza principal de Oviedo»
El piloto también recordó la dimensión humana del campeonato. Me dijeron que 50.000 personas celebraron mi título, con gente bailando en la fuente de la plaza principal de Oviedo”. Esa imagen de celebración reflejaba la conexión de Alonso con sus seguidores y la trascendencia de su triunfo para la afición española. “Vi fotos en la CNN la tarde posterior a la carrera de Brasil. Estoy muy orgulloso de lo que vi, por lo que quiero dar las gracias a todos los españoles que me han apoyado toda la temporada”, escribió.
Más allá del título, Fernando Alonso reivindicó el valor emocional de ese año: «Todavía creo que no he comprendido correctamente lo que ha pasado ese año… Esa tarde de septiembre será siempre un recuerdo muy especial para mí después de haberlo esperado muchos años”.
2005 no fue solo una temporada técnica y deportiva, sino también una historia de superación que más tarde ha dejado ver al mundo por qué Fernando Alonso es considerado uno de los más grandes de siempre. Dejó claro que su triunfo no se basó únicamente en la velocidad, sino en la constancia, la estrategia y la unión del equipo. Como él mismo afirmó: «Un buen coche es solo el inicio; el resto depende de ti”.
20 años después, aquel relato del bicampeón mundial de F1 sigue siendo una lección para cualquiera. «Creer en lo que haces, adaptarte a los cambios, confiar en tu equipo y no renunciar nunca a tus sueños», como dijo el Fernando Alonso de 44 años hace apenas unos días. Para el piloto de Aston Martin, el año 2005 fue mucho más que un título; fue el inicio de un camino repleto de momentos que no se olvidan. Tampoco los malos.
Decía Adrián Campos que en aquella primera época todos nos enamorábamos de Fernando. Porque cada vez que salía a pista y hacía de las suyas, nos ganaba enteros y ya no nos soltaba. Todo ello, para muchos, formaba parte de sus inicios en este mundo de coches, de este circo de leyendas hambrientas, pero sobre todo de los días en que empezó a deslumbrar al resto.