Villarreal Athletic: Incomodidad indiferente

Dos equipos necesitados se enfrentaban en el Estadio de la Cerámica. Tanto el Villarreal como el Athletic son dos equipos que acudían (y salen) del partido en un situación realmente incómoda. Es lo que tiene estar de pleno en la lucha por no descender.

Puede que los leones acudieran en una situación algo más favorable, dada su buena racha liguera desde que Garitano es el entrenador del equipo. Salvo la ida de Copa del Rey contra el Sevilla, los bilbaínos no llevan ninguna derrota con el vasco al mando, ofreciendo una imagen mucho mejor que la ofrecida con Berizzo. A pesar de la ausencia de Aduriz y Raúl García, otrora indispensables para realizar un buen partido, el buen estado de Williams y Muniain les dejaba relativamente en el olvido.

Por su parte, el Villarreal estaba en una situación fatídica. Penúltimos en la tabla, con una racha desastrosa (ninguna victoria liguera desde la lograda frente al Betis en la 13º jornada) y un juego que dista mucho del que se esperaba al contar con figuras como Gerard Moreno y Cazorla. Era obligatorio para el submarino ganar para tratar de salir a flote, aunque no le sirviese para salir de abajo por el momento.

El partido comenzó tal y como se mantuvo gran parte del encuentro. Pese a la intención de los locales por llevar la iniciativa, eran los rojiblancos los que manejaban el juego. Controlaban el balón, generaban peligro sin llegar a concretar y anulaban cualquier opción ofensiva local. Primero fue Ibai el que tuvo una oportunidad que mandó al palo, tras superar a un Funes Mori nefasto durante casi la totalidad del partido. Tan sólo diez minutos más tarde, un centro desde la banda izquierda a cargo de Yuri acabó con Jaume Costa introduciéndose el balón en propia meta cuando no había ningún rival con posibilidades de rematar.

Se le presentaba un dramón a los de Luis García, que eran todo un manojo de nervios. Totalmente dominado por la necesidad, apenas causó revuelo en la casi media hora restante de la primera parte. Las únicas acciones a remarcar fue el duro juego que se mostró por ambos equipos, lo que se tradujo en más faltas y tarjetas que oportunidades, sobre todo por parte amarilla.

Una vez pasado el descanso, el juego no varió demasiado, pero sí que hubo un factor que a posteriori acabó pagando el Athletic. Aun estando todavía a más de media hora del final del partido, el Athletic decidió dejar al Villarreal el dominio del balón, algo que incluso a un rival que muestre un nivel muy bajo nunca se debe hacer. Fruto de ello pasó lo que pasó.

Alrededor del minuto setenta hubo una de las dos jugadas polémicas del partido. Un barullo en la frontal del área terminó con un balón impactando en la mano de un jugador del Villarreal, mano que el colegiado Undiano Mallenco no consideró punible. Precisamente, después de esta jugada llegó el gol del empate: un centro de Pedraza acabó con Ekambi lanzándose al suelo para empujar el balón.

En ese momento fue cuando los locales decidieron dar un paso al frente que, sin embargo, no duró demasiado. Presionó con relativo éxito a su rival que, aun viéndose en una situación más desfavorable, no tardó en reaccionar para hacerse nuevamente con el control del partido, un control que al final de nada le sirvió.

Sin embargo, y antes de que se decretase el final, sucedió la que fue la jugada más polémica del partido. Una jugada por la banda izquierda de Yuri y Córdoba, acabo con el primero metiendo un centro para que Williams marcara en el 88´. Ante la duda de si Yuri estaba en fuera de juego cuando desdobló a Córdoba, el árbitro acudió al VAR para, finalmente y tras varios minutos de absoluta tensión, acabar por anular el gol. Será una de las jugadas más comentadas de la jornada, ya que el fuera de juego, si existiera, sería por una distancia ínfima.

Al final la única distancia ínfima es la que tienen todos los equipos de media tabla. El Athletic desaprovechó una oportunidad para alejarse de los puestos de abajo, mientras que el Villarreal para salir de ellos. Probablemente sean los bilbaínos los más conformes con el resultado, pero seguro que se marchan con un sabor agridulce de la localidad castellonense; mientras que los locales se desesperan ante la imagen de un equipo que apenas hizo méritos para llevarse el empate y mucho menos la derrota.