Xabi Alonso se enfrentó a dos semanas complicadas tras el empate del Rayo Vallecano y la derrota del Liverpool, con informaciones que apuntaban a falta de liderazgo y a falta de sintonía con la propia plantilla. Era de esperar que el entrenador vasco buscara un cambio de efecto ante el Elche, algún movimiento que llevara su sello, su impronta, pero quizá no eligió el mejor día para hacerlo. La entrada más sorprendente en el once fue la de Fran García, no porque esté o no esté para jugar, si no porque el cambio “natural” fue Vinicius y porque optó por jugar con 3 centrales el día que solo tenía a uno y medio.
Xabi Alonso y su cambio de esquema
El tolosarra apostó por un 5-3-2, pero ni siquiera un dibujo que le ha dado tantos éxitos en su anterior etapa, era reconocible en el equipo blanco, sobre todo por la distribución de las piezas. Porque viendo a los jugadores en el campo, dio la sensación de que cambió a Tchouaméni por poner un tercer central, y que quitó a Vinicius para tener un hombre más en el centro del campo, o algo así, porque no se puede descifrar con claridad las intenciones.
Carreras jugó de central, igual que el día del Levante, donde brilló, pero ese día, jugó por urgencias ahí, con defensa de 4, con el manchego de lateral. En la primera parte, cuando el Madrid jugaba en campo contrario, llegó a producirse una jugada en la que los dos laterales, incluso Huijsen, estaban al borde del área contraria pegados a la banda, sin los recursos de un especialista.
Por otro lado, el sistema, que pretendía reforzar las líneas y el centro del campo, o no salió bien, o los jugadores no se enteraron de nada o el entrenador no supo transmitirlo. El Elche, que hizo un partidazo, por momentos bailó a los blancos, con el balón, tácticamente, y posicionalmente. Ganaron la mayoría de los duelos, y protagonizaron jugadas de juego combinativo que ya habría firmado el entrenador blanco.
Reacción y urgencias
Xabi Alonso volvió a lo de siempre con el gol del Elche, pero los locales seguían a lo suyo. Con una mezcla rancia de desgana con orgullo, los blancos empujaron, empataron, pero ahí se vio la dirección del equipo. Porque todo hacía indicar que era la clásica inercia de los blancos en toda su historia, la de ponerse las pilas al encajar un gol, y darle la vuelta al marcador incluso sin merecerlo, por empuje y calidad, no por juego.
Pero Álvaro Rodríguez (un 9 que salió de la cantera, por cierto), marcó un gol con el que sorprendió a todos desde fuera del área. Nadie le creyó capaz de hacer el gol que hizo, por eso nadie se preocupó de ayudar a un Asencio (hasta la lesión, otra vez el mejor de los blancos) que no pudo frenar su disparo. Y sí, llegó finalmente el empate, de Bellingham, por empuje, el de la inercia de los equipos grandes cuando empujan, el que hubiera sido de la victoria si no hubieran encajado ese segundo gol que jamás debieron haber permitido, porque bueno, se puede encajar el primero, pero no puedes permitirte el segundo.
Un equipo perdido
El equipo estuvo perdido durante todo el partido, el sistema no funcionó, pero tampoco lo hizo al volver a lo de siempre, al volver a lo de Anfield y lo de Vallecas, porque ahí si que estaban los que no estuvieron ayer, y pasó lo mismo. Se salvan Courtois, Asencio y Mbappé (que él solo no puede hacerlo todo), y quizá Alexander-Arnold, que aun estando lejos de su nivel, provocó la mayoría de las acciones de peligro de los blancos demostrando el guante en su pie derecho.
El Real Madrid se ha deshecho, tres partidos sin ganar, son muchos para los blancos, son muchos para un entrenador que, poco a poco, va viendo como el equipo, en vez de dar pasos al frente, da pasos atrás.
