Suponía este encuentro ante el Espanyol la vuelta a la competición doméstica para el Atlético de Madrid tras la eliminación ante el Manchester City. El Día del Niño para los rojiblancos podría haberse llamado, perfectamente, el Día de la Marmota, ya que el espectáculo presenciado en el primer periodo fue digno de un domingo por la tarde: horrenda y espesa primera parte en la que, quitando detalles de Joao Félix que nunca vienen mal, se vio un Atlético que parecía que no se estuviera jugando el clasificar para la competición europea.
Ni Correa, que siempre da un rendimiento más que decente, tuvo su día. Es por ello que el Cholo decidiera dar entrada a Griezmann, Cunha y Carrasco tras el descanso en detrimento de Joao, Vrsaljko y el argentino. Y sería no otro que el belga, en cuyo aura ondean los rumores de su salida rumbo a Inglaterra, el que se acabaría convirtiendo en héroe con un gol en el minuto 60. A partir de ahí, y para dar la razón a los que tildan a Simeone de defensivo, el Atlético cerró líneas con un 4-5-1 y, demostrando una vez más la falta de talento defensivo que posee, se encontró con una roja surrealista a Kondogbia y con un gol de RDT en el que ayudaría Oblak, el cual estaba cuajando una notable actuación.
Pero esto es el Atlético, y este equipo vive apuntado a la épica hasta en los partidos más espesos en los que menos se espera la machada final. Pero acabaría llegando gracias a otra dantesca decisión del colegiado, que pitaría un penalti inexistente por mano de RDT que acabaría transformando el mismo Carrasco, héroe de la tarde, para poner patas arriba el Metropolitano en el minuto 100.
Esta victoria permite a los de Simeone asentarse en la cuarta plaza tras el pinchazo del Betis, empatando con Sevilla y Barcelona a puntos, aunque estos tengan un partido menos. El Espanyol continúa en tierra de nadie, sin miedo a nada pero con aspiraciones menores aún.