Josep Guardiola pareciera estar destinado a no ganar la Champions League (máxima competición de clubes en europa) sin la figura de Lionel Messi, con quien obtuviera un sextete en el Barcelona.
Los ‘Citizens’ supieron manejar el balón desde el primer minuto, y Tuchel parecía saber que ese sería el panorama de todo el encuentro, entregó la iniciativa al actual campeón de la Premier League, y a base de individualidades, pases entre líneas y una gran decisión, el Chelsea supo hacer daño en el momento preciso del encuentro.
El primer y único gol de la mano de Havertz en una mala salida de Enderson, sentenció la dinámica del encuentro desde ese mismo instante, cerrado, peleado, con más ganas que ideas al frente, pocas aproximaciones y el equipo del Chelsea defendiendo a capa y espada la ventaja, tanto con su gran defensiva como la posesión y el gran despliegue de Ngolo Kante.
El fútbol da revanchas, y Thomas Tuchel lo confirmó, después de ser cesado del equipo del Paris Saint Germain posterior a su derrota en la última final de Champions contra el Bayern Munich, ahora se corona al frente de un equipo con pocos reflectores pero mucho ímpetu y buen juego.
Agüero se despide del City siendo el máximo goleador en la historia del club habiendo conquistado todo menos el codiciado título Europeo, las lágrimas fueron inevitables, pero aun con el fracaso del día de hoy un histórico se despide de los ‘citizens’ en busca de revancha con la selección Argentina.
Merecido el título y la derrota para cada uno de los protagonistas en esta gran final, con un marcador nuevamente conservador, lo cual es un reflejo del desarrollo del fútbol moderno, defensivo, poco vertical, y para muchos poco espectacular, sin embargo sumamente táctico.
Nuevamente se demuestra que el buen fútbol, la motivación y el desarrollo oportuno del encuentro, pesa más que los petrodolares. El City no demostró alma y los Blues demostraron la convicción con la cual levantan su segundo título de Champions League.
