El choque empezó mal para los donostiarras, que perdieron a las primeras de cambio a su central Aritz Elustondo, evacuado a un centro hospitalario por las asistencias y que fue sustituido por el francés Le Normand, lo que cambiaría el signo de los acontecimientos.
La Real, siempre al dictado de un brillante Odegaard, empezó a llegar con peligro mediada la primera mitad y el Eibar a refugiarse en su área para ir cediendo terreno a los locales e intentar sorprenderles en alguna contra.
Portu, en una de las primeras llegadas peligrosas de los blanquiazules, tuvo la mejor ocasión para abrir el marcador, pero su remate encontró el cuerpo del exrealista Cote Valdés para evitar males mayores a un Eibar que comenzaba a sufrir.
El gol se veía venir y llegó en una jugada a balón parado, un lanzamiento de falta que ejecutó con su precisión habitual Odegaard para que Le Normand, de gran cabezazo, introdujera el balón en la portería de Dimitrovic.
El Eibar se estiró tras encajar el tanto y encontró muy rápido su recompensa, precedida de un disparo intencionado de Inui, prólogo a la jugada que acabó primero con un remate al poste de Orellana y el posterior gol de Pape Diop en la continuación.
Dos goles anulados, uno a Oyarzabal por fuera de juego previo de Portu y otro a Pedro León tras mano de Charles, pusieron el broche a una primera parte muy entretenida que dejaba un marcador abierto y sin un favorito claro.
El Eibar se durmió en vestuarios y los locales entraron enchufados a una segunda mitad en la que volvieron a abrir brecha en el marcador con un gran gol con la zurda del internacional Mikel Oyarzabal, tras una brillante acción de un Portu desatado en este partido.
Volvía a nadar a contracorriente el conjunto armero, pero en esta ocasión al equipo local le pilló con la guardia alta y con un Odegaard sobresaliente que manejó el timón del juego realista cómo y cuando quiso.
El tercer gol de la Real llegó también en el primer tramo del segundo período, obra de Willian José a pase de Llorente y, a partir de ahí, los locales respiraron más cómodos y empezaron a guardar la ropa, a diferencia de otros partidos en los que perdieron su ventaja.
El Eibar intentaría meterse en el encuentro, necesitaba un gol para poner nervioso a los blanquiazules, y éste no llegó, aunque se atisbó en un cabezazo de Ramis peligroso que no iría a más y Odegaard rubricó su gran encuentro con un tanto de bandera para cerrar una inesperada goleada.