Muy desigualado se presentaba el partido entre el equipo de los récords, Golden State, y los neoyorquinos, que desde que se lesionara Kristaps Porzingis tan sólo han ganado un partido. Pero para alegría del público del Madison y de los amantes del baloncesto en general, los de Hornacek mostraron su mejor cara en una primera parte en la que consiguieron mantener a raya a los actuales campeones.
Desde el inicio se vio esta igualdad. Los Knicks se presentaron muy batalladores, con un Kanter de nuevo muy dominador bajo los aros y especialmente acertado ofensivamente. Mudiay completó el mejor partido desde que llegase a la Gran Manzana hace apenas dos semanas, anotando 14 de sus 20 puntos en los doce primeros minutos de juego. Muy bien también anduvo Burke desde el comienzo, quien se está erigiendo como una de las sorpresas del nuevo momento de los Knicks.
Por Golden State, Curry era el encargado de mover el juego del equipo, en una versión mucho más asociativa que la de ejecutor a la que nos tiene acostumbrado. McGee, que fue titular en el conjunto de Steve Kerr, se mostró en todo momento muy participativo y especialmente preciso, al igual que Durant, quien actuó de líder anotador en este primer cuarto para el conjunto de California.
El segundo cuarto se tradujo un poco en más de lo mismo para ambos bandos. La igualdad inicial no se vio en casi ningún momento truncada salvo en dos momentos puntuales en los que ambos conjuntos se vieron con una renta de cinco puntos a su favor en el marcador. En el tiempo que los teóricos reservas estuvieron en pista, Ntilikina por los de Nueva York y West por los Warriors fueron quizás los más destacados para sus equipos.
Golden State, como de costumbre, fiaban parte de su juego al triple, aunque no con demasiado acierto. Este fue uno de los factores por los que los locales consiguieron resistir, y de muy buena manera, al posiblemente mejor equipo del mundo. Aunque en la segunda mitad sería distinto. Un triple de Lance Thomas sobre la bocina que avisaba del final de los segundos doce minutos puso a los Knicks uno arriba para júbilo del Madison y sorpresa de otros muchos.
Pero al comienzo de la segunda mitad floreció en los de la Bahía ese poder que muy pocos tienen, y es el de romper un partido cuando más igualado está. Un tercer cuarto casi perfecto de los visitantes dinamitó un encuentro que hasta entonces había sido de lo más entretenido. Curry, que acabó con 21 puntos, anotó 14 en este periodo, y los de Kerr cogieron un ritmo ya inalcanzable para los neoyorquinos. Thompson, que acabó como máximo anotador del partido con 26 puntos, ayudó también.
El 11-0 de parcial de salida, con tres triples seguidos incluidos, y el +21 en este tercer periodo, en el que se llegó a establecer una renta de +23 puntos (habían comenzado en -1), nos hace pensar que da la sensación que este equipo gana cómo y cuando quiere. Más aún si en el tiro de tres están tan enchufados como lo estuvieron en estos excelsos doce minutos.
El último cuarto fue una historia de la que ya conocíamos el final. A los de Hornacek sólo les quedó remar para dignificar el, por lo general, buen partido que habían hecho, y maquillar el resultado en la medida de lo posible. Era un partido que no iba mucho con ellos, y aún así presentaron batalla en la mayor parte de este.