Manita atlética fruto de la locura del José Zorrilla

En el último encuentro de este domingo, se ha vivido una auténtica fiesta de goles en el Estadio José Zorrilla. El ambiente asfixiante de la grada llevó a ambos equipos a entregarse al máximo, y el marcador lo demuestra

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Real Valladolid 2 5 Atlético de Madrid

Esta noche el Real Valladolid tenía una cita con el destino. Tras sendas victorias del Cádiz y del Espanyol, el peligro del descenso volvía a ser real. Por ello, los de Pezzolano afrontaban la visita del Atlético de Madrid con más motivación que nunca. Los blanquivioletas sabían que, con el apoyo de su público, podían hacer temblar los cimientos de un equipo más que asentado como el conjunto colchonero.

El comienzo del partido demostraba que iba a ser un partido disputado, correoso, con mucha intensidad por parte de ambos equipos. La afición vallisoletana se hacía notar desde el primer minuto, haciendo del Nuevo José Zorrilla una auténtica bombonera. La primera ocasión la tuvo Nahuel Molina, que disparó a puerta hasta que un defensa taponó su chut. Pero a partir de entonces, las ocasiones peligrosas las protagonizó el local, que finalizaba las jugadas rápidamente.

La estrategia de los chicos del Cholo consistió en salir en velocidad a la contra en las pérdidas blanquivioletas. No obstante, los contrataques solían perder fuelle, y los zagueros locales se replegaban para defender y detenerlos. Si los ataques se iban al lateral derecho, Joaquín cortaba las ocasiones con dureza y seguridad.

No obstante, la rigidez defensiva del Valladolid se vino abajo con una facilidad pasmosa. Giménez vio a Nahuel Molina desmarcándose, y le mandó un pase largo que le llegó perfecto al argentino. El campeón del mundo, solo ante Masip, no dudó en disparar por el sitio más complicado, el palo corto. El meta local se intentó hacer grande, pero nada pudo hacer en ese mano a mano. Se ponía por delante el Atlético de Madrid cuando menos control del juego tenía.

Se le complicaba el encuentro al Real Valladolid, pero su réplica no tardó en llegar. Larin recibió un buen balón infiltrándose en el centro de la defensa rojiblanca. Solo, pero con poco ángulo, el canadiense chutó con mucha intención, pero sin puntería: mandó el balón a la grada alta.

Los colchoneros seguían mordiendo, ya habían descubierto la fragilidad defensiva de los pucelanos y nada les iba a parar. Griezmann botó con buena puntería una falta, que le llegó a Giménez para rematar perfectamente de cabeza. El defensa no se achantó con la salida del portero y cabeceó sin miramientos. Masip midió mal, salió muy tarde y dejó que el balón llegara a Giménez cuando aun no podía despejar. El balón, en su parábola, esquivó al meta blanquivioleta, y entró sin oposición ninguna al fondo de las mallas. Sin comerlo ni beberlo, en solo dos disparos a portería, el Atleti había puesto tierra de por medio en cuestión de 5 minutos.

El Valladolid, con una defensa muy desubicada, había perdido la buena colocación con la que había empezado el encuentro. Llegaba a pisar área en sus ocasiones, pero en sus finalizaciones siempre erraba lo más importante: el disparo. En una nueva ocasión de muchísimo peligro, Morata estuvo a punto de poner el tercero. Se quedó solo contra Masip, y, aunque el portero pudo tocar ligeramente el esférico, el balón avanzaba sin oposición hacia la portería. Eso era hasta que llegó Fresneda para despejar, en la mismísima línea. Los de Pezzolano estaban sufriendo mucho, muy lejos del planteamiento que seguro tenían pensado para el partido de hoy.

Morata, con la miel en los labios, se había quedado con ganas de marcar. Por suerte para el madrileño, minutos más tarde, podría saciar su hambre. En un contrataque bien dirigido por los rojiblancos, Griezmann llegaría a la línea de fondo con un Morata muy bien ubicado, en boca de gol. Sin dudarlo, el Principito, cedió el esférico al madrileño, que con tan solo poner el pie, pudo batir a placer a Masip. El internacional con España ponía su sello al tercer gol del Atlético, que estaba muy cómodo y sabía perfectamente cómo jugarle a la defensa pucelana.

Ante todo pronóstico, con el partido más que controlado, el Atleti sufrió un contratiempo inesperado. Mario Hermoso derribó a Gonzalo Plata en el área madrileña, lo que provocó en un penalti, que dictaminó con contundencia Mateu Lahoz. A pesar de las protestas, no había lugar a la duda, el codazo que echaba de la jugada al delantero era claro. Larin, con poco que perder, disparó al palo derecho de Grbic, que se tiró al contrario. El canadiense del Pucela firmaba su séptimo gol en liga desde los 11 metros y metía de nuevo a los locales en el encuentro. El Real Valladolid estaba fuera del partido, pero la búsqueda incansable de ese gol le llevó a conseguirlo, de una manera inesperada.

Sin más ocasiones claras, llegamos al descanso. El 1-3 era un resultado muy ambiguo que aun le daba la posibilidad a los locales de disputar el encuentro, y que metía la duda en el cuerpo de los del Cholo Simeone. Lo que está claro, es que si los rojiblancos siguen jugando con esa contundencia ofensiva, no tienen de qué preocuparse.

La segunda parte era muy distinta a lo visto hasta entonces. El Atleti decidía gestionar el partido y ceder la posesión y dominio del juego a los vallisoletanos. No obstante, lo cierto era que, cada vez que los del Cholo tenían el balón, les faltaba claridad y estaban muy imprecisos. Parece que ese gol de penalti había sido mucho más psicológico de lo que parecía.

A pesar de la falta de buenas ideas en ataque, Griezmann estuvo muy cerca de poner el 1-4. En un buen contrataque comandado por Nahuel Molina, el argentino puso un pase de la muerte a Griezmann, pero el francés no pudo hacer más que disparar arriba al llegar en plena carrera. La intensidad ofensiva alrededor del área.

No obstante, la batuta la tenía el Real Valladolid y así lo demostró pocas jugadas después. En un buen córner botado por el recién ingresado Escudero, Joaquín disparó al cruceta. Estarepelió el esférico y le llegó, cual asistencia, a Hongla, que disparó con media portería libre para poner el 2-3. O eso creían los pucelanos, que no esperaban que Hongla estuviera en fuera de juego. El gol fue anulado, lo que significaba que les quedaba mucho que remar  a los locales. Correa lo intensificó más disparando al palo poco después, el 1-4 podía llegar antes de que los de Pezzolano pudieran recortar diferencias.

Sin embargo, la entrega y la perseverancia recompensaron a los blanquivioletas antes. Escudero cabeceó de forma espléndida un córner, y tomó una parábola imposible de parar para ningún defensa o portero, impactando en el interior del palo antes de entrar. Un golazo de cabeza que le daba nueva vida al Real Valladolid y hacía temer lo peor a los muchachos del Cholo. Los locales se lo creían y, animados por su estadio al grito de ‘A por ellos, oé’, se sentían capaces de ganar el partido. Lo que sí que tenían seguro era el dominio de la segunda parte, puesto que no habían dejado estar cómodos a los atléticos ni un minuto.

Nada más reanudar el juego después del gol, Sergio León mandó un disparo a la cruceta, dando un gran susto a los visitantes. Por si no fuera suficiente, Giménez le dio al esférico con la mano tras un rechace de un compañero, ocasión que no fue revisada. La polémica estaba servida, pero, independientemente de eso, parecía que los locales  podían lograr igualar el marcador tras un 0-3.

No obstante, el fútbol en ocasiones es cruel, y llevó a los blanquivioletas a recibir el 2-4 de la manera más inmerecida. En una gran contra comandada por Memphis y Correa, Joaquín se metió el balón en su propia portería. En un pase del argentino para Griezmann, el zaguero vallisoletano, que buscaba despejar el esférico, se cruzó en la trayectoria del cuero, con la mala suerte de introducirlo en propia meta. Aun así, a pesar de que apenas quedaban 4 minutos de encuentro más el añadido, los de Pezzolano no le perdían la cara al partido del todo.

Sin embargo, ya en el descuento, con las fuerzas flacas, habían pocas dudas de que el Atlético de Madrid se fuera a llevar el encuentro. Y si había alguna, Memphis la finiquitó con un gol con mucha calidad. El neerlandés, que recibió un pase en campo propio ante unos defensas blanquivioletas muy adelantados, se valió de su velocidad y frescura, y de una molestia de Joaquín, para llegar solo contra Masip. En vez de disparar nada más llegar, se permitió marear la jugada un poco, dejar sentado a dos defensas locales, y ya sí, marcar el quinto gol de su equipo. Celebraba el neerlandés, porque había sufrido gran parte del partido en el banquillo, y había vivido en sus carnes que casi se les escapa el encuentro. Pero ahora, con un 2-5, nadie les iba a separar de los 3 puntos.

Llegó el pitido final para corroborarlo, y la alegría, más de alivio que de otra cosa, invadió a la plantilla rojiblanca. Los blanquivioletas, rotos física y mentalmente, eran conscientes de que aun tenían buena parte de la permanencia amarrada. No obstante, hoy casi logran lo inimaginable: doblegar a un equipo que solo ha perdido dos veces en liga en 2023. Haberlo tenido tan cerca y haberse quedado tan lejos al final.

A base de aprovechar las ocasiones que se le presentaron, el Atlético ganó un partido muy exigente. Ambos equipos llegaron al borde de la extenuación física, y el propio Cholo parecía estar afectado por la locura e intensidad del partido vivido. El objetivo del subcampeonato de liga sigue vivo: tan solo dos puntos separan a los dos equipos madrileños.

Tres palabras para definir el encuentro del Real Valladolid: perseverancia sin premio. A pesar de haber estado jugando de tú a tú a todo un gigante como el Atlético, el Pucela, en un par de descuidos, vio como todo el dominio de la segunda mitad se esfumaba en pocos minutos. A pesar del marcador, que no hacía justicia a su encuentro, los pucelanos son conscientes de que están por encima del descenso por 4 puntos, pero no deben relajarse lo más mínimo, porque aun quedan 18 puntos en juego y esta liga está demostrando que nunca dejan de haber sorpresas.

Ficha técnica
Real Valladolid: Masip; Fresneda (Escudero, 60′), Joaquín, El Yamiq, Luis Pérez; Kike Pérez (Iván Sánchez, 60′), Aguado, Hongla (Óscar Plano, 88′), Monchu; Plata (Segio León, 72′), Larin.
Atlético de Madrid: Grbic; Molina, Witsel, Giménez, Hermoso, Carrasco (Saúl, 79′); Koke (Memphis, 79′), De Paul, Lemar (Kondogbia, 68′); Griezmann, Morata (Correa, 64′).
Goles: 0-1, Nahuel Molina, 20′; 0-2, Giménez, 25′; 0-3, Morata, 39′; 1-3, Larin (p.), 42′; 2-3, Escudero, 73′; 2-4, Joaquín (p.p.); 2-5, Memphis, 90+2′, Memphis.
Árbitro: Mateu Lahoz, acompañado por Estrada Fernández, amonestó a Monchu del Real Valladolid y a del Atlético de Madrid.
Incidencias: Partido correspondiente a la trigesimosegunda jornada de LaLiga Santander, disputada en el Nuevo José Zorrilla (Valladolid).

 

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