El encuentro en el RedBull Arena comenzaba y los blancos parecían dominar de manera absoluta el juego, algo fuera de lo común en los de Ancelotti. No obstante, el primer golpe llegaría temprano, con un cabezazo de Gvardiol, que reventaba el hogar de Coutois, subiendo el 1 a 0 en el marcador, dejando muy mal al Real Madrid.
El subidón de energía se sintió en las filas alemanas, donde, a penas siete minutos después, en el 19, Nkunku elevaba la diferencia a dos goles en el marcador, destrozando la moral de los madridistas, que se veían sobrepasados constantemente.
Los ataques se continuaban y los errores de Camavinga se hacían cada vez más presentes, imposibilitando el avance de los blancos, que parecían un quiero y no puedo.
No obstante el Real Madrid es el Real Madrid y, tras una sufridera primera parte, en el minuto 43, tras un desborde espectacular de Asensio, Vinicius pudo acertar un certero cabezazo, que metía a los blancos en el partido de nuevo, justo antes de bajar a los vestuarios.
La segunda parte arrancó con una alta presión de los merengues, que no se veían amedrentados por el avance del Leizpig, pero que constaban de una fuerte defensa que imposibilitaba todo intento de desborde de Vinicius.
Los cambios se sucedieron y, como no podía ser de otra forma, el más relevante fue el de Silva por Timo Werner, que apenas 10 minutos después de entrar, se encontraba con un pase de la muerte que simplemente tuvo que empujar para poner el 3-1 en el marcador.
Con este resultado, los alemanes se volcaron en defensa, pero la embestida blanca provocó un penalti muy tonto, que Rodrygo Goes anotó, sumando el 3-2 final, que serviría, tan solo, para maquillar el resultado.