Por ahora no hay fecha favorita ni nada que se le parezca, para la disputa de la final de la Copa del Rey. La RFEF no ha tomado decisión alguna, ni ha emitido ningún dictamen sobre la misma. Pero el hecho de que lo más seguro es que durante todo el 2020 no pueda haber público en los estadios, hace que las posibilidades de que se disputen sin público, opción que todas las partes repudian, gane obligatoriamente enteros.
Además tras el pronunciamiento de la UEFA la pasada semana de que las competiciones nacionales deben terminarse, la opción de esperar a que pueda haber público empieza hasta a no ser opción. Mientras la RFEF guarda silencio en busca de una solución, lo cierto es todo apunta a que deberá disputarse en verano y, como no, sin público. Nadie está de acuerdo, pero la Federación podría verse acorralada a hacerlo así.
Eso provocaría una circunstancia que, evidentemente, no está prevista. La disputa, por las próximas tres ediciones, de la final en el Estadio de la Cartuja es por un contrato multimillonario firmado entre las autoridades andaluzas y la RFEF. Pero sin posibilidad de hacer eventos, actividades, ni desplazamiento de gente a la capital andaluza, todo eso se derrumba como un castillo de naipes. Eso sin contar la circunstancia de jugar en Sevilla en pleno verano con altísimas temperaturas.
Por ello, si se disputa a puerta cerrada, el cambio de sede es una opción muy plausible. Ambos equipos propondrían una sede que tuviese un buen terreno de juego y permitiese eliminar ese condicionante de tan altas temperaturas. No obstante la última palabra la tendrá la RFEF, que lleva casi una semana sin dar señales de vida para ningún asunto.