Cristiano, el Real Madrid y el día de la marmota

El luso y el club vuelven a protagonizar un culebrón veraniego

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El 26 de mayo, el Real Madrid se alzó en Kiev con la Decimotercera Champions League, la tercera consecutiva y la cuarta en cinco años, proeza que tardará muchos años en volver a repetirse. Sin embargo, en pleno éxtasis y aún sobre el césped del Estadio Olímpico de Kiev, una declaraciones de Cristiano Ronaldo, tan inesperadas como inoportunas, cayeron como un jarro de agua fría sobre los madridistas: ”Fue muy bonito jugar en el Real Madrid. Hablaré en las próximas semanas”. Todos los focos dejaron de apuntar el indudable éxito merengue para centrarse en las explosivas declaraciones del luso.

Con esto, exactamente igual que ocurrió el año pasado, el Madrid y Cristiano volvían a verse envueltos en un tira y afloja que da a los madridistas la sensación de estar viviendo un deja vú. Cristiano se equivocó, no era el momento de hacer esas declaraciones, y el portugués era perfectamente consciente de ello, de hecho al día siguiente, durante la celebración en Cibeles y en el Santiago Bernabéu, fue él uno de los que llevó la voz cantante.

Por lo que sí, Cristiano se confundió en las formas de trasladar el mensaje, pero no se trata de una simple rabieta. Se trata de un problema que viene arrastrando desde hace tiempo. No es cuestión de querer ser el centro de atención, como algunos insinuaron, y es difícil pensar que sea una simple cuestión de dinero; pues con el dinero que el luso ingresa en publicidad, el luso es el segundo futbolista que más dinero ha ingresado en toda la historia, después del británico David Beckham.

Pero no, es una cuestión económica, ni siquiera deportiva, es una cuestión que trascienda más allá de eso. Se trata de una cuestión de prestigio, de reconocimiento. Al terminar la final de Cardiff, de la que el portugués fue uno de los máximos artífices, no sólo durante la final, sino durante toda la fase eliminatoria de esa Champions, anotando cinco goles al Bayern, tres al Atleti y otros dos en la final a la Juventus, desde la zona noble del club blanco se le prometió una renovación, que le situaría en el lugar que se ganó sobre el terreno de juego. Una renovación que le situaría a la altura de los mejor pagados, que, sin embargo, nunca llegó.

También a lo largo de la temporada, diversos compañeros y gente dentro del club se han deshecho en elogios hacia Neymar, uno de los mejores futbolistas del mundo sin duda. Sin embargo, por el salario y el prestigio actual del crack brasileño y debido a la estricta política de escala salarial dentro del club blanco, parece que el único sitio en el que podría encajar dentro del Madrid, sería el lugar que actualmente ocupa Cristiano.

Santiago Bernabéu dijo en su día que aquel que no estuviese a gusto en el Real Madrid, sabía donde estaba la puerta. Más recientemente, Luis Figo afirmó que en el conjunto blanco la vida seguirá después de Cristiano. Ambos tienen razón, es cierto que el club está por encima de cualquier futbolista, pero es conveniente recordar que el luso ha marcado una época en el Madrid. Es el máximo goleador de la historia del club, y en sus nueve años vistiendo el escudo madridista ha sido capaz de ponerse a la altura de lo que en su día hizo don Alfredo Di Stéfano.

Cristiano posa con su quinta Champions League, obtenida en Kiev. (Real Madrid CF)

Al igual que Leo Messi, Cristiano es un futbolista único, y el panorama futbolístico tardará décadas en volver a presenciar a dos extraterrestres como ellos. Por esto, tal vez el Madrid debería replantearse sus prioridades, echar la vista atrás y ver todo lo que el luso ha dado por la camiseta blanca y lo que puede seguir dando, y que al igual que el Barcelona hace con Messi, en ocasiones conviene hacer excepciones si éstas sirven para mantener motivados a los cracks.

Por su parte, Cristiano debería retractarse. Entonar el mea culpa, disculparse con la afición y los compañeros, y volver a dar el 110% en el campo, como ha hecho desde que llegase a la capital. Él sabe a la perfección que el vestuario está a muerte con él, que la afición lo adora, tal y cómo se demostró en la celebración en el Bernabéu, en la que el 80.000 corearon al unísono el Cristiano quédate, al que terminaron uniéndose sus compañeros. Es un ganador nato, y es perfectamente consciente de que el club perfecto para seguir haciendo historia es el Real Madrid.

Lo único que a día de hoy está claro, es que en una hipotética ruptura, ambas partes salen perdiendo, y saldrían ganando aquellos que quieren dejar de ver al Real Madrid en la cima. Por tanto, tal vez sea momento de aparcar las diferencias, sentarse a hablar, unir de nuevo las fuerzas y seguir buscando lograr aquello que en su día parecía imposible.

Por @diegoaguado97

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