El Borussia Dortmund sigue y suma en su objetivo de seguir en carrera por la Bundesliga 22-23. No todos los caminos son de rosas y hoy eso le quedó muy claro al subcampeón alemán. Y es que ante un rival rocoso como el Werder Bremen, la inspiración resultó más efectivo que el mismo juego para obtener un triunfo de mérito (0-2). No viene mal antes de retomar la aventura europea.
Mordiente verde
La corroboración de que este Dortmund se muestra maduro y firme tenía que ser en un partido tan duro como anticlimático. No por el ritmo del mismo, sino por la manera espesa con la que el Werder salta al campo. Presión alta, vigilancias extremas y y obstruyendo cualquier intento de salida, los ‘verdiblancos’ tenían a su rival donde querían por un buen tramo. Sin embargo, al transición es un arma que pocos clubes saben usar: el ‘BVB’ es uno de ellos. Reus, Guerreiro y Reyna casi hacen pagar caro al local su mínima permisividad. No se diga más. Tras ello, los de Werner volvieron al ruedo y domaron a su oponente. No por fútbol, sino por interpretación. Es así que en un abrir y cerrar de ojos Füllkrug pudo embocar el primero, los mismo que Wieser y Ryerson en contra.
Si bien el acoso tenía castigo por pararse demasiado alto, el peligro estaba controlado. Por un lado, porque la defensa local reaccionaba excelente fuera o dentro del área y, por el otro, debido a que el Dortmund no podía elaborar con precisión cada vez que lograba pasar el medio. Mucho peor era en área enemiga. Dos balones que le quedaron a Brandt dentro de la zona, dos veces que el alemán prefirió asistir a disparar con todo a disposición. Entre medias, un trallazo de Can que se fue desviado. Pensaba de forma excesiva y con tan mal resultado el equipo de Terzic. Diferente por mucho a un Werder que solo tenía una hoja de ruta y la tramitaba a la perfección: escalar verticalmente, proyectarse por bandas y encontrar a un Füllkrug que busco el gol hasta la pausa.
Exaltación es lo que basta
Lo extenuado que parecían los del Ruhr prontamente quedó de lado en cuanto el reloj se reanudó. El Dortmund relucía velocidad y calidad en sus progresiones, construyendo con inteligencia y, sobre todo, movilidad constante. Ello personificado en Bellingham, que estaba para todos y en todas: pinchó el balón hacia un Reus que vio como Pavlenka inauguraba su show de paradas y casi puntea llegando desde atrás un centro de Ryerson. Las olas iban hacia un solo lado que casi todos olvidamos lo extremadamente que es el Werder. Casi de la nada, tal cual es su costumbre, un cabezazo de Füllkrug -para sorpresa de nadie- por poco choca con la red. Y cuando más cerca estuvo del cantar el alirón, Süle se elevó como salvador para desviar el balón en la línea. La desventura se reiniciaba.
En esas, la entrada de los revulsivos fue elemental. No obstante, el arrebato de los diferenciales definió el duelo. Casi sin pensárselo, Schlotterbeck emprendió rumbo hacia portería, atravesó líneas enemigas, realizó una pared con Bynoe-Gittens y el inglés la endosó en su primer disparo (67′). Abierto el marcador, el toma y daca reinó. Esta vez, el los ‘borussers se manejaron mejor’. Exhibiendo torrente ofensivo, una doble chance de Bellingham y Brandt casi aumentan la ventaja de no ser por Pavlenka, último bastón del Werder. Lástima que no hacer frente a tanto talento. Guerreiro se sacó dos marcadores, filtró hacia un Brandt que recortó a Veljkovic y definió con clase (84′). Colorín colorado para un Dortmund que tiene estro. Algo esencial ahora que la Champions League está a la vuelta.
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