Ganar a pesar de todo

Los Blues, a pesar de un arranque dubitativo, se aferran al pragmatismo de Maurizio Sarri para destruir al nervioso Arsenal de Emery (4-1), y levantar su segunda Europa League en el último partido de la carrera de Petr Cech

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No importa que tus jugadores se peleen, que tu entrenador pierda la cabeza como si fuese un deporte, que tu juego sea inoperante en largos tramos del juego si, a final de cuentas, logras levantar un trofeo. Chelsea, envuelto en una época de grandes vaivenes, tanto dentro como fuera del rectángulo verde, ha logrado levantar la Europa League a pesar de sí mismo. Los de Maurizio Sarri, contrario a lo que le suele gustar a su volcánico técnico, fue un equipo que espero atrás y, con base en puras transiciones, destruyó a un Arsenal que se fue desmoronando jugada a jugada, en un segundo tiempo fatídico que será difícil de olvidar para la tan herida afición de los Gunners. Los del norte de Londres, además del dolor de la derrota, tendrán que ver la próxima edición de la Champions League por televisión .

El Arsenal jugó dos partidos. El primero fue el que transcurrió hasta que el reloj del estadio de Baku marcó la primera media hora de partido y, el segundo, el que arrancó con una providencial atajada de Cech y acabó en una de las finales más trágicas en la historia de uno de los equipos más importantes del futbol mundial. Los Gunners, que han marcado al futbol gracias a las mentes creativas de Herbert Chapman y Arsené Wenger, nunca han sido capaces de encontrar la vía que los lleve a conquistar uno de los dos títulos más importantes de Europa. Para hacer más agónica su desdicha, sus conciudadanos han logrado levantar ya dos Europa League y una Champions desde que Abramóvich, por medio de sus petrodólares, convirtió un equipo chico e intrascendente en uno grande y protagónico. 

Los Gunners parecían determinados a romper con su historia negativa en Europa. Fueron ampliamente superiores en un primer tiempo en el que  daba la sensación que podía caer un gol del Arsenal en cualquier minuto. Aubameyang desaprovechó un rebote que le quedo en bandeja de plata, Lacazette cayó en el área en un jugada que bien podría haber acabado en un tiro desde los 11 pasos, Kolasinac inquietó en un par de ocasiones y Xhaka le quitó pintura al travesaño de los Blues. Pero todo fue en vano. Desde que Emerson obligó a Cech a emplearse a fondo al 33’, el partido cambió su tono de rojo a azul. 

El segundo tiempo sería el escenario de una tragedia y de una epopeya simultáneas. Depende desde qué lado se le mire. Para el Chelsea fue como si todos los fantasmas de la temporada se vinieran abajo en tan solo 45 minutos; para el Arsenal fue como si nunca se hubiesen ido. 

Se puede armar un esquema óptimo, un sistema que rinda frutos, pero todo se va a la borda cuando la calidad de un jugador como Hazard aparece. Contra el talento no hay antídoto, dicen los viejos. Y tienen razón: en cuanto se activó el futbolista belga, la victoria del Chelsea no tuvo marcha atrás. Justo un jugador así de determinante es lo que le hace falta a los Gunners. Chelsea tampoco lo tendrá, porque parece que el mejor jugador del mundo, detrás de Messi y Ronaldo, se vestirá de blanco. 

No existe ningún gol en contra que esté planeado, es obvio, pero los goles tempraneros son más difíciles de digerir. Al alba de la segunda mitad, con un centro bajo, de aquellos a los que sólo llegan delanteros oportunistas como Giroud, el Chelsea comenzó su escalada futbolística y empezó a guardar las distancias en el marcador. El segundo gol Blue, cuando apenas corrían 15’ de la segunda mitad, llegaría gracias a un providencial Hazard, que encontró a un tipo brillante en el demarque como lo es Pedro, quien firmó un gol que le valió un récord personal casi inalcanzable: ser el único jugador en ganar un Mundial, una Eurocopa, una Champions, una Supercopa de Europa y una Europa League. 

El anhelo de remontar de los Gunners se vio rápidamente frustrado cuando Maitland-Niles cometió un inocente penal que Hazard convirtió en el tercer gol de los azules. Solo Iwobi logró sacar un sonrisa a los seis mil aficionados que viajaron hasta la lejana capital azerí con un golazo de consolación. Por si faltaba poco, cuando el Arsenal acababa de acercarse tímidamente en el marcador, Hazard intercambió pases con Giroud para sellar el ataúd del conjunto de Emery y dejar en claro que, en esta final de Europa League, como bien lo dice la canción… Blue is the colour. 

El Arsenal se queda, una vez más, con un sabor amargo en la boca tras haberse armado mejor y haber traído un director técnico nuevo; quizás Emery, con todas las malas lenguas que le persiguen tras el 6-1 que le propició el Barcelona a su PSG, no sea el hombre que le devuelva la mística ganadora al equipo. Del otro lado, quizás el título tenga tintes melancólicos… de los jugadores que hicieron grande al club, ya no quedará ninguno en sus filas.

@Ricardoguajiro

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