El United agrava la crisis del Chelsea y avanza en la FA Cup

No hay lugar en el orbe donde la Copa sea más importante que en Inglaterra. No es para menos: la FA Cup es el torneo más antiguo del mundo del fútbol y fue esencial para que el balompié se convirtiera en el deporte más popular de la tierra. De ahí su importancia. Por eso ganar la FA puede salvar la temporada de un equipo. Hoy, más que nadie, el Chelsea necesitaba seguir en la carrera por levantar el mítico trofeo y ha vuelto a tropezar con su inoperancia, y el buen momento del Manchester United. Los de Solksjaer necesitaban levantar la cara después de que su rosario de limitaciones fuera sacado a la luz por un PSG que no se despeinó para sacar una ventaja casi irremontable de Old Trafford en los octavos de final de la Champions. No será espectacular, pero el United del noruego sacó una de las mayores virtudes de los Red Devils, por años extraviada, y que ha vuelto a la luz: su pragmatismo.

Los primeros minutos de partido daban la sensación de que este juego sería un ida y vuelta donde el Chelsea podría dar la campanada y darle un espaldarazo a Sarri, que para muchos tiene las horas contadas. Los Blues estaban volcados al ataque y, en una jugada originada de un tiro libre, lograron poner a temblar a la zaga del United en dos ocasiones pero que las seguras manos de Romero apagaron. Parecía que el Chelsea ahora sí iba en serio, que ahora sí podría vencer a un equipo de su calibre. Nada más lejano de la realidad. Los Red Devils poco a poco se fueron asentando dentro del terreno de juego y, cuando ya habían neutralizado al ineficaz ataque de sus rivales, marcaron un gran gol derivado de una genialidad de Pogba, quien después de un par de bicicletas mandó un centro preciso para que Ander Herrera rematara a contrapié de Kepa, que solamente pudo detenerse a observar cómo el balón terminaba dentro de su portería. A partir de ahí, cuando el reloj apenas rebasaba la media hora de juego, el Chelsea dejó de existir.

A los Blues les sentó de muy mala manera el gol recibido. Los de Sarri no pudieron reaccionar de manera proactiva a un United que tampoco era un equipo brillante, pero, por lo menos, brillaba por su eficacia. Los de Solksjaer maniataron al Chelsea y, cuando fenecía el primer tiempo, dieron el golpe definitivo. Paul Pogba, omnipresente en el juego de su equipo, recuperó el balón en el medio del campo y sirvió un balón a Marcus Rashford, que se encontraba completamente sólo en la banda derecha y pudo esperar a que el centrocampista francés entrara al área para mandarle un servicio en bandeja de plata; el campeón del mundo remató con furia hacia el arco de un frustrado Kepa, que una vez más no pudo hacer gran cosa para evitar la caída de su arco y, como todos sus compañeros, quedó tendido sobre el césped del Stamford Bridge.

La segunda mitad solo fue una réplica de la primera, donde un Higuaín perdido clamaba por un balón digno y Sarri sólo observaba en la banda con la mirada del que sabe que puede ser su última noche en el barco de los Blues, muy habituados a tirar por la borda a cualquier entrenador que no entregue resultados de manera casi inmediata. La esperpéntica segunda mitad del partido sólo será recordada por el público del Chelsea, que se quedó en sus asientos hasta el pitido final, con el único objetivo de demostrar su descontento con un sonoro abucheo que llegó a oídos de todo el planeta. Para fortuna de Sarri el mundo del fútbol es maleable, y la desdicha de ayer se convierte en la alegría del mañana con un simple abrir y cerrar de ojos. El jueves enfrentará al débil Malmö y el domingo se jugará el pellejo ante el temible City de Guardiola, cuyo potencial los Blues conocen más que nadie…

@Ricardoguajiro