El Nuevo Mirandilla saca al Cádiz del descenso

La banda sonora del partido fue cortesía del cantautor valenciano Raimon. «Al viento. La cara al viento. El corazón al viento. Las manos al viento. Los ojos al viento. Al viento del mundo», proclama en una de sus composiciones más emblemáticas. Y es que este viento del mundo llegó para amargar la velada en Cádiz. A punto estuvo de cancelar la contienda, mas pudo seguir adelante. Ya en el Nuevo Mirandilla, los chicos de Sergio González demostraron que, igual que Aang, ellos también son unos maestros del aire. A favor o en contra, el submarino amarillo liquidó el duelo en la primera mitad, liderado por unos Brian Ocampo y Théo Bongonda que jugaban a ser ilusionistas ante un Girona que solo pudo ser un mero espectador. El feudo gaditano sigue siendo inexpugnable. Con esto, el Cádiz ya ha salido del descenso.

Mejor no levantarse

Hay días en los que es mejor no levantarse. El Girona es uno de los peores visitantes de la competición —solo ha conquistado un feudo rival— y, en esta ocasión, visitaba un territorio que nunca ha podido asaltar. Para más inri, el Cádiz, en casa, se transforma. Se quita el ajustado mono de trabajo y se viste con bata y pantunflas. Más cómodo, imposible. Y ya libre de movimientos, sin las ataduras del día a día, con el calor de los suyos, es imparable. Cinco meses completos han pasado desde que tropezó en las alfombras del Nuevo Mirandilla.

Salva Fúnez tenía ante sí un reto mayúsculo. Míchel no estaba en el banquillo. Le tocaba asumir los mandos. El conjunto catalán tenía la posibilidad de plantar cara a sus demonios, demostrar que no tiene miedo y dejar atrás los temores de los infiernos. Mas tuvo que luchar ante viento y marea. Literalmente. Y todo lo que podía salir mal, salió mal. El cabezazo de Bernardo Espinosa en los primeros compases del baile fue un espejismo; no tardaría en llegar el maremoto.

Ahora me ves

Arnau Martínez regresaba al once titular, pero enfrente se encontró a un Brian Ocampo en estado de gracia. Nada por aquí, nada por allá, lo dejó atrás con un recorte exquisito. Tampoco pudo hacer nada Iván Martín para frenar su galope. En un visto y no visto, el balón apareció en el segundo palo. El primer remate fue defectuoso. El segundo, perforó la red. Gonzalo Escalante batía a Gazzaniga con su segundo gol en dos partidos. Era la traslación de Sergio González en el campo. El técnico quería que sus jugadores ocuparan posiciones concretas; él las ocupaba todas. En ataque y en defensa.

Otra travesura de Ocampo dejó a Sergi Guardiola libre de marca en el felpudo del área. De no ser por Oriol Romeu, el 2-0 ya brillaría en el luminoso. Nada impidió que los gaditanos volvieran a ilusionarse con sus muchachos. El uruguayo la volvió a liar, Bongonda estaba juguetón, Roger Martí buscaba sorprender, Iza Carcelén apostó por la fuerza bruta. El cancerbero visitante se había visto inmerso en un asedio sin parangón. Que Sergi Guardiola ampliara la distancias tras unos malabares de Bongonda era de justicia poética. Era cuestión de tiempo.

El Girona reacciona

Salva Fúnez no estaba conforme con lo que sus ojos habían visto. Necesitaba reaccionar, y rápido. Nada más volver de la tregua, ya cambió las piezas del tablero. Rodrigo Riquelme, Alexander Callens y Joel Roca salían a la palestra para intentar cambiar el signo de la Quiniela. Poco más tarde, Tsygankov saltaría al césped en detrimento de Aleix Garcia. La segunda mitad fue mucho más positiva para el Girona. Hubo córners a favor, carreras, driblings. ‘Conan’ Ledesma no podía irse a dormir pronto aunque mañana tenga que madrugar. Mas el Cádiz se mantuvo inerte. Desactivó su vendaval ofensivo y reforzó la defensa. Nadie podía pasar por allí, ni siquiera una hoja que trajera el fuerte e insistente viento que no dejó de soplar.

Iván Martín, con un testarazo, protagonizó la ocasión más clara de la reanudación, mas el esférico no quiso meterse entre los tres palos. El luminoso ya no volvería a moverse. Las faltas y el carrusel de cambios se sucederían hasta que el cronómetro se agotó. El monstruo del Nuevo Mirandilla volvió a salir del armario. El Cádiz volvió a ser otro. Y volvió a ganar. Ya se ha alejado de los infiernos. Ahora solo falta controlar la transformación y sacarla a relucir lejos de casa. Eso determinará su destino.