Numancia 2019: redefiniendo la palabra resistencia

La palabra resistencia se inventó en Soria. Concretamente hace más de dos mil años y en un pequeño cerro a cinco kilómetros de la capital. Su equipo de fútbol la adaptó a su idiosincrasia y siempre la defendió hasta el extremo de aferrarse a ella en sus momentos más complicados. Y 2019 no fue un año fácil a orillas del Duero.

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Montaña rusa de sentimientos. Idas y venidas para acabar yendo y viniendo una vez más. Alegrías y decepciones. Más frecuentemente esto último. Ilusiones creadas para ser posteriormente desarboladas. No fue un año fácil a orillas del Duero. Podríamos asegurar sin miedo a equivocarnos que fue uno de los cursos más complicados que se recuerdan en el frío Estadio de Los Pajaritos. Numancia ardió en un constante e incesante mar de llamas desde enero hasta junio para atisbar, por fin a finales de año y tras una profunda reconstrucción, un rayo de esperanza que evoca al Numancia de las grandes gestas. El equipo de la resistencia volvió a hacer lo que mejor sabe: resistir.

Capítulos I a VI

Dice el refranero castellano que lo que mal empieza mal acaba. La etapa de Aritz López Garai en el Numancia no comenzó precisamente con buen pie. La irregular primera vuelta perpetrada por un equipo constante y odiosamente comparado con el plantel que la temporada 2017/2018 estuvo a punto de lograr el ascenso a primera división y sus recurrentes enfrentamientos con la afición desde la prematura eliminación en Copa del Rey frente al Sporting (1-2); no hicieron sino encender, en la grada y desde bien temprano, los primeros reproches frente al equipo, el nivel de juego y, sobre todo, frente a la figura de un entrenador al que se acusaba de una incomprensible obstinación por seguir un camino que, decían los más críticos, no llevaba a ningún lado. El tiempo les acabaría dando la razón a unos… para quitársela a otro.

El empate in extremis entre la niebla de Alcorcón en el que fue el partido previo al parón por Navidad había contribuido a levantar los ánimos en lo que al planeta futbolístico soriano se refiere. Más querer creer que creer, pero las ilusiones autoimpuestas también gozan de efecto placebo. Poco tardaron en evaporarse. Concretamente siete días.

El día siete de enero, mientras los niños aún apuraban sus últimas horas de vacaciones junto a los juguetes que Sus Majestades de Oriente habían considerado oportuno dejar bajo el árbol, los aficionados sorianos acudían en masa al Estadio de Los Pajaritos queriendo creer que la primera vuelta del equipo había sido tan solo un espejismo. Queriendo creer que la plantilla remontaría el vuelo y volvería a hacerles soñar como hacía no tanto. El Numancia recibía al Real Oviedo en la que se intuía, con más corazón que cabeza, como la última oportunidad de intentar no descolgarse demasiado de una zona de play-off ya de por sí prácticamente inalcanzable. Pese a todo, y pese a llegar a igualar dos veces el electrónico, un gol de Bolaños en el descuento hizo esfumarse de repente aquellas escasas y autoimpuestas ilusiones que aún brillaban en la grada. Baño de realidad. El comienzo de la travesía por el desierto.

El equipo se encontraba en parada cardiorrespiratoria. Jamás volvería a ser el mismo, si es que alguna vez lo fue. Jornada tras jornada, el Numancia brindaba a sus aficionados dos de cal por tan solo una de arena. Cómodas y trabajadas victorias como anfitrión frente al Córdoba y al Lugo se entremezclaban con insulsos empates y derrotas, tanto como local como a domicilio, donde el equipo, tras veintiséis jornadas disputadas, aún no había sido capaz de vencer ni un solo partido.

Golpe de efecto y golpe de realidad

El punto de mira señalaba a Aritz López Garai como el gran culpable de la deriva hacia la que parecía dirigirse una plantilla que podía y debía aspirar a algo más que lograr la salvación a última hora. La recién estrenada directiva de Moisés Israel, en un claro movimiento de reforzar su más que cuestionada posición, anuncia su renovación por una temporada más. Intento de golpe de efecto que resultó ser golpe de realidad.

Días después el Numancia venció por la mínima en Almendralejo en la que sería la primera -y única- victoria a domicilio de la temporada. La lluvia de críticas hizo amago de amainar, pero las nubes volvieron pronto.

A finales de marzo, la visita al recién renovado Cerro del Espino fue la confirmación de que la pesadilla no era sino una realidad. Con varios centenares de aficionados rojillos en las gradas, en uno de los desplazamientos más masivos del año, el Numancia ofreció una imagen paupérrima y desastrosa sobre el césped para perder, de manera fulminante, por 4 a 0 frente a un Rayo Majadahonda declarado como rival directo en la batalla por el descenso. El barómetro señalaba indignación, depresión e incredulidad a partes iguales. Las cifras no harían sino aumentar.

Derrota clara en Tarragona. El Mallorca logró el tanto del empate en el 90’. Darwin Machís el de la victoria para el Cádiz en el 95’. El Deportivo llegó a Soria y en los primeros diez minutos sentenció el partido. Un ‘Aritz vete ya’ atronador resonaba cada jornada en Los Pajaritos.

A falta de seis jornadas y dieciocho puntos por disputarse -incluyendo la a la postre clave victoria administrativa frente al Reus- más de un numantino se encomendaba a San Saturio para intentar eludir una segunda división B que el club no pisaba desde el siglo pasado. Dos empates a nada -autobús mediante- en Albacete y Zaragoza, una sólida victoria en casa frente al Alcorcón y los tres puntos obtenidos sin jugar frente al Reus hicieron su trabajo y certificaron, a falta de una jornada, la salvación matemática del equipo.

Soria respiraba aliviada. En la campaña más convulsa en décadas, la segunda peor de su historia en la división de plata; Numancia había, con más pena que gloria, resistido una vez más.

Paréntesis: la gran revolución

Su falta de autocrítica, su juego -achacado de ineficaz en segunda división- y sus polémicas decisiones en las alineaciones, con varios pesos pesados fuera del equipo, fueron las piedras que hundieron su propio tejado. Cuentan que desde que se enfrentara a la grada tras la eliminación copera, la relación se rompió y el amor se esfumó. Partido a partido, punto a punto, el amor se iba tornando en indiferencia y la indiferencia en antipatía. Pero nadie puede imputarle ni un solo delito. Prefirió morir que renegar de su ideario. Así fue. El 11 de junio, tan solo cuatro meses después de su renovación, el Club Deportivo Numancia anunciaba a través de un comunicado de prensa el acuerdo para la rescisión de su contrato. El fin de la etapa Aritz López Garai en el Numancia no acabó tampoco con buen pie. Porque ya saben. Lo que mal empieza… mal acaba.

No fue el único en irse. Pape Diamanka, Unai Medina, Markel Etxberría, Adrián Ripa, Luis Valcarce y Dani Nieto apuraban sus contratos y hacían las maletas ya como agentes libres. Diamanka eligió Girona como destino de entre todos sus pretendientes tras ser el hombre más destacado del Numancia, con nueve goles en liga. Sporting de Gijón y Cartagena serían los destinos de los laterales diestros. Luis firmaría por la Ponferradina de su Bierzo natal mientras que Dani empacaría sus maletas y cruzaría el Atlántico para iniciar una aventura tan exótica como arriesgada junto a un Independiente del Valle que le ha llevado a ganar la Copa Sudamericana (2º torneo intercontinental a nivel de clubes en Sudamérica) y a enfrentarse a algunos de los mejores equipos del continente de Pelé, Messi y Maradona. Peor suerte corrió el ya ex capitán Ripa, que, a día de hoy, sigue a la espera de un equipo que le permita dar, a sus treinta y cuatro años, una última carrera por el lateral zurdo.

‘Pichu’ Atienza es indiscutible en Zaragoza tras abonar el conjunto maño cerca de un millón de euros este verano en una operación tan celebrada en la ciudad del Pilar como en Soria.

Cristian Ganea, David Rodríguez y Fran Villalba volvieron a sus clubes de origen tras finalizar sus cesiones. El rumano apenas cuenta en Bilbao, el veterano ariete de Talavera llegó este mismo verano al Racing y la joya valenciana despunta en el Birmingham de la segunda división inglesa. Jordi Sánchez, Yaw Yeboah y Pablo Larrea marcharon, también como cedidos, rumbo a Valencia, Vigo y Ponferrada.

Siempre que hay salidas, por definición hay llegadas. Así fue. Dani Barrio para echar el cerrojo en portería. Calero, Sola, Héctor Hernández y Adrián Castellano en los carriles. Antonio Otegui, Néstor y Curro Sánchez para controlar la sala de máquinas. Zlatanović para intentar incrementar la producción goleadora. Roberto Jara, Marcos Isla, Ander Vidorreta y Moha eran promocionados desde el filial tras una excelsa temporada.

Pero faltaba algo. Un líder para integrar las más de diez piezas nuevas. Un adalid para devolver a Soria la ilusión perdida. Un cabecilla para que Numancia fuera capaz de resistir todavía más. Un hombre llegado desde el desierto era el preferido tras filtrar una lista con más de diez candidatos y con nombres tan variopintos como Bolo o Hierro, pasando por Muñiz. Luis Carrión, que días antes había dejado al humilde Melilla a las puertas de segunda división, era el elegido.

Ante la impactante revolución sufrida, a Numancia se le pedía resistir una vez más. No duden que lo hizo.

Capítulos VII a XII:

Otro curso futbolero arrancaba en la tierra cantada por Machado a mediados de agosto, cuando los pueblos de la provincia aún cuentan en sus calles con niños, bicicletas y griterío. Quizá por eso pocos se percataron del turbulento inicio del Numancia de Carrión. Derrota en casa frente al Alcorcón. Derrota frente al Tenerife de (ya no) López Garai -paradojas del destino- en la visita a la isla del Teide. Colista con cero puntos tras dos jornadas disputadas. Y punto de inflexión.

El Numancia de Carrión comenzó ahí su crecimiento. La primera piedra a partir de la cual asentar los cimientos de un nuevo proyecto. Victorias de prestigio frente a colosos como Huesca, Albacete o Sporting, este último en Gijón. Empates numantinos y estoicos al mismo tiempo en Coruña, con dos goles en los últimos cinco minutos; Oviedo, arañando un punto en el descuento o Ponferrada, bajo el diluvio y tras rehacerse al gol local. El Numancia tan solo concedió desde entonces y hasta finales de noviembre una sola derrota, aunque podríamos decir que vale por dos: ante el Real Zaragoza, en Los Pajaritos y en el Derbi del Moncayo. La única mota de polvo en el inmaculado expediente de Carrión hasta entonces.

El último mes de competición del año 2019 se apreciaba con la piedra de toque. La gran prueba de fuego a la que enfrentar al nuevo Numancia para dirimir las opciones reales de este equipo. Seis de los rivales más complicados de la categoría. Por nombre, por hombres y por situación. El Rayo de Jémez y el Málaga de Víctor no consiguieron volver de Soria con los tres puntos y tuvieron que resignarse con un empate. Pero un Almería bañado en petrodólares (2-0) y una UD Las Palmas (3-1) que baila al ritmo de Viera y Pedri sometieron al Numancia y durante días se creyó en Soria que las ilusiones habían vuelto a ser desmedidas.

Entre tanto, el Numancia sufrió su primer gran revés de la temporada para aumentar a alimentar esta creencia de que poco había que celebrar. La visita a Ceuta en la primera eliminatoria de la ‘nueva’ Copa Del Rey fue aciaga. Frente a un tercera división. Con varios titulares en el XI. Tras fallar tres penaltis de la tanda. Eliminados a la primera de cambio de la competición que puso a Numancia en el mapa.

Pero llegó el Girona del matador Stuani a Soria y se dio cuenta que no era así (2-0). Y el Cádiz, intratable hasta entonces en su estadio y en la tabla, recibió un póker de goles (2-4) para permitir al Numancia dormitar, durante todas las Navidades, en puestos de play-off. Con la muralla –Dani Barrio mediante- recuperada. Con la ilusión otrora perdida de nuevo recuperada. Con el espíritu de lucha y resistencia más integrado que nunca. Con Numancia, semiderruida allá por junio, ya reconstruida.

El colegiado pita el final y los escasos aficionados ataviados de rojo numantino abandonan radiantes sus butacas en la zona visitante del Estadio Ramón de Carranza. Aún queda un largo recorrido hasta llegar a casa. Algo más de ocho horas separan ‘la tacita de plata’ con la capital de la provincia más tristemente despoblada de España. Pero jamás tanta distancia se hizo tan breve. Porque en Soria y doce meses después, parece que, por fin, hay motivos para que el equipo que jamás dejó de resistir pueda volver a soñar de nuevo.

Numantino, na: Del lat. Numantīnus. 3. adj. Que resiste con tenacidad hasta el límite, a menudo en condiciones precarias. Real Academia Española © Todos los derechos reservados.

 

Cuatro nombres que marcaron 2019

Aritz López Garai: su delito, ser fiel a unas ideas que él mismo declaró como intangibles. El público, soberano, no se lo perdonó. Marchó a Tenerife y fue destituido a los tres meses.

Pape Maly Diamanka: el autor del gol que silenció a La Romareda e hizo a Soria entera gritar de alegría en aquella semifinal de junio de 2018 se marchaba rumbo a Girona tras decidir no renovar su contrato. Nueve goles en liga para uno de los pocos que estuvo a su nivel.

Luis Carrión: similar escuela que su predecesor en el banquillo, pero con notablemente más flexibilidad. Ha hecho de una plantilla que con grandes dificultades puede brillar por sí misma sea toda una experta en apagar a sus rivales. 32 puntos en 21 jornadas y sexto en la tabla. Va por el  buen camino.

Dani Barrio: uno de los fichajes del verano en segunda división. Premio Zamora y segundo portero con más paradas de la categoría. Portero de élite escondido en el barro de la segunda división B.

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