Hablemos de deporte. Milinko Pantić

Hace 25 años llegaba a la ribera del Manzanares una de las mejores diestras que han vestido la rojiblanca durante los últimos tiempos. Milinko Pantić es, por méritos propios, una figura relevante en la historia del Club Atlético de Madrid. Repasamos con él su carrera.

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Pregunta: Antes de hablar de tus inicios, ¿en qué momento profesional te encuentras?

Respuesta: Tras entrenar en España, Azerbaiyán y China, ahora continúo actualizándome para hacer posible que llegue una buena oportunidad.

P: ¿Alguna propuesta reciente?

R: Hay cosas, pero en el fútbol, como en la vida, hasta que no firmas el contrato no sabes si estás cerca o lejos.

P: Vayamos al pasado. Año 1985. Un joven Pantić aterrizaba en el FK Partizan.

R: Yo jugaba en un club de lo que aquí sería la Segunda B, cerca de Loznica, mi ciudad natal. En año y medio anoté más de 40 goles. Tenía ofertas de todos los equipos punteros de la antigua Yugoslavia. Sin embargo, desde niño siempre fui hincha del Partizan y, probablemente por eso, decidí fichar por ellos.

P: Allí conociste a Antić.

R: El míster pertenecía a la red de ojeadores del Partizan. En nuestro grupo había muchos equipos de Belgrado. En todos estos desplazamientos Antić iba a verme jugar. Seguramente gracias a su apoyo el Partizan me contrató.

P: Sin entrar a valorar los cambios geográficos y políticos que acontecieron años después, ¿qué diferencias ves entre el fútbol balcánico de aquella época y el actual?

R: La calidad de las ligas ha bajado mucho. La liga yugoslava era muy difícil, quizá de las más fuertes de Europa. FK Partizan, Estrella Roja FC, HNK Hajduk Split, GNK Dinamo Zagreb, FK Željezničar, FK Velež Mostar, FK Sarajevo, FK Vardar Skopje, NK Olimpija Ljubljana y otros más, conformaban un campeonato complicadísimo. Lo que no se ha perdido es el carácter competitivo del jugador balcánico. Para nosotros no existen los partidos amistosos. En nuestra mentalidad perder no es una opción.

P: Más de 5 temporadas en Belgrado.

R: Sí. Desde 1985 hasta enero de 1991. Además, en esa etapa cumplí el servicio militar obligatorio que prohibía continuar con la práctica deportiva profesional. Durante ese año organizaron, con el objetivo de mantener la actividad de muchos de nosotros, una selección en el ejército compuesta por jugadores en una situación similar. Estaba con Savićević, Boban, Pančev. Teníamos un equipo para ganar la Copa de Europa.

P: Sin embargo, con la selección de tu país solo participaste en dos encuentros a pesar de tu trayectoria.

R: Era muy difícil. En mi puesto jugaban auténticos fenómenos: Savićević, Stojković, Boban, Mijatović. Estar ahí era muy complicado.

P: En enero de 1991 firmaste por el NK Olimpija Ljubljana y, en verano, aparecía el Panionios.

R: Con el Partizan empecé muy bien. Ganamos dos ligas y tenía un papel destacado en el equipo. Pero con el paso del tiempo la situación cambió. Pasé seis meses en Eslovenia y surgió la opción del Panionios. Creo en el destino, y ese destino me llevó a Grecia. Todo esto sucedió justo antes de estallar la guerra. Gracias a Dios nadie de mi familia tuvo que sufrir el horror de esos años en primera persona. Lo que muchos no conocen es que estuve cerca de Turquía.

P: Cuenta, cuenta.

R: Antes de fichar por el Panionios me desplacé a Turquía para negociar con el presidente del MKE Ankaragücü. Tenían mucho interés en contar conmigo pero las sensaciones que me generaban el ambiente, la ciudad, no eran buenas. Me muevo mucho por las primeras sensaciones y notaba que ese lugar no era para mí. Además, la oferta del Panionios fue muy buena.

P: ¿En Grecia se vio al mejor Pantić?

R: Jugué muy bien. Mucho mejor que aquí. Estaba en un equipo pequeño y era el líder. Goles, asistencias. Disfruté mucho. No fue una decisión fácil salir de Grecia.

P: Y surgió el Atleti. ¿Quién contactó por primera vez contigo?

R: Como te he dicho antes creo en el destino. Después de coincidir en Belgrado, Antić quiso firmarme cuando entrenaba al Real Zaragoza. Sin embargo, en aquella época había que cumplir una serie de requisitos para poder abandonar el país. Al no cumplirlos se frustró el fichaje y perdí el contacto con el míster. Hasta aquel verano de 1995.

P: Extranjero, 29 años, desconocido por la mayoría, sin hablar el idioma, ¿cómo fue la llegada a ese vestuario?

R: Antić y Kunovac (segundo entrenador) me ayudaron mucho. No hablaba nada de español, pero el idioma del fútbol es universal. Además, el grupo que me encontré era muy bueno, seguramente el mejor en el que he estado. No obstante, la presión por demostrar mi valía estaba ahí. Esa sensación de estar a prueba duró hasta el primer partido en Talavera de la Reina. A partir de ese día todo cambió. Miguel Ángel Gil vino y firmamos el contrato.

P: ¿Quién te sorprendió más esos primeros días de entrenamiento?

R: Para mí el jugador con más calidad de la plantilla era Kiko. Era un talento puro, verdadera magia. Cada control suyo era un espectáculo. Cada pase era diferente, pero sería injusto no nombrar al resto de mis compañeros. Desde Molina hasta Penev, en todos los puestos había gente muy buena.

P: El equipo había mantenido la categoría, tras salvarse en la última jornada, la temporada anterior. Llegó el verano y empezasteis a ganar. Se inició la Liga y seguisteis con la buena racha. ¿Cuándo tomasteis conciencia de que esto iba en serio?

R: En la pretemporada hicimos partidos muy interesantes. Ganamos muchos torneos: Cádiz, Valencia. Pero, a pesar de comenzar con tantas victorias, nunca pensamos que podía ser un año histórico. Éramos un vestuario tímido, respetuoso. No pasaba por nuestra mente conquistar la Liga aun con esos triunfos iniciales.

P: Cuando parecía que perdíais fuerza en la cabeza de la clasificación llegó el 10 de abril de 1996.

R: Otra vez el destino: gol, en la prórroga y con la cabeza. Lo que vivimos en esa final de Copa del Rey es lo máximo que puede sentir un jugador.

P: Diez días después volvisteis a ganar al Barça. Esta vez en Liga y en el Camp Nou (1-3).

R: A partir de ese momento sí empezamos a pensar que podía ser posible ganar la Liga. Esto nos atenazó un poco. Aunque éramos un equipo atrevido, en casa sufríamos mucho. Perdimos contra el Valladolid, Valencia y Real Madrid. Además, empatamos con el Zaragoza y Betis. Todo ello hacía que cada salida fuera vital, no podíamos fallar. Ese cambio de mentalidad no fue fácil.

P: Última jornada en casa y con el título en juego, ¿en algún momento pasaron por la cabeza fantasmas del pasado?

R: Estábamos convencidos de la victoria. Ver a toda esa gente animando en la calle cuando íbamos en el autobús fue una sensación increíble. Te generaba una motivación extra. Había mucha diferencia entre los dos equipos y sabíamos que no íbamos a fallar.

P: Echando la vista atrás, ¿a quién consideras fundamental para haber conquistado el Doblete?

R: Juan Vizcaíno. Era la clave. Corría por todos, tapaba cada hueco. No ha sido valorado como merece, pero era un jugador top. Daba el equilibrio que necesitaba el equipo.

P: Para la temporada 1996/1997 se mantuvo el equipo titular, salvo Penev.

R: Su salida fue un error. Con esto no quiero decir que Esnáider no fuera bueno. Juan Eduardo era un delantero de gran nivel, pero para nuestro juego Penev era fantástico. Marcó 22 goles en un año. Fue una pérdida enorme.

P: A pesar de apostar por el mismo bloque, ¿qué faltó ese año para conseguir la regularidad de la campaña anterior?

R: Creo que el equipo jugó mucho mejor ese segundo año, pero nos faltó un poco de suerte en determinados momentos. A nivel personal fue mi mejor temporada en el Atlético.

P: En siete días de marzo de 1997 todo se vino abajo. En la vuelta de cuartos de final de Copa del Rey en Barcelona marcaste 4 goles y fuisteis eliminados, ¿cómo lo asimilaste?

R: Los días previos fueron muy raros. Gil no quería que jugáramos ese partido porque en la jornada de liga anterior frente al Betis habían expulsado de manera injusta a Esnáider. También sancionaron a Simeone y Geli. Finalmente viajamos y llegamos al estadio poco antes de comenzar el partido. Salimos al campo y les pasamos por encima en la primera parte. Pero el Barça era un equipazo y tenía al mejor jugador que he visto en un terreno de juego.

P: Siempre se rumoreó que Ronaldo estuvo a punto de firmar por el Atleti, ¿qué hubierais conseguido con él en la delantera?

R: Sí, el míster alguna vez me lo comentó. Hubiéramos ganado Liga, Copa y Champions. Estamos hablando del mejor delantero de la historia del fútbol. Éramos un equipo ofensivo. Con la visión de juego que teníamos  tanto Caminero, Cholo y yo en la media, como Kiko en la delantera, hubiera metido 80 goles.

P: Y a la siguiente semana, el Ajax.

R: Este fue el partido más triste que viví en el Atleti. Me sigue doliendo mucho. Dominamos los dos partidos. Tuvimos muchas ocasiones. Todo se dio mal: fallamos un penalti, Aguilera tuvo que salir fuera porque perdió las lentillas y nos hicieron gol. Luego, en la prórroga, Dani la metió en la escuadra desde 30 metros. Me duele tanto porque creo que si nos hubiéramos clasificado la Champions habría sido nuestra. El Ajax era un equipazo, pero nosotros fuimos superiores en esa eliminatoria.

P: Tras esta decepción llegó la reestructuración de la 1997/1998. Pesos pesados como Simeone o Solozábal salieron del equipo.

R: Ahí me equivoqué. Era el momento para marcharme. La inversión que el club realizó en Juninho fue muy grande. Los dos jugábamos en la misma posición y, aunque el míster lo intentó, no mezclábamos bien. Después de su lesión jugué más, pero mi cabeza ya no estaba con la misma concentración de antes. Con el paso de los años he llegado a la conclusión de que me equivoqué en no salir ese verano, sin embargo, el corazón me pudo y quise intentarlo hasta el último momento.

P: También compartiste vestuario con Vieri.

R: Bambino era un fenómeno. Tenía velocidad y un disparo tremendo. Era una auténtica bestia. Siempre buscaba desmarques de ruptura. Para mí era un top 5 mundial.

P: En semifinales de la Copa de la UEFA os eliminó la Lazio.

R: Perdimos en el Calderón 0-1 en la ida con gol de Jugović. Allí fuimos mejores, pero no conseguimos marcar. Era muy difícil jugar contra los equipos italianos: dominabas pero ni llegabas a portería. Tácticamente eran perfectos.

P: Acabaste tu etapa en Madrid y fichaste por el Le Havre. ¿Por qué Francia y ese equipo?

R: A veces hay cosas en la vida que uno no entiende. Tenía propuestas interesantes aquí, entre ellas, una oferta muy buena del Racing de Santander; sin embargo, me sentía muy vinculado al Atlético y, como jugador, nunca quise firmar por otro equipo español. Además, me ofrecieron ir a México, Turquía o Japón. Junto a mi familia decidimos aceptar la oferta francesa para conocer otra cultura.

P: ¿Cómo resultó la experiencia?

R: A nivel personal fue una etapa enriquecedora. El modo de vida de los franceses no tiene nada que ver con el de los españoles o los balcánicos. A nivel deportivo el equipo era muy limitado.

P: Para finalizar tu carrera regresaste al Panionios. ¿Qué espina clavada te queda de tu etapa como futbolista?

R: Pienso que solo di al fútbol el 30 % de mis posibilidades. Por fallo mío o de otros llegué a la élite europea un poco tarde. Pero el destino, por algún motivo, lo quiso así. Del mismo modo, creo que mi momento como entrenador está por llegar. Siento que aún puedo aportar muchas cosas y ser importante en los banquillos.

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