“El cielo se tiñe de amarillo”: Alavés y Granada empatan y fallan para conseguir el liderato
A pesar de sus desesperados intentos de desempatar hasta el final, el encuentro se vio marcado por su dureza y la gran cantidad de faltas, protestas y tarjetas, incluyendo dos expulsiones
Bengalas, cánticos y emoción. Así era el ambiente antes de un encuentro de riesgo en lo más alto de la clasificación. Los seis primeros clasificados afrontaron la jornada 39 tras pinchar (cinco de ellos, excepto el Levante UD) en un momento clave, donde no debió haber errores, y este partido iba a ser el representante de la tensión que se respiraba en puestos de ascenso.
Alavés, como local, afrontó otra final en su templo para ponerse con 68 puntos y recuperar el primer puesto. Con un equipo enchufado y una racha notablemente mejor que la de los nazaríes (dos victorias y dos empates en cinco partidos), los chicos de Luís García no quisieron desaprovechar la oportunidad, y la motivación de volver a Mendizorroza tras la derrota ante el Levante fue un factor decisivo.
Los andaluces, a pesar de los intentos las últimas jornadas, solo cosecharon cuatro puntos de quince posibles, y llegaron tocados a Vitoria con una dura misión por delante.
Con su delantero estrella en modo apisonadora (Uzuni, 21 goles en 42 remates), a los blanquiazules también se les presentó un reto que batir: dejar invicta su portería.
Así pues, las ganas calentaron el campo con un ambientazo teñido de azul y rojo, con dos equipos con la mirada puesta en el primer puesto y el cuchillo entre los dientes.
Primera parte: Uzuni y el liderazgo
El partido prometía acción, y así fue. Ninguno de los dos equipos iba a perdonar y el Alavés dio la primera campanada a los 16 segundos. Miguel Ruíz remató una gran asistencia desde el borde del área, pero Ferreira no tuvo que hacer esfuerzos a pesar del susto.
Los ‘granadistas’ se mostraron más incómodos en los primeros minutos. La amenaza constante de Asier Villalibre y de Nahuel Tenaglia obligó a actuar varias veces al meta portugués, y la defensa trató de dar abasto a las estampidas.
Solo la delantera reactivó el juego del equipo nazarí, que tuvo la primera en un córner tras un remate de cabeza de Miguel Rubio. Aun así, los de Paco López encontraron dificultades para salir con el balón jugado, y su posesión de balón no fue duradera.
Hasta el minuto 20, el Alavés dominó en la faceta defensiva y completó buenos intentos de avance, pero el partido se rompió completamente tras un error de Abdel Abqar. El meta ‘babazorro’ salió al rescate, pero salió tarde, y provocó un penalti que, por supuesto, Uzuni no falló.
El albanés adelantó al Granada y puso otro gol en su cuenta en el momento más necesario para su equipo. El Alavés encajó un mazazo anímico, que recibió el apoyo de su afición y se amortizó con rabia dentro del campo.
Como debía ser, el encuentro fue una final fuera y dentro del campo. El ambiente se calentó a base de golpes y protestas que endurecieron la situación del Alavés y, a los 30′, el Granada intento ganar la partida mental frustrando las salidas verticales de los locales.
El tiempo pasó, pero no hubo ocasiones durante más de quince minutos, simplemente fue “futbol champán“. Faltas por doquier y auténticas luchas por el balón cada jugada, con jugadores muy comprometidos y guiados por aspectos fuera de lo táctico.
Los blanquiazules consiguieron una última ocasión tras un rechace en un córner, pero Ignasi Miquel evitó el desastre del contraataque.
De esta manera terminó la primera mitad, con un Granada muy trabajado defensivamente que cambió el ritmo del partido, aprovechó las superioridades en el centro del campo y mantuvo la calma para frustrar al Alavés.
Luís García, que hoy introdujo un segundo punta, se encontró con un descontrol frecuente que necesitó arreglar en el descanso, pues ‘los gloriosos’ se mostraron endebles en los últimos minutos, y el premio no podía escapar.
Segunda parte: Mendizorroza gana la partida
Los cambios tácticos fueron la principal novedad al inicio de la segunda mitad, mayoritariamente por parte del Deportivo Alavés, con necesidad de mejorar en el último cuarto de campo.
El míster madrileño propuso adelantar a Villalibre y ofrecer más posibilidades arriba, además de tapar los huecos que surgieron en el medio del campo. Así, las ocasiones comenzaron a llegar y a alertar a los rojiblancos.
El juego duro continuó, y el Granada se vio acorralado en su propio campo. Muestra de los nervios, Sergio Ruiz se fue a los vestuarios tras ver la segunda amarilla por protestar, a pesar de ser una decisión polémica, puesto que el colegiado valenciano no recordaba la primera tarjeta.
No faltaron las protestas y las trifulcas posteriores, que se tradujeron a más amonestaciones y a una actuación arbitral muy cansada, que destacó por encima de lo que pasó por las botas de los profesionales.
Y en el máximo momento de tensión, Luis Rioja cazó un gran balón con la izquierda de Miguel De La Fuente al que no llegó André Ferreira. El Granada se encontró desprevenido con la jugada y, a pesar de las quejas por una falta anterior, no hubo excusa posible.
El partido cogió un rumbo muy distinto al de la primera parte. Los locales bombardearon el área nazarí por todos los flancos, y Paco López no consiguió desequilibrar en ningún momento el juego.
Salva Sevilla y Miguel De La Fuente pusieron en (más) apuros al meta luso, que comenzó a ser el héroe de la noche para los andaluces, y el dominio comenzó a ser evidente.
Los guionistas del encuentro añadieron más pólvora a 7′ minutos de acabar el encuentro, cuando Quini protagonizó unas manos en el área que dio un penalti de oro al Alavés. La ocasión prácticamente decidió el encuentro, y Salva Sevilla fue el encargado de ejecutarlo, aunque sin éxito.
El Granada se encontró con la suerte de cara tras el fallo y, con el liderazgo en juego, el Alavés se dejó llevar por el momento y también sumó una expulsión tras una falta de Duarte.
Luis García introdujo cambios para ser prudente, y a pesar del golpe psicológico, su equipo siguió apretando a un conjunto nazarí encerrado y a la espera del cansancio.
Los últimos seis minutos fueron una fuente de creatividad que ambos equipos intentaron aprovechar a contracorriente, con las piernas al rojo vivo y, los puntas, a la espera de cualquier balón que cayera al área.
Conclusión: Alma y garra
A pesar de los intentos y del esfuerzo, ambos equipos se vieron marcados por las ganas y dejaron atrás la dominancia para luchar con espada (y sin escudo) un partido muy intenso.
El guion nunca estuvo escrito, y si esta noche se jugaban el primer puesto, el aspecto psicológico acabó ganando.
En total, se cuantificaron 12 amarillas y dos tarjetas rojas en un partido de altos vuelos, que abre todavía más la clasificación a un final de infarto para esta Liga Smartbank.
Los ‘babazurros’ propusieron dos tiempos totalmente diferentes, donde fueron acorralados y, luego, ellos fueron los cazadores, hasta los minutos finales, donde se abandonó toda táctica con la expulsión y todo intento de recuperar la dominancia.
El Granada de Paco López no permitió errores gracias a un Ignasi Miquel impecable, que se echó a la espalda a un equipo cansado, pero con ganas de más. Los planteamientos defensivos fueron tan buenos que, simplemente, se opacaron entre sí, y ambos conjuntos fallaron en el aspecto atacante, donde más lo necesitaban.
Ahora, solo les queda esperar a sus rivales directos, que hoy han presenciado las dificultades de pelear los primeros puestos. Una de las características, la dureza (mental y física), que guía el camino de quienes buscan la gloria en Segunda División este año.
