Este Celta- Villarreal significaba mucho más que 3 puntos a disputarse. Separados por solo 4 puntos en la clasificación, la victoria del Celta apretaba aún más la situación y se acercaban más a la permanencia. Sin embargo, para conseguir la victoria debían pasar por encima de un Villarreal que llegaba en su mejor momento de la temporada. 4 victorias consecutivas que les proporcionaban un mínimo colchón de errores. La permanencia pasaba por ganar el partido, Iago Aspas lo sabía y era titular.
Contragolpes como arma letal
Qué comienzo del Villarreal. En un partido tan importante como éste y con la noticia de que Aspas había vuelto era inconcebible que el Villarreal mandase por 0-2 con solo 15 minutos de juego. Primero fue Toko Ekambi rematando en boca de gol un centro atrás de Mario Gaspar; y más tarde fue Pedraza con un golazo maradoniano que destapó las vergüenzas defensivas del Celta.
Los dos goles cayeron como un jarro de agua fría en Balaídos. De hecho, los primeros compases del partido fueron vigueses, pero el shock fue demasiado grande. Tenían la posesión del balón e incluso el control del partido, aunque nunca llegaban a buen puerto con sus posesiones demasiado pasivas. En contraposición, los de Calleja esperaban al Celta y les presionaban en su propio campo para, una vez recuperada la posesión, lanzar la contra de Chukwueze, de Ekambi o de Pedraza. El Celta sufría muchísimo con las transiciones defensivas, y Calleja lo aprovechaba.
Los atacantes del Villarreal eran cuchillos calientes cortando mantequilla. La defensa del Celta era un caos. Sin firmeza, seriedad ni orden. Más cerca estaba el 0-3 que el 1-2, a pesar de las buenas acciones que los vigueses encadenaban aunque sin encontrar nunca una clara oportunidad. Que el Celta esté tan abajo en la tabla se entiende al ver las facilidades que su defensa ofrece.
Despierta el Celta
Mejor no podía empezar la segunda mitad para los intereses del Celta. A los 5 minutos de juego, Iago Aspas recortaba distancias con un magistral libre directo desde el borde del área. El canterano y figura viguesa aparecía y era protagonista por primera vez en todo el partido, y lo hacía para romper la nefasta racha de 409 minutos sin marcar del Celta. 1-2 y 40 minutos por delante. Sin embargo, no todo era positivo. La defensa de Escribà hacia aguas en cualquier faceta del juego y tuvo que aparecer Rubén Blanco para evitar el 1-3 de Ekambi.
Cada vez que el Celta se acercaba a la portería de Asenjo, la respuesta del Villarreal era inmediata, aunque siempre por concesiones infantiles de la defensa gallega. Y es que el Celta las tenía para empatar. Primero fue Hugo Mallo, luego Boufal, y mientras tanto el juego se desarrollaba en la mitad del campo castellonense. Había despertado el Celta y los contragolpes amarillos cada vez eran menos constantes debido al dominio que el Celta ejercía sobre el balón.
Y en este contexto de dominio gallego, Maxi Gómez igualó la contienda con un testarazo picado. La enésima subida por la banda izquierda de Olaza la aprovechó el uruguayo para conseguir su décimo gol del año. Con el 2-2, el Celta iba a por todo y el Villarreal sufría mucho, tras desaprovechar una renta magnífica que le acercaba a la permanencia. La conexión Aspas-Gómez escribía un capitulo más en su historia, y daba la sensación de que uno, sin el otro, no dan su 100%.
Aspas remonta
El Celta había apelado a la heroica, y la heroica le respondió gratamente. Un penalti claro, a la vez que absurdo e infantil, de Victor Ruiz lo transformaba Iago Aspas para poner el 3-2 en el marcador, remontar el partido y dejar viva la lucha por el descenso. Iago Aspas se convertía, una vez más, en el héroe salvador de un equipo que, sin él, se vería abocado a la Liga 123.
El partido termina con un 3-2 que da 3 puntos de oro al Celta para situarse cerca de la salvación. El Villarreal no supo aprovechar sus oportunidades y pierde la gran oportunidad de alejarse del pozo. La Liga está, más que nunca, al rojo vivo.