El sábado 9 de febrero se preveía como un día grande para el baloncesto sevillano. El Real Betis Energía Plus, mediante el primer puesto como campeón invernal de la LEB Oro, se encontraba en la final de la Copa Princesa de la misma, frente al Bilbao Basket, subcampeón a estas fechas; y delante de su público; un pabellón San Pablo que vibró como nunca para llevar a su equipo en volandas hacia la victoria. Tan solo la inercia, a la par que; por supuesto, la demostración del espectacular trabajo del entrenador verdiblanco Curro Segura, llevado a cabo por jugadores como Thomas Bropleh (MVP de la final), Dani Rodríguez o Matt Stainbrook, fue necesaria para llevar el partido a terreno local. El Betis Energía Plus se proclamó campeón de la Copa Princesa, y dio otro gran paso hacia su gran objetivo de esta temporada: el ascenso a ACB.
Pero esto no solo otorga un plus de ánimo al equipo para conseguir la meta final del presente curso (que esta muy cerca de concretarse), sino que se trata de todo un premio a una afición tan sufridora en lo que respecta al baloncesto como la sevillana. Es esta Copa Princesa el primer título oficial que llega a las vitrinas de San Pablo, algo cuya relación con lo mencionado anteriormente se entiende remontándose un par de años atrás en el tiempo. En el verano de 2016, se dio una de las salvaciones institucionales más agónicas del baloncesto español, de la mano de este club, el cual fue acogido, como actualmente indica su nombre, por el Real Betis y la empresa Energía Plus. Todo (o casi todo) pareció, por unos meses, estar en orden, pero nada de eso. La temporada 2016/17 (la primera con los patrocinadores citados) fue pésima en todos los ámbitos deportivos, con un equipo mal conjuntado y sin alma, que devolvió la desilusión a San Pablo, obteniendo, en la última jornada, el descenso de categoría, el cual, de forma milagrosa y debido a diversos asuntos judiciales, no terminó consumándose. Un halo de esperanza para la situación deportiva de una entidad, que; sin embargo, volvió a cometer los mismos errores, algo que provocó que una plantilla llena de «estrellas» individuales pero sin conexión en la pista llevara al Betis Energía Plus, por segundo año consecutivo, a la LEB Oro. Un descenso que sí acabó por consumarse.
En el último verano, teniendo en cuenta los errores de estos dos años y renovando totalmente tanto la plantilla como la directiva (nuevos directores general y deportivo), por fin se construyó un proyecto serio y con unos buenos cimientos para conseguir algo grande, empezando por el ascenso. Renovar la ilusión de una afición decaída. Y, de momento, con el logro de esta Copa Princesa, ya mencionada como el primer título oficial a nivel nacional de la historia del club, se está comenzando a encaminar este deseo. Sevilla ya sueña.
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