Dos veces al año el Principado de Asturias se para y se divide. Dos veces al año muchos vecinos no quieren ni saludarse. Dos veces al año acontece uno de los grandes momentos para los aficionados al balompié. La rivalidad en el paraíso natural, el duelo entre Real Oviedo y Real Sporting de Gijón. No importando resultados previos, formas o consecuencias, todo se vuelve a centrar en noventa minutos de pasión. El Nuesu Derbi es una hora y media de ser o no ser.Al margen de creencias, ideologías futbolísticas -y no tan futbolísticas-, nos encontramos con un partido con aires de revancha. El Real Oviedo venció los dos últimos partidos ante el Real Sporting con solvencia. Visita El Molinón-Enrique Castro «Quini» como una de las mejores noticias de la Liga 1|2|3. Por su parte, el conjunto local no ha mostrado regularidad con José Alberto López. Si no retoman el vuelo podrían caer en la peligrosidad de parecerse al equipo que tuvo que dejar el «Pipo» Baraja. Por ello, si la victoria cayese de lado local sería una medicina, mientras que si correspondiese al otro, se tomaría como un aumento de las ilusiones de plantilla y afición.
Alejándonos algo del 105×68 se puede afirmar que el Nuesu Derbi está infravalorado. Debería tener mucha mayor repercusión, ya que es un día en el que lo que ocurre en los más de 10.000 kilómetros cuadrados de extensión de nuestra tierra es similar a otras rivalidades que suceden en el mundo. Por ejemplo, si vemos los famosos «clásicos» en la Serie A italiana, el entusiasmo generalizado es realmente parecido. En el precioso Derby della Lanterna (ciudad de Génova), o en el Derby della Mole (Turín) ocurren paralelismos: dos formas de entender todo en general y ese día la división es más que patente. Vuelve a diferenciarse entre lo que eres y lo que no.
Equipo y afición
En clave Real Oviedo, la última visita azul a Gijón resultó un éxito. Terminó con empate a un gol, pero la comunión entre jugadores y aficionados fue total. El gol de Toché supuso un éxtasis. Brazalete al aire, mensaje desde la grada de «sigue siendo verano» y prácticamente una fiesta. Tras muchas temporadas sin ver un cara a cara y sufrir el infierno, se puede decir que fue un punto de inflexión. Ahora, casi un año y medio después, las cosas son distintas, el ser o no ser tiene una transcendencia en las aspiraciones, ya no es un partido en las primeras jornadas. Una derrota dolería y repercutiría.
Las miradas para los de la capital de Asturias tienen que basarse en encontrar el juego y el sistema. Ante el Nástic de Tarragona fue el acierto cara a puerta, pero no puede olvidarse el fracaso en Mallorca. Ante un rival directo por la promoción de ascenso se vivió un hundimiento total. Pero no fue algo aislado, ya que el empate ante el Lugo había mostrado las carencias. Por ello, Juan Antonio Anquela debe plantear 90 minutos de dominio en el centro del campo e inspiración en las zonas de ataque. Así jugadores que deben erigirse como líderes podrán brillar.
El otro ingrediente está en el ambiente. No será agradable hacia el lado carbayón, pero tendrán más de 1000 oviedistas animando en un sector. Esa gente es el lado emotivo. Personas que pasan un domingo en un campo de fútbol porque entienden que es algo más que noventa minutos. Saben que hay algo especial. Se ven reflejados en sus colores y en su equipo. Son los principales protagonistas del ser o no ser y en su forma de entender la rivalidad reside la importancia del Nuesu Derbi.
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@eugemf7