El Zaragoza suda sangre para huir del descenso

Zaragoza y Mirandés se citaban en La Romareda para disputar un encuentro al que llegaban en condiciones totalmente opuestas respecto a lo que se habría podido pensar a principio de temporada.

El Zaragoza lleva tiempo lejos de su mejor versión, la cual les permitió alzarse hasta la tercera posición. En la vigente campaña el descenso acecha y aunque por nivel de plantilla la salvación no debería de ser un problema, habia necesidad de puntuar para aumentar la distancia respecto a esta zona lo antes posible.

Por su parte el Mirandés seguía viviendo del colchón de puntos conseguido en la primera vuelta, y con bastante distancia respecto a los de abajo, una victoria les permitiría soñar en grande.

Los locales comenzaron el partido mucho más enchufados que sus rivales, y asediaron la portería de Lizoain durante los primeros minutos.

Primero la tuvo Zapater con un tiro raso, que detuvo el ex de las Palmas sin problemas. Le siguió Vigaray con un remate a la salida de un córner que casi transforma en el primero.

De esta acometida se encargaría Peybernes quien en un córner remató con el abdomen un balón prolongado por un compañero.

Tras el tanto, el Mirandés se hizo dueño y señor del esférico. Los visitantes trataban de encontrar los huecos en la defensa maña, pero esta había cerrado filas en torno a su portería.

Sin embargo, la insistencia y el paso de los minutos les fueron permitiendo gozar de ocasiones para empatar el choque.

Dicho empate habría llegado de no ser por la figura de Cristian Álvarez. Una primera intervención a Iván Martin y otra a un cabezazo de Meseguer mantuvieron vivo a su equipo.

El Zaragoza solo gozó de una ocasión más en el primer periodo, aunque pudo significar el 0-2 si Lizoain no llega a detener con la cara el disparo de Vigaray.

En la segunda mitad el guión continuó siendo el mismo, y así se lo hicieron saber al Zaragoza Cristo y Javi Muñoz, los dos jugadores más activos en el ataque del Mirandés.

Pasaban los minutos y el cansancio iba haciendo mella en ambos conjuntos, algo que sumado al poco interés del Zaragoza en que se jugasen los minutos fue ralentizando el ritmo del partido. Las pérdidas de tiempo obligaron al árbitro a dirigirse al delegado de campo para reprocharle la actitud de los recoge pelotas.

José Alberto López trató de revolucionar el partido moviendo el banquillo, pero tras quitar a un centrocampista para introducir a un segundo delantero, su equipo perdió presencia en el centro del campo, con lo que el Zaragoza igualó la balanza en el tramo final.

Su crecimiento en el partido encontró sus frutos pronto gracias a una mano de Víctor Gómez que el árbitro decretó como penalti. Lo ejecutó Alex Alegría, pero sin fortuna y su disparo se estrelló en el larguero.

El fallo espoleó al Mirandés que lo intentó en un último arreón que pudo contener la zaga maña, llegando incluso a tener el 0-2 si Lizoain no lo hubiese evitado.

Finalmente el Zaragoza se queda con los 3 puntos en casa, y gana así un interesante colchón respecto al descenso. Los porteros, claves para entender el corto resultado.