Un par de retoques en su coche. Falta de confianza y fallos de sus rivales. Y su talento y velocidad natural como ingrediente esencial. Max Verstappen ha logrado que haya Mundial. Era un secreto a voces desde la vuelta del verano pero ahora ya es oficial. El tetracampeón ganó la carrera al sprint y, con su victoria en la prueba del domingo, pega un bocado al campeonato. Ya está a 40 puntos de Oscar Piastri, que solo fue quinto, y a 26 puntos de Lando Norris, segundo, y todavía hay cinco pruebas y dos sprints por disputar. Es lo mejor que le podía pasar a la Fórmula 1.
Verstappen no sufrió y ganó sin despeinarse. Se podría decir que Fernando Alonso tampoco, pero no disfrutó. Su cita no tuvo grandes emociones pero sacó un punto con un monoplaza que no está para muchas alegrías. Gestionó una vez más como nadie para terminar décimo y sacar algo para el equipo Aston Martin pues Lance Stroll fue duodécimo. Carlos Sainz sufrió una tarde para olvidar pues su carrera apenas duró siete vueltas: cometió un error y se llevó a Kimi Antonelli. Los McLaren no tenían para más: Piastri nunca fue rápido y Norris le echó valor en las últimas vueltas para tirarle el coche a Leclerc tras pasarse toda la carrera detrás de él.
Para la salida, había que coger palomitas, visto el desastre en la sprint del sábado. El caos total que causó Piastri no se repitió en la carrera del domingo. Hubo más cautela. Leclerc fue quien puso el picante cuando se apagó el semáforo y no se lo pensó. En la primera frenada, aprovechó su neumático blando, pasó por el exterior a Norris y fue a por Verstappen en las enlazadas. Fue demasiado optimista y tuvo que conformarse con la segunda posición. Alonso perdió un par de posiciones y cayó a la duodécima, teniendo que sacar los codos con Hulkenberg y Bearman en las primeras vueltas por el último puesto de puntos.
La carrera del asturiano fue como la mayoría de este año. Pura gestión. Se fue alejando de Hulkenberg, delante de él, y de Lawson, que estaba detrás. Le informaron por radio de que su gestión estaba siendo óptima pero él siguió. Alargó la parada y montó blandos pero nada cambió a su alrededor: las dos posiciones que había perdido en la salida cuando trató de adelantar por el interior las recuperó cuando se tocaron Sainz y Antonelli. Lawson se le acercó durante los últimos giros pero la posición siempre estuvo bajo control.
Norris fue y fue a por Leclerc mientras la rueda blanda del Ferrari se caía e iba regalando oxígeno a Verstappen. En este Mundial, cada punto vale oro y el británico lo sabía. Más si cabe cuando el neerlandés lidera la carrera y te tortura cada fin de semana. Tras el coche de seguridad virtual que provocó Sainz, las gomas rojas del monegasco, lejos de desfallecer, se enfriaron y empezó a sentirse más cómodo con el McLaren del británico detrás de su caja de cambios. Su defensa fue brillante y muy limpia: se protegía por el interior y traccionaba mejor para salir rápido a las rectas a pesar de que se le iban cayendo los neumáticos.
Sainz pierde su inercia
Norris le achuchaba pero no encontraba el hueco y la carrera iba avanzando. Qué desesperación del británico, con mucho más ritmo pero menos inteligencia en el cuerpo a cuerpo que Leclerc. Le costó 22 vueltas superarle y colocarse segundo, detrás pero muy lejos de Verstappen, que rodaba primero y en otra galaxia. El neerlandés afianzaba su liderato con un colchón de once segundos respecto a Norris. Piastri, mientras, ocupaba la quinta plaza, entre quejas sobre sus neumáticos. El australiano estuvo un fin de semana más carente de ritmo y más pendiente de Russell, que era quinto.
Sainz regaló un adelantamiento precioso a Bearman para ser octavo antes de abandonar. Fue lo único que pudo probar en pista, además del fuerte ritmo de su monoplaza. Su carrera terminó demasiado pronto porque cometió un error y se llevó puesto a Antonelli en la vuelta siete. Su Williams sí tuvo velocidad: el tiempo que estuvo en pista se mantuvo pegado en DRS al Mercedes del italiano. Trató de emular su pasada a Bearman al comienzo de la prueba pero se lanzó por un lugar donde no había espacio y terminó golpeando a Antonelli, que trompeó y cayó a la última posición. El madrileño mostró velocidad pero se fue de vacío de Austin tras haberse subido al podio en la carrera al sprint. Le puede caer sanción en la próxima cita por su choque.